Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

SOMOS RAÍZ Y RETOÑO

Anexo: Polémica sobre Investigación y Política > Carta abierta de L.G. Vasco sobre G. Barona

Bogotá, septiembre 13 de 1989

Señores
CONSEJO ACADÉMICO
Universidad Nacional de Colombia
Ciudad Universitaria
Bogotá, DE.


Respetados Señores:


En mi calidad de profesor Asociado del Departamento de Antropología de la Universidad, me dirijo a ustedes en referencia a la carta que les fue enviada por el profesor de la Universidad del Cauca, GUIDO BARONA BECERRA, el pasado 18 de agosto.

Durante un año, agosto de 1987 a julio de 1988, residí en Guambía, Cauca, para realizar la investigación “Recuperación de la historia y tradición oral en Guambía”, solicitada por el Cabildo Indígena de esa comunidad y efectuada en forma conjunta con los miembros del Comité de Historia del mismo Cabildo. Durante ese tiempo, el profesor Barona nunca se hizo presente allí para discutir con la comunidad o conmigo sus teorías sobre el origen de los guambianos.

Por tal motivo, debo confesarlo, tanto los guambianos que trabajan conmigo, como otras personas vinculadas a la comunidad, su organización y sus luchas, y yo mismo, desconocíamos los aportes del profesor Barona al respecto. Incluso, ignorábamos su misma existencia hasta la aparición del libro de la profesora Beatriz Vásquez de Ruiz, el cual conocimos poco antes de mi salida de Guambía, en el momento en que la guerra sucia, ella sí real y no imaginada en la academia, hizo su entrada a la comunidad con el secuestro y posterior asesinato de uno de sus dirigentes.

Eso explica por qué en el folleto Historia y tradición guambianas. Somos raíz y retoño, publicado por la Fundación Colombia Nuestra y con la indicación de que se trata de una publicación de la investigación mencionada arriba, realizada por la fundación, la Universidad Nacional (que me concedió el tiempo para ella), el Comité de Historia del Cabildo Guambiano y el patrocinio de Colciencias, no se hace ninguna mención directa a trabajo alguno del profesor Barona ni a sus planteamientos.

El folleto (del cual adjunto un ejemplar) es explícito en ello, diciendo: “Beatriz de Ruiz, según dice. siguiendo al historiador Guido Barona...”. Iniciando el párrafo siguiente, según cita el profesor Barona en la página 2 de su carta: “Más bien se inclina a creer que somos una ‘organización socio-cultural...’”.

Para terminar la referencia así: “O sea que se suma al argumento de que somos después de los españoles y, por lo tanto, con menos derecho a la tierra que los terratenientes que la han usurpado”.

Está muy claro que estos tres párrafos se refieren a los planteamientos de Beatriz de Ruiz y para nada al profesor Barona. Incluso se hace la salvedad de que es la autora mencionada quien dice seguir al profesor Barona, como puede verse en la parte subrayada. Y ello precisamente porque no conocíamos el trabajo de dicho profesor, razón por la cual no aparece en la bibliografía del folleto.

Si se mira el libro de la profesora de Ruiz, puede verse cómo no utiliza comillas de ninguna clase, haciendo imposible darse cuenta de que se trata de citas textuales tomadas del trabajo inédito del profesor Barona, como él lo afirma en su carta.

Pero si nada aseveramos del profesor Barona, excepto que la lingüista de Ruiz dice basarse en él, seguirlo, sin que ello nos conste a los autores del folleto, ¿cuál es la causa que motiva la carta del citado profesor?.

¿Obedece, tal vez, a un cierto deseo de hacerse notar?, ¿quizás a un algo de complejo de persecución?, ¿tantos años entre los archivos le habrán dificultado la comprensión del castellano de hoy? No logro encontrar una explicación satisfactoria.

Me excuso de repetir la extensa cita con que el profesor Barona inicia la página 3 de su carta, pero ella muestra cuál es la real calidad científica de su trabajo y cuál la validez de sus argumentos.

Todo lo que allí se afirma se refiere explícitamente a la expedición de Don Juan de Borja al Valle del Magdalena, a la zona que hoy es Chaparral, Tolima, para desalojar a algunos de los grupos pijaos allí asentados. Son estos grupos quienes penetran en su huida en la vertiente oriental de la Cordillera Central. Ellos son quienes sufren una transformación radical y se enfrentan a otros grupos étnicos. Su cita termina así: “El hecho cierto es que a partir de ese momento y en referencia a esta región, no se volvió a saber nada de estas comunidades ya que la penetración española en el territorio cordillerano fue tardía y nunca acabada....”. (subrayados míos).

Es perfectamente claro que toda la cita hace referencia a la vertiente oriental, incluso sólo para ella es verdad aquello que he subrayado, y no a la occidental, la habitada por los guambianos, en donde la penetración española fue rápida y completada muy pronto.

¿Cómo entonces, si no es con una burda manipulación, obvia por lo demás, puede el profesor Barona utilizar esa cita para extraer con conclusiones sobre el origen de los guambianos, ubicados en la vertiente opuesta, en condiciones contrarias a las que allí se mencionan y encontrados por los españoles en esa zona desde su llegada? Y, ¿de dónde su interés en cuestionar lo que está claro y es evidente en los cronistas?

