“Los hombres han sido siempre en política, víctimas necias
del engaño ajeno y propio, y lo seguirá siendo
mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases,
declaraciones y promesas religiosas, políticas y sociales,
los intereses de una u otra clase.
Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre
burlados por los defensores
de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja,
por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza
de determinadas clases dominantes”. (Lenin 1977:66).
Como parte de las actividades de filosofía del año 2002, para introducir a los jóvenes en la filosofía moderna trabajamos en conjunto la obra Galileo Galilei, aunque no es la obra exacta de Brecht, sino una adaptación realizada colectivamente con los jóvenes, sí deja ver la lucha de la ciencia y los científicos contra las viejas ideas de la iglesia, que buscaban conservar el statu quo y por tanto, no aceptaban ninguna opinión o teoría que refutara su visión del mundo. La obra muestra el juicio que la santa inquisición le hace a Galilei para persuadirlo de que deje de difundir esas teorías sobre el movimiento de la tierra.
Reproduzco acá una parte de la adaptación realizada:
Galileo llega con el telescopio en la mano, se le ve un poco demacrado. Entra con él dos hombres (filosofo y matemático) que van a ayudar a persuadir a Galilei.
Cardenal: Señor Galilei, Ud. ha ayudado mucho en el desarrollo del conocimiento. Tanto aquí como en Venecia se le estima demasiado. Pero últimamente ha salido con unas teorías que válgame Dios, lo hacen parecer loco.
Galileo: Yo me encuentro en mis cinco sentidos, señor, no hay nada de locura en lo que he hallado. Loco, es todo aquel que se niega ver la realidad tal cual es. Aquí tengo mi telescopio, permítanme demostrarles, es sólo que vean por este lente. (Ubica el telescopio en la ventana y pide que pasen a ver por él) He estado haciendo mediciones durante noches enteras, he descubierto ciertos movimientos en las estrellas que están al lado de Júpiter . Estos movimientos se asemejan a los que hacen otras estrellas descubiertas por mí hace poco. Sigan, solamente es mirar.
Filósofo: Me temo que no sea tan fácil. Antes de emplear su famoso telescopio quisiéramos conversar con Ud.
Matemático: Una discusión de principios.
Galileo: Es que yo había pensado que para convencerse les bastaría mirar por el anteojo.
Matemático: Claro, claro. Pero sabrá Ud. que según los escritos de Aristóteles hechos ya unos miles de años no existen ningunas estrellas que giren alrededor de otro astro que no sea la tierra...No existen tales estrellas.
Galileo: Pero, solo miren...
Filósofo: Y apartándonos de la posibilidad de la existencia de tales estrellas, que en ningún texto aparecen, mi pregunta, señor Galilei es: ¿Son necesarias tales estrellas?
Galileo: No le entiendo, señor.
Filósofo: El Universo divino de Aristóteles, con toda su armonía, sus cristalinas bóvedas, el ángulo inclinado de la trayectoria que sigue el sol, es tan bello y hermoso que para qué destruirlo, no le parece señor Galilei?
Galileo: (Refiriéndose al Cardenal) Y, si vuestra alteza verifica la existencia de esas estrellas sólo mirando por el telescopio?
Matemático: Se podría alegar que su instrumento no es muy exacto, pues muestra cosas que no existen.
Galileo: Esto es absurdo.
Filósofo: Por qué mejor, no nos dice las razones que lo llevaron a inventar tal disparate?
Galileo: No es ningún disparate, solo miren por el lente. Los hechos hablan.
Filósofo: Lo vemos muy alterado, ¿no será acaso que Ud. pinto esas estrellas en su lente para engañarnos?
Galileo: ¡¿Están diciendo que soy un estafador?!
Matemático: No, como se le ocurre, en presencia de vuestra alteza, nunca. Solo que...
Galileo: Todo esta confusión se resolvería mirando por el telescopio. Este telescopio es capaz de ver hasta la cola de la Osa mayor, pero miren, por favor.
Filósofo: No hay necesidad, señor Galilei, al parecer Ud. no nos ha comprendido. Por el bien de todos y de su salud, que entre otras, se le ve muy demacrado, le pedimos que se deje de esos experimentos. La vida es bella así como ha sido desde hace muchos años, ¿por qué cambiarla ahora?
Matemático: ¿Acaso Ud. no vive bien señor Galilei?
Galileo: Tal vez yo sí, pero muchos no. Han estado bajo la autoridad de Aristóteles y de Uds., por años y su vida realmente no es muy confortable que digamos.
