Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

SOMOS RAÍZ Y RETOÑO

Anexo: Polémica sobre Investigación y Política > Carta abierta de L.G. Vasco a B. de Ruiz

Bogotá, diciembre 4 de 1989.

Profesora
BEATRIZ VÁSQUEZ DE RUIZ
Departamento de Antropología
Facultad de Humanidades
Universidad del Cauca
Popayán.


Señora Profesora:


Aunque un poco tarde por falta del tiempo suficiente para hacerlo antes, me refiero a la carta enviada por usted a los miembros del Consejo Académico de la Universidad Nacional de Colombia, de la cual soy profesor, sobre la cartilla Somos raíz y retoño.

Quiero comenzar con algo que me parece secundario, su afirmación de que se la cita como si "fuera historiadora". Releyendo la cartilla no he encontrado en ella tal afirmación, por lo cual concluyo que se trata de una invención de su parte. En cambio, encuentro que su propio texto sobre La predicación en guambiano comienza con un análisis de la "Situación histórica del grupo guambiano", al cual hacemos referencia en nuestra publicación.

En mi carta de comentarios sobre la enviada por el profesor Guido Barona al Consejo Académico de la Universidad Nacional de Colombia, hacía notar ya la extraña manera como usted hace citas textuales de otros autores, sin utilizar para nada el entrecomillado de los textos, lo cual se presta, obviamente, para que sus lectores no logren identificar lo que es de su autoría con lo que corresponde a los autores citados, ni se pueda saber si los cita al pie de la letra o, por el contrario, retomando las ideas de ellos con sus propias palabras y, por ende, con su propia interpretación. Esto no significa que se ignoren las notas de pie de página, sólo que ellas no permiten adivinar lo que ocurre.

Lo que considero fundamental es mostrar la falsedad de su afirmación de que lo que se propone es "presentar las tres hipótesis básicas que hay sobre el origen de los guambianos" y plantear "que ninguna de ellas ha podido ser probada objetivamente". Porque un texto no dice solamente lo que en frases sueltas plantea el autor, sino también lo que su estructura induce y lo que su manera de presentar las cosas hace entender al lector. Y es este el aspecto que paso a tratar.

Usted comienza afirmando que "el proceso histórico de la comunidad guambiana presenta particularidades en lo referente