Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

KOROSRAIKWAN ISUKUN

Hablemos de lo que ocurrió a la chucha y al armadillo

La chucha y el armadillo hablaron de lo que iba a venir, de lo que iba a pasar.
Todo comenzó una vez mientras la chucha pensaba así:
- Quiero ir a coger unas gallinas y no sé lo que me pueda pasar. Por eso quisiera consultar con un sentidor; pero no me atrevo, tengo miedo, mucho miedo de ir. Tal vez me vaya mal o quizás no pase nada. Puede ser que se den cuenta y tengan que hablar algo de mí. A lo mejor me ven o de pronto paso inadvertida. Estoy muy nerviosa y no sé qué hacer: ¿voy a consultar o no voy?.....¡Sí, mejor voy!
Y se fue donde el sentidor y hablaron. La chucha nunca debió pensar en ir ni hacerlo, pero lo pensó y así lo hizo. Fue a consultar aunque de todos modos estaba dispuesta a ir por la gallina.
Llegó donde el padrino armadillo, preguntándole, diciéndole que sintiera. Así le habló:
- Tengo mucho antojo por una gallina y eso no me deja vivir tranquila, no puedo caminar, ni estar sentada, ni acostarme, tal es mi desespero. Para calmarme pienso ir a traer una gallina y sobre esta idea le he venido a consultar.
El padrino armadillo se acomodó bien para sentir; las señas eran malas y se preocupó. Y dijo así a la chucha:
- Mi sentido hormiguea en la rodilla como si vinieran problemas, el párpado me da sentido de que va a haber lágrimas, mi boca me da señas de que se van a hablar malas noticias.
En sus sentidos, el armadillo sintió también al mosco verde de la carne que venía zumbando. Y su oreja le señaló que iba a haber muchos moscos zumbando por allí en los días siguientes.
El armadillo le contó a la chucha todas las cosas que sintió.
Pero ese consejo, esas palabras no alcanzaron a entrar a sus oídos porque ella no les prestó atención. Dijo:
- E..... e..... e..... m..... m..... m.....; ¿si me pasará así?, ¿tal vez ocurrirá eso?, ¿si será eso así?
Esa fue su única respuesta.
No hizo caso de las palabras del sabedor, pasó por encima de su consejo, le volteó la cara y se fue.
Esa noche partió para el gallinero en busca de la gallina que quería coger, pues finalmente las ganas la vencieron. Se puso en camino tal como lo deseaba desde un comienzo.
Cuando llegó, agarró una gallina con sus afilados dientes. Esta, al sentir el dolor, gritó cacareando fuerte hasta que la escucharon los dueños.
Estos se dijeron:
- Ahí está otra vez esa chucha como siempre, de nuevo ha vuelto a molestar.
Y cogiendo un palo que tenían preparado, corrieron furiosos hacia el lugar de donde provenían los gritos de la gallina.
Hasta allí llegó la vida de la chucha. Cuando la alcanzaron, la apalearon hasta dejarla fría.
Esa misma noche, mientras todo esto acontecía, el padrino armadillo estaba en su casa sentado y con su sentido alerta, funcionando. Sentía que por allí había una gente que estaba muy brava, pero no sabía contra quien. Sentía renegar y que pegaban tres veces con un palo. Y se preguntaba:
- ¿Qué será lo que está pasando?
Y pensaba que tal vez serían los dueños de la gallina.
Al amanecer, aún antes de aclarar bien el día, el armadillo salió para su trabajadero que quedaba lejos. Yendo por el camino, vio, de pronto, que se levantaba una nube de moscos que zumbaban. Y se paró para mirar, asustado:
- ¿Qué será lo que hay aquí que se levantan tantos moscos?
Se asomó y vio allí a su ahijada, muerta. Y se asustó.
Quiso seguir su camino, pero se dio cuenta de que había pasado algo muy grave. Recordó lo que había aconsejado a la chucha, y dijo, como si hablara con ella por última vez:
- No me hiciste caso, pisoteaste mi consejo y lo dejaste atrás.
Siguió su camino, pero no iba tranquilo y continuaba reflexionando:
- Todo mi consejo no lo quisiste aceptar, lo despreciaste y hasta allí llegó tu vida: así te llegó la muerte.
Y también pensaba:
- Para que, más tarde, no pase nada igual, para que no vuelva a caer una vergüenza tan grande sobre la comunidad o sobre la familia, la historia de la chucha debe ser contada a los niños; ellos deben conocer esta experiencia.

(Habló Manuel Jesús Tunubalá, de Pueblito)

 
 
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