Arzobispo: Pero señor Galilei, ¿acaso cree que todos esos ignorantes que ni siquiera saben leer, le harían caso a sus locas ideas?
Galileo: Estén seguros señores, que esos hombres y mujeres están más listos a conocer la verdad que cualquier sabio de la corte. Ellos quieren explicaciones, ya no les bastan los sermones de cada domingo en la iglesia.
Cardenal: (Suelta una risotada) Esté seguro señor Galilei que ninguno de ellos lo va a llorar cuando Ud. muera en la hoguera por hereje.
Galileo: ¿Me está amenazando?
Cardenal: Tómelo como quiera, pero ya me cansé de su insolencia.
Arzobispo: Señor Galilei, espero que hayamos sido claros. No queremos que siga con esas absurdas ideas, Hasta pronto señor Galilei.
Déjenlo ir (dirigiéndose a unos monjes)
Es una buena denuncia de lo que pasó en ese momento, pero también, y es lo importante de esta obra, es una denuncia de lo que pasa hoy en día.
Mi trabajo docente consistió en realizar una propuesta pedagógica en la que los jóvenes comenzaron a cuestionarse con respecto a la situación mundial actual, los problemas de la ciencia, la lucha entre diversos sectores sociales, etc. Tuvieron la posibilidad de escuchar ya no solo la visión que les presentan empacada al vacío los grandes medios de comunicación, sino que, les proporcioné bastante material sobre diferentes versiones, especialmente, me interesé por mostrarles la versión de la gente corriente que vive en carne propia las injusticias de esta sociedad. Fue interesante ver la avidez con que muchos de los estudiantes participaban en mis clases y debatían problemas sociales actuales. Escuché sus opiniones y expectativas. Sus confusiones y su forma de entender el mundo. En un principio a la directora y coordinadora de la mañana del colegio le pareció un buen método. Aunque su práctica cotidiana —como lo he venido evidenciando— contradecían su discurso, afirmaban que los jóvenes debían formarse con un pensamiento crítico y, “no comer entero” lo que les dicen los medios de comunicación.
Sin embargo, el discurso no siempre se acopla a la realidad y a los intereses que se defienden. Salta nuevamente a la vista, lo planteado por Marx sobre la determinación social de los individuos. Son las condiciones materiales de existencia las que en últimas determinan los intereses de clase que se defienden. En este caso, aunque la rectora y coordinadora del colegio tuvieran cierto discurso “progresista” sobre la educación y criticaran de palabra algunas medidas adoptadas por el Estado para la educación, su condición de propietarias de colegio privado, los privilegios alcanzados por su posición social, etc., fueron los verdaderos determinantes para asumir una posición clara de clase, en el momento en que los estudiantes confrontaron con un mínimo nivel de organización, su práctica. Cuando los jóvenes del colegio comenzaron a plantear ideas nuevas y críticas sobre su propia realidad como jóvenes populares, estudiantes del pueblo y consecuente con esto, realizaron trabajos como el de investigación social en los barrios, las directivas y algunos profesores empezaron a chocar fuertemente contra ellos y llamarme la atención a mí y a la profesora de la tarde, que estaba desarrollando un trabajo similar.
Es en esos momentos críticos que se evidencia cómo este “colegio privado de convenio” como parte de la escuela capitalista actúa para aplastar cualquier brote de inconformismo. No hay cabida para ideas o actitudes que se salgan del orden y que cuestionen.
La realidad entonces es presenta al revés: no son los medios de comunicación con la colaboración de algunos profesores y el propio medio predominante el que “lava el cerebro” a los jóvenes para que actúen como autómatas frente a su propia existencia y realidad; no son las relaciones sociales predominantes las que hacen que los jóvenes pierdan toda individualidad para convertirlos en un molde que se reproduce por doquier en su apariencia física y en su pensamiento, son los métodos de los profesores y las formas de generar conciencia crítica, las que atentan contra la libertad de pensamiento de la juventud.
1. ¡Queremos que nos respeten: no más arbitrariedad!
Los jóvenes de once, descontentos por las constantes actitudes arbitrarias de la coordinadora, decidieron tomar medidas de hecho. Se pusieron de acuerdo y una mañana se negaron a entrar al colegio, permaneciendo a sus alrededores con pitos y gritando que requerían hablar con la coordinadora.