El folleto en cuestión, Somos raíz y retoño, muestra que se trata de un problema planteado en una región específica y en un momento determinado. Y que el profesor Barona no es el único en preguntarse, contra toda evidencia, por el origen de los guambianos, contestándose, así sea sólo con una hipótesis, que no son un grupo existente a la llegada de los españoles sino resultantes de la acción de estos.

El folleto objeto de esta discusión cita ampliamente a los conquistadores y cronistas españoles para mostrar cómo, desde sus primeras entradas la región, encontraron la provincia de Guambía, rica y muy poblada, y cómo, luego de derrotar a los guambianos, hicieron alianza con ellos para que, encabezados por su cacique Diego Calambás, participaran en el intento de derrotar a los paeces.

A lo cual se suma el hecho de que la palabra Popayán, nombre del gran poblado ocupado por los españoles, es una palabra guambiana.

¿A qué viene, entonces, el alboroto sobre la necesidad de encontrar el origen de los guambianos?, ¿y por qué comienza poco después de que los terratenientes se apoderan de las mejores tierras del Resguardo? ¿Por qué se desconocen todas las evidencias de que los guambianos estaban allí a la llegada de los españoles?. Y, sobre todo, ¿a quién beneficia esta discusión?

El folleto muestra muy claro que sirve a los terratenientes y a otros interesados en despojar de sus tierras a los guambianos.

A toda persona que haya estado al tanto de los recientes conflictos de tierras en Guambía, le consta directamente que tales han sido los argumentos esgrimidos por los terratenientes y sus periodistas y por los miembros de la Junta Urbanizadora que arrebató tierras guambianas hace poco.

Argumento que aparece en las declaraciones de los “dueños” de las haciendas a la prensa con motivo del inicio de las recuperaciones de tierras en 1980. En los comunicados y hojas volantes que ha hecho circular la Junta Urbanizadora. En las numerosas discusiones que, sobre el tema, se han realizado con la mediación del Incora, el PNR, etc. Argumento utilizado todo el tiempo como base para negar el derecho de los guambianos a su territorio porque “ellos llegaron después de los españoles” o “fueron traídos por ellos”.

Argumento que comenzaba a calar en algunos miembros vacilantes de la comunidad misma, hecho que motivó el que el Cabildo del año pasado nos solicitara la elaboración del folleto en cuestión.

Es evidente, pues, que tales teorías, hipótesis, suposiciones, sirven clara y recurrentemente como armas en contra de los guambianos, esgrimidas por aquellos que ocupan o ambicionan sus tierras. Y ello así no fuera esa la intención del profesor Barona al formular sus planteamientos.

Soy completamente consciente de que, como lo plantea el profesor Barona, “la crisis de la sociedad colombiana actual compromete gravemente a todo el sistema educativo y a quienes hacemos parte de él”. Por eso considero fundamental que tal compromiso sea tenido en cuenta en el momento de formular hipótesis y teorías y, principalmente, de hacerlas públicas y que haya una viva preocupación por el efecto de las mismas sobre los actores de la vida social.

Este es, a mi manera de ver, el principio ético fundamental que debe guiar la acción de quienes hacemos parte de ese sistema educativo, académico y científico en el país.

En las condiciones de la Colombia actual no es posible seguir haciendo afirmaciones con criterios exclusivamente academicistas, como si las Universidades y Centros de investigación fueran compartimentos cerrados, aislados del resto del país, de los cuales nada irradia al exterior, y cuyos productos y resultados para nada afectan a las diferentes fuerzas en pugna dentro de la sociedad.

Es más, creo que para que las instituciones académicas y científicas como la Universidad Nacional puedan seguir siendo reservas éticas y morales del país, es preciso que en ellas pueda darse el libre examen de las consecuencias y efectos socio-políticos del trabajo que en ellas y otras instituciones se realiza con carácter científico. Si este se convierte en un campo vedado para el quehacer científico, tal reserva ética y moral se derrumbará dentro del caos de irresponsabilidad que sacude a Colombia.

Por eso no entiendo a qué se refiere el profesor Barona cuando habla de “apología de la agresión”, pues nada encuentro en el folleto que pueda interpretarse en tal sentido. ¿Será parte de los fantasmas que parecen acosarlo?

Por último, observo que el profesor Barona a lo largo de toda su carta, sistemáticamente, se empeña en desconocer la coautoría del folleto por parte de dos guambianos, miembros del Comité de Historia de la comunidad. ¿Acaso los considera incapaces de pensar?, ¿de participar en un trabajo de investigación como sujetos del mismo y no como simples informantes?, ¿de cuestionar los planteamientos o hipótesis que los perjudican? No lo sé; pero, para mí, esta actitud revela, sin ningún lugar a dudas, de parte de quién está el profesor Barona.

Agradeciendo su amable atención a la presente.

Atentamente,

LUIS GUILLERMO VASCO URIBE
Profesor Asociado Departamento de Antropología
Universidad Nacional de Colombia


c.c. Cabildo del Pueblo Guambiano
Comité de Historia Guambiano
Consejo Directivo, Facultad de Ciencias Humanas, U. Nacional
Fundación Colombia Nuestra
Profesor Guido Barona Becerra
Profesora Beatriz Vásquez de Ruiz
Profesores de Antropología Universidad del Cauca
 
 
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