Popayán, Agosto 18 de 1989
Señores
H. CONSEJO ACADÉMICO
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
Ciudad Universitaria
Bogotá, D.E.
Atento saludo:
Como docente e investigador adscrito al programa de Antropología de la Universidad del Cauca, deseo manifestar ante esa H. Corporación mi extrañeza por la actitud asumida por el antropólogo LUIS GUILLERMO VASCO U., profesor de esa prestigiosa Universidad.
Durante su año de estadía en Guambía el profesor Vasco en ningún momento se acercó a nuestra Institución a tratar algunos planteamientos e hipótesis, con los cuales él no está de acuerdo, sugeridos de nuestra parte en diversos artículos y publicaciones. Sin embargo y a pesar de esta actitud tan poco académica y científica, el profesor Vasco en la Cartilla (Historia y tradición guambianas. Somos raíz y retoño), publicada a nombre de la Fundación Colombia Nuestra, de la Universidad Nacional de Colombia, del Comité de Historia del Cabildo del Pueblo Guambiano y con el patrocinio de Colciencias, en el capítulo titulado “Las Mentiras de los Blancos”, la emprende contra la mayoría de quienes hemos investigado nuestro proceso histórico regional falseando algunos de nuestros planteamientos y lo que es peor, citando tendenciosa y amañadamente artículos míos que ni siquiera aparecen en la bibliografía de la citada Cartilla.
Aunque para quienes nos desenvolvemos en el medio académico-universitario de la Antropología es conocida la trayectoria del profesor Vasco, su esquematismo conceptual y su poca capacidad de diálogo fructífero, no por eso podemos permitir que en nombre de la investigación científica y lo que es más grave, en nombre de una de las pocas instituciones que todavía es reserva ética y moral de este país, la Universidad Nacional, de haga apología de la agresión y prácticamente se nos señale como “investigadores de servicio” en contra de los intereses y de la cultura de la comunidad guambiana y a favor de sus explotadores.
En la página 20 de la Cartilla el profesor Vasco, dice:
Beatriz de Ruiz, según dice, siguiendo al historiador Guido Barona y a otros radicados en Popayán, insiste en que “en ninguno de los informes de los españoles figura un grupo como el guambiano”.
Más bien se inclina a creer que somos una “organización socio-cultural estructurada desde fines del siglo XVIII y hasta el presente, sobre la base del proceso histórico de desarticulación de los grupos originales de esta región por parte del español”. “Son un grupo indígena producto de la pérdida de la estructura social de los aborígenes regionales”.
0 sea que se suma al argumento de que somos después de los españoles y, por lo tanto, con menos derecho a la tierra que los terratenientes que la han usurpado. Aunque ya no dice que somos traídos por los conquistadores sino, peor aún, creación suya a partir de los restos de pueblos que quedaron después de sus destrucciones.
Aunque el “análisis” contenido en estos tres párrafos desdice de la calidad científica del profesor Vasco, no voy a referirme a sus argumentos y conclusiones sino a la falta de ética de quien amparado por la trayectoria de la Universidad Nacional se atreve a manipular las citas tratando de engañar y confundir a los lectores de la Cartilla.
En las páginas 33 y 34 del libro (Lenguas Aborígenes de Colombia. Descripciones: La Predicación en Guambiano), de la etnolinguista Beatriz Vásquez de Ruiz, publicado por el Centro Colombiano de Estudios en Lenguas Aborígenes, en 1988, con el apoyo del Centre National de la Recherche Scientifique, de Colciencias y de la Universidad de los Andes, la mencionada investigadora plantea:
Es sólo con la expedición de Don Juan de Borja, presidente de la Real Audiencia de Santa Fe, en 1605, cuando la frontera bélica comienza a ceder efectivamente con el enfrentamiento en Chaparral (Tolima) de los españoles aliados con los nataigamas y los coyaimas, quienes eran pijaos, contra otros grupos y organizaciones sociales de esta etnia. La estrategia de Don Juan de Borja consistió en desalojar del Valle del Magdalena a estas organizaciones cacicales y obligarlas a adentrarse en el territorio cordillerano. Este hecho produjo una transformación radical en sus sistemas de adaptación, en las tecnologías y estructuras agrarias, manufacturas, recolectoras, etc., al reducir el espacio de ocupación territorial propio de las organizaciones sociales aborígenes. Esta situación también precipitó enfrentamientos inter-étnicos entre los diferentes grupos que habían visto reducir su espacio. El hecho cierto es que a partir de este momento y en referencia a esta región, no se volvió a saber nada de estas comunidades ya que la penetración española en el territorio cordillerano fue tardía y nunca acabada, como lo demuestra la existencia de encomiendas de indígenas hasta finales del siglo XVIII, proceso característico de toda frontera móvil, que pone de manifiesto la persistencia de los factores de resistencia al proceso aculturador. Con base en lo anterior se afirma como una hipótesis que, debe comprobarse a través de la investigación etno-histórica y arqueológica, que los guambianos constituyen un grupo indígena producto de la pérdida de la estructura social de los grupos aborígenes regionales.
La parte subrayada se refiere al texto manipulado por el profesor Vasco y contiene la cita que la etnolinguista Beatriz Vásquez de Ruiz hizo de un trabajo que todavía no ha salido a la luz pública, y que me fue encargado por el Instituto Colombiano de Antropología para el Manual de Geografía de Colombia.
Como bien se puede observar, de toda la cita anterior no se puede llegar a las conclusiones que el antropólogo LUIS GUILLERMO VASCO, extrañamente me quiere adjudicar. Pero lo más grave es que el citado Profesor si siquiera se remitió al texto original citado por la etnolinguista. Por ello no pudo establecer que los “otros radicados en Popayán”, si bien conocen muy bien a esta ciudad y la región, no son oriundos de ella y tampoco trabajan con las instituciones aquí radicadas. El et. al. de la cita se refiere a los antropólogos Roberto Pineda Giraldo y Augusto Gómez L. Sin embargo y para evitar malos entendidos debo advertir que los análisis históricos correspondientes al período colonial son de mi exclusiva responsabilidad, correspondiéndoles a los antropólogos mencionados la autoría de las descripciones y de los análisis de la situación indígena colombiana de los siglos XIX y XX.
Con la presente sólo deseo dejar consignada ante esa H. Corporación, mi protesta por la postura anti-ética asumida por el profesor LUIS GUILLERMO VASCO. Es lamentable que todavía hay quienes no se han dado cuenta que la crisis de la sociedad colombiana actual compromete gravemente a todo el sistema educativo y a quienes hacemos parte de él. Que en este orden de ideas, continuar con los vicios del señalamiento ideológico y confesional, aunque para ello se tengan que manipular los textos y los libros de divulgación científica, es propiciar y contribuir en el terreno académico con la “guerra sucia” y es impedir que el debate y el libre examen y análisis de las hipótesis contribuyan a darle comprensión a nuestra realidad y a comprometer nuestros intereses y nuestros esfuerzos para la construcción de una sociedad más justa y menos vergonzante de sí misma,
Sin otro particular se suscribe de los miembros del H. Consejo Académico de la Universidad Nacional, Cordialmente:
GUIDO BARONA BECERRA
Profesor
UNIVERSIDAD DEL CAUCA
C.C. Profesor Luis Guillermo Vasco
Cabildo Indígena de Guambía
Profesora Beatriz Vásquez de Ruiz
Profesores de Antropología de la Universidad del Cauca
|