Esta acción generó gran revuelo en las directivas. La coordinadora comenzó a buscar culpables. En ningún momento se sentaron a analizar qué había llevado a los jóvenes a reaccionar así, si realmente tenían razón en las quejas que estaban presentando. Simplemente, decidieron que los métodos utilizados por algunos profesores, incluyéndome, eran los causantes de esta situación.
A una estudiante, que participó en los hechos, la interrogan sobre lo que pasó. Ella argumentó que estaban cansados con las arbitrariedades de la coordinadora. Sin embargo, para la orientadora del colegio, esta actitud fue considerada anormal y salida de toda lógica, así que continuó el interrogatorio. Descubrió que la estudiante tenía otras opiniones sobre la situación social y familiar “muy peligrosas”; por ejemplo, consideraba que la pobreza de sus padres y de sus compañeros se debe a la relación desigual que Colombia mantiene con países poderosos como Estados Unidos. La sicóloga no lo podía creer. Generó un gran escándalo arguyendo que la estudiante estaba “desequilibrada”, así que trató de persuadirla de lo contrario; pero, la joven se mantuvo en su idea.
Luego me citaron a mí. La rectora me comentó inicialmente la situación. Exageraba en expresión facial y palabras cuando se refería a la situación emocional de la joven. Me decía: ayer me fue imposible recogerla, estaba completamente descompuesta, diciendo una serie de disparates como: “nosotros estamos en esta situación porque hay ricos que lo tienen todo”, “los países latinoamericanos están afectados por el dominio norteamericano”, etc, etc. Presentó la escena como si la niña hubiera perdido por completo el juicio, como si estuviera delirando.
Entonces comenzó el discurso psicopedagógico. Me argumentó: a esa edad (15,16 años) los niños pueden afectarse muchísimo con esas ideas al punto de perder el control y no saber que están diciendo. Su mente es muy débil para comprender ese discurso y lo que se puede generar es un fatalismo tan grande que puede llevar a una niña de estas al suicidio. Volvió a repetirme que la estudiante necesitaba tratamiento psicológico porque para decir esas cosas tan convencida no era normal. Me dijo: en este momento esta hablando con Mery (la sicóloga) para ver si ella sí logra estabilizarla.
La rectora, que anteriormente se había mostrado muy abierta al método pedagógico de fomentar la crítica, me dijo: “los profesores no pueden tomar posición frente a la situación actual y buscar conducir a sus estudiantes por ese camino, pues eso no es formación”.
En el colegio los profesores promovían a diario sus puntos de vista y posiciones políticas entre los estudiantes. Por ejemplo, había quienes, como el profesor de comprensión de lectura, realizaron campaña durante el año 2002 en los diversos cursos a favor de Uribe Vélez, candidato en ese entonces a la presidencia de la república; el mismo profesor, obligaba a los estudiantes a rezar antes de comenzar clase y quienes se negaban, les colocaba puntos negativos para la nota final. Pero también, había otros que simplemente difundían los lineamientos curriculares y todas las orientaciones de contenido del MEN, y posaban como neutrales, cuando estos contenidos encarnan un punto de vista político bien definido e intencionado. El problema no es entonces, tomar posición, sino tomarla a favor de los intereses populares.
La sicóloga también conversó conmigo. Me planteó que la situación era un poco grave, pues la estudiante se mantenía en su posición, aunque ya había reconocido estar un poco confundida. Me insistió que para los adultos la situación es distinta, porque son maduros y saben hasta donde llegan con sus ideas, pero para una “niña” puede generar problemas graves en su personalidad.
Es bueno recordar acá una de las muchas críticas que científicos le han hecho al papel que juega la psicología y psiquiatría, en aplastar la individualidad y controlar la mente:
En una sociedad coercitiva y estresante, el individuo tiene escasamente dos posibilidades de elección: luchar por modificar sus propias circunstancias sociales o bien adaptarse a ellas. El uso masivo de drogas psicotrópicas [y otros métodos utilizados por la psicología y la psiquiatría—mío], forma parte del proceso para insertar al individuo en el statu quo, para sedar o calmar las emociones. La gente se expande o se contrae por su propia voluntad —u obligada por la autoridad médica u otra— para encajar en el lecho de Procusto de la sociedad contemporánea, que insiste en moldear a sus ciudadanos y convertirles en consumidores felices o, al menos, conformistas. Los que no entran en esta definición son expulsados de la sociedad o recluidos como individuos congénitamente incapacitados (Lewontin 1996: 212).
