Durante cinco años he trabajado como docente en varios colegios privados de convenio de Ciudad Bolívar; he tenido la oportunidad de conocer de cerca la dinámica escolar de esos colegios y su problemática. A pesar de que en los últimos 13 años el Estado colombiano viene aplicando las políticas internacionales bajo las banderas del “mejoramiento de la calidad y cobertura educativa”, y que el programa de “colegios privados de convenio” es parte de este plan, lo que me he encontrado en esos colegios es una verdadera crisis educativa: desmejoramiento en el nivel académico de los estudiantes y, en general, una profundización de la problemática de la educación popular (hacinamiento, falta de recursos, desinterés por el aprendizaje, relaciones autoritarias, alienación, etc.) En los colegios donde trabajé, los jóvenes que llegan a grado once han adquirido apenas un débil brochazo de los conocimientos básicos y habilidades lógicas y comunicativas que la educación formal debería haberles proporcionado. Muchos salen apenas deletreando textos sin lograr extraer su significado y se les dificulta expresar coherentemente sus ideas de manera oral o escrita. En áreas como física o química, realizan algunas operaciones siguiendo fórmulas, pero no están capacitados para explicar el funcionamiento y leyes de la materia, ni pueden correlacionar las diversas materias para generar un pensamiento global. Así mismo, buena parte de los estudiantes carece de un pensamiento analítico y crítico, no correlaciona fácilmente diferentes eventos y, mucho menos, genera abstracciones.
Sin embargo, mi análisis parte de considerar que lejos de constituir una falla en las políticas educativas, esta situación obedece precisamente a los efectos que estas políticas persiguen en la educación popular en general, para profundizar su papel como formadora de mano de obra y trasmisora de los valores, ideas y comportamientos que las clases sociales que controlan el poder económico y político requieren para mantenerse en el poder y ejercer la dominación.
Actualmente, bajo los cambios que ha traído la globalización (flexibilización laboral, reducción de salarios, reestructuración de la organización de las empresas, aumento de las maquilas, otras formas de explotación de la mano de obra, aumento del desempleo etc.) se requiere que los jóvenes populares simplemente desarrollen unas mínimas habilidades y destrezas que les permitan “actuar en el contexto” en que se desenvuelven: seguir instrucciones, trabajar en equipo, resolver pequeños problemas, saberse desenvolver en situaciones nuevas, sin que tengan que vérselas con un conocimiento especializado, ni con una visión estructurada y global de la naturaleza y la sociedad. Pero de otro lado, se requiere que la educación formal para los pobres no arroje pérdidas y pase a arrojar ganancias a mediano y largo plazo.
De la mano con esto, la formación de lo que autores como Romano Vicente (2002) han llamado la mentalidad sumisa, se ha hecho más indispensable para lograr mantener el control ideológico y político y evitar levantamientos y protestas que alteren el orden. De ahí, que además, estas políticas apunten a darle predominancia a la formación en valores y actitudes propios de las clases en el poder, que tienden a desdibujar la realidad y borrar las diferencias e injusticias sociales bajo el discurso de la tolerancia, el respeto a la diferencia, la democracia participativa, etc., apuntando a que los jóvenes populares se formen como “ciudadanos de bien”, que, bajo esta lógica significa aprender a respetar las normas establecidas por el Estado, considerándolas incuestionables y loables.
En este trabajo examinaré la situación que se vive en un colegio de convenio de la localidad 19, Ciudad Bolívar; tendré en cuenta, además, lo que encontré en otros colegios de convenio en los cuales he sido docente durante algunos años, mi participación en distintos foros sobre educación (en algunos de los cuales he sido ponente) y mis conversaciones y discusiones con docentes de diversos colegios de Bogotá y otras partes del país. Los colegios de este tipo (colegios privados de convenio) son producto de la política privatizadora de la última década, que ha impuesto la lógica capitalista: “la competencia garantiza la calidad educativa”. Se han desarrollado a partir de la orientación que considera más eficaz y rentable el “subsidio a la demanda”. Pero, mostraré, que al entronizar el criterio de empresa en el espacio escolar, y al poner la ganancia al mando como criterio rector de la educación, lo que se ha consolidado es un mayor desprecio a una enseñanza integral de las ciencias, las artes y las humanidades, a la vez que ha profundizado la separación entre la enseñanza formal y la vida cotidiana de los jóvenes, la alienación en la educación, las relaciones autoritarias, propias de la educación dentro del sistema capitalista, entre otras, por lo menos en lo que tiene que ver con el sector estudiado. En los “colegios privados de convenio” el afán de no perder los cupos financiados por el Ministerio de Educación Nacional (MEN), los cuales dependen de los resultados de las evaluaciones de competencias, aplicadas anualmente a diversos grados, lleva a los dueños de estos colegios a convertir la actividad académica en cursos de adiestramiento para las evaluaciones de competencias, a eliminar áreas que no se consideran importantes para la evaluación (como educación física, artes, etc.) y a cambiar la orientación del colegio y su pedagogía, según las disposiciones que imponga el MEN, acabando por completo la autonomía tanto del colegio como de los profesores, quienes deben obedecer todas las exigencias del rector a condición de no ser despedidos.
Las contradicciones propias de la Escuela capitalista, que la teoría marxista ha puesto al descubierto, no se resuelven dentro del “colegio privado de convenio”, por el contrario, estas contradicciones tienden a profundizarse y se manifiestan de una manera más explícita, debido a la lógica que regula este tipo de colegios: la competencia de propietarios individuales por mantener el sistema de convenio con la administración pública, garantía principal para su supervivencia.
A la vez, en el interior de estos colegios se genera una confrontación permanente entre los diferentes intereses sociales, que hace que lo esperado por los agentes de las políticas educativas no se desarrolle de manera lineal y sin obstáculos. La dinámica escolar por tanto, se presenta compleja, pero no quiere decir, que sea caótica. En su complejidad se manifiesta una tendencia muy marcada, en múltiples situaciones, actitudes, formas de expresarse, etc., hacia el cumplimiento de los objetivos propuestos por el Estado.
Comenzaré por presentar, en el primer capítulo, la metodología y técnicas de investigación con las que realicé mi trabajo, las cuales se fundamentan principalmente en las del marxismo y en algunos aportes elaborados a partir de ellas por otros autores, entre ellos Vasco (1999, 2000, 2002, 2003), en especial en lo que tiene ver con “recoger los conceptos en la vida”. La tradición investigativa y teórica del marxismo ha construido en mucho más de un siglo un cuerpo conceptual claro e inequívoco acerca de la educación; por esta razón, con fundamento en tal tradición, en el segundo capítulo continuaré con una presentación del mi marco de referencia conceptual; éste me permitirá, luego, en el tercer capítulo, realizar una presentación crítica de lo que han sido algunas de las políticas del Ministerio de Educación Nacional en los últimos 13 años para cumplir con los requerimientos de diversos organismos internacionales, principalmente el Banco Mundial. Centraré la atención en el programa PACES y en la orientación “subsidio a la demanda”, que dieron origen en la década del 90 a los llamados “colegios privados de convenio”. En los siguientes capítulos avanzaré en la exposición de algunos efectos que tales políticas han producido en jóvenes y profesores del colegio, examinando las contradicciones que se presentan en la dinámica escolar del “colegio privado de convenio”; a la par que iré desvelando las manifestaciones y niveles de resistencia que aquellos suscitan en los protagonistas. Para finalizar, y como conclusión, presentaré lo ocurrido ante un hecho de resistencia de los jóvenes, que sintetiza de una manera viva lo planteado a lo largo de todo el texto.
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