La rectora reconoció: Yo sé que lo que Ud. dice es verdad, la situación es muy crítica y muchos lo están planteando, hasta en esta revista (muestra la última edición de semana) salen artículos de crítica a Estados Unidos, pero no es conveniente hablar de eso a los estudiantes. Concluyó: yo creo que ya nada se puede hacer, los EU seguirán invadiendo y haciendo lo que quieran sin que nadie pueda hacer nada, entonces para qué decir algo. Continuó mostrando el desprecio hacia la capacidad de la gente del pueblo de entender su propia situación: Nosotras entendemos eso, pero usted cree que la gente de por aquí, con ese nivel cultural tan bajo que tiene lo puede entender? No, ellos no van a entender eso y se van a escandalizar.
La situación fue muy parecida al extracto anterior de la obra de Galileo Galilei. La escuela funciona como un todo para negar cualquier pensamiento diferente al establecido oficialmente. El conocimiento de su propia realidad, le es negado al pueblo, porque en manos de éste, se convierte en un arma poderosa contra el orden establecido.
2. El mercado impone sus leyes.
Finalmente, la rectora expuso su verdadera preocupación: mire, profesora, este es un colegio privado, aquí nos mantenemos con las pensiones de los estudiantes y las becas del Ministerio, yo no puedo permitir que este tipo de escándalos se presenten ante la comunidad. ¿Qué van a decir los padres de familia del sector? El año entrante muchos no matricularán a sus hijos aquí. Este, gústenos o no, es un negocio y yo tengo que cuidarlo.
Cuando la educación es considerada una mercancía, los criterios académicos y pedagógicos desaparecen del todo para dar paso a las leyes del mercado, devoradoras de hombres. Como correctamente lo afirma la propia rectora, siendo el colegio un negocio de unos cuantos propietarios, no puede abandonar la lógica del mercado. Esa es una de las contradicciones que generan “los colegios privados de convenio”. Los propios dueños de los colegios se ven enfrentados a una situación en la que deben ceder cualquier inquietud académica que los haya llevado a fundar sus colegios en décadas anteriores, para dar paso a la sumisión total a estas leyes. La “eficacia”, “la competencia”, “rentabilidad” capitalistas son los principios que buscan que regir estos colegios. Y estos principios, están sistematizados en las orientaciones que desde el MEN se trazan para que sean cumplidas. Estos principios chocan directamente contra una educación crítica y progresista que busque formar una mentalidad científica y autónoma en los jóvenes.
3. La cacería de brujas.
Este problema no paró ahí. Las semanas siguientes se convirtieron en una verdadera cacería de brujas. Los profesores de confianza de las directivas, emprendieron la investigación a través de sus “informantes” entre los estudiantes, para conocer los nombres de los organizadores del acto de protesta. Sin embargo, nadie delató a ninguno de sus compañeros. Entonces, aplicaron otros métodos. En una ocasión cuando me encontraba en clase con uno de los grupos de once, entró la orientadora con papeles en blanco. Les comentó que estaban preocupadas por lo que había sucedido y que requerían que ellos escribieran en esos papeles lo que pensaban y sabían de los hechos acaecidos. Me solicitó que saliera del salón, pues podía interferir en la opinión de los estudiantes. Mientras tanto, en el otro once, el profesor de comprensión de lectura, realizaba el mismo “ejercicio”; pero su rabia, no le permitió ser tan “diplomático” como la orientadora; comentaron después los jóvenes que: “entró furioso y comenzó a decir que teníamos que escribir los nombres de los que habían organizado la protesta”. Tampoco este método les funcionó.
Una semana después, estando en clase de economía de once grado, me pidió la palabra una de las estudiantes más juiciosas, para leer una carta a sus compañeros, la cual, suponía, la habían mandado los del otro once para que fuera firmada por todos. La carta estaba dirigida a la rectora del colegio, tenía un excelente redacción; su contenido general era que todos estaban arrepentidos de lo que habían hecho, y pedían disculpas por su actitud a las directivas, los profesores y demás estudiantes. Decía que, habían sido incitados por unos cuantos estudiantes. Cuando los jóvenes escucharon esta parte, comenzaron las protestas: “esos de 11-2 son unos vendidos”; “Nos vendieron”, “Nosotros no vamos a firmar eso”. Se generó una gran alharaca en el salón. Les pedí que se calmaran y les sugerí que fuera alguno a hablar con los del otro grupo para saber por qué habían escrito esa carta. Fue la misma muchacha que la leyó. Minutos después regresó al salón con el rostro contrariado, les dijo: ¡ellos dijeron que no han escrito ninguna carta y que no saben a qué nos referimos!. Entonces, le preguntaron a ella: ¿Usted de donde sacó esa carta?. Dijo: me la entregó el profesor de comprensión a la hora del descanso; me dijo que nos la habían enviado los del otro once para que hoy mismo la firmáramos. Los jóvenes no podían creerlo, estaban furibundos y sorprendidos. Me pidieron que si podían ir a buscar al profesor para que le explicara al curso de qué se trataba ese engaño. Al tiempo subió el profesor con el estudiante que lo había ido a buscar. Tenía el rostro pálido y desencajado. Comenzó a tartamudear. No sabía que decirles. Entonces finalmente, dijo: esa carta me la pasaron un grupo de muchachos del otro once, pero no voy a decir sus nombres. Todos supieron que estaba mintiendo, la carta había sido escrita por él —en complicidad con otros profesores— como método para lograr delatar a los jóvenes que supuestamente incitaron al resto.
Las directivas se enteraron de esta situación y no quisieron pronunciarse al respecto. Pero, por su parte continuaron en la tarea de hacer rendir a los jóvenes. Convocaron a reunión a los padres de los de once para advertir del peligro que encierran estos actos. Amenazaron con cancelar matriculas si volvían a presentarse hechos por el estilo. Y, a la personera, quien ya tenía expediente abierto por su participación en la “confabulación” para hacer despedir al profesor de comprensión, la hicieron reunirse con el Consejo estudiantil, los representantes de padres, las directivas y los representantes de profesores, para que pidiera disculpas públicas en nombre de los de once y, se comprometiera a no volver a participar en este tipo de actividades.
En situaciones como estas, se descubre claramente a quién le sirve el discurso del pluralismo y la tolerancia. A pesar de que se supone que “todos somos libres de pensar lo que queramos”, a la hora de la verdad, solamente las ideas que difunden las clases dominantes son permitidas y tenidas en cuenta como válidas, las demás, las que cuestionan, las que incomodan son reprimidas y rechazadas.
El discurso sobre la democratización de la escuela se contrapone abiertamente con la realidad. Las relaciones sociales al interior de este colegio concuerdan en muchos aspectos con los análisis que teóricos marxistas han realizado sobre la educación. En varios sentidos en este colegio privado de convenio, al contrario de generar una educación al servicio de los jóvenes populares, se han profundizado mucho más abiertamente las relaciones verticales y autoritarias que caracterizan la escuela capitalista, el conocimiento continúa estando alienado, ahora más que nunca con la aplicación de los lineamientos, estándares y evaluaciones centralizadas desde el Estado; los jóvenes continúan siendo formados bajo la ideología dominante, ahora con un discurso más abiertamente totalitario. En “colegios privados de convenio” como el estudiado, este discurso-práctica se impone como un pensamiento único. Mientras tanto, la realidad de estos jóvenes populares que sigue empeorando, se contrapone y a la vez denuncia el contenido de clase del discurso de moda sobre la democracia y la equidad social.
4. ¿Existen alternativas?
Sí. Pero estas no se encuentran en las reformas o políticas que el Estado, como organizador de la violencia de las clases dominantes, imponga en la escuela. Las alternativas se encuentran en la experiencia y conocimiento de los jóvenes populares y de sus padres, quienes necesariamente tendrán que entrar a jugar un papel muy importante en los cambios requeridos en la educación. También está en los profesores que decidan sin reservas, poner sus conocimientos y experiencias al servicio de los sectores populares haciendo un deslinde con los intereses del Estado, que representa los intereses de las clases dominantes.
Los caminos no están trazados, es necesario indagar en la actividad diaria para establecer formas de organización, de lucha y de movilización que obedezcan a las condiciones actuales. Sin embargo, hay varias cosas claras: *las políticas de reformas educativas que se vienen desarrollando no generan una educación que sirva a los intereses de la mayoría de la población, sino del gran capital. * Las luchas individuales, ya sean de profesores o estudiantes no sirven para contrarrestar la arremetida que se viene desatando contra la formación integral de las jóvenes generaciones. * Sólo la movilización desde abajo (desde los sectores más empobrecidos de la población) y teniendo como objetivos realizar rupturas en las relaciones de producción e ideas dominantes, se podrá construir alternativas que apunten a miras más elevadas de un cambio social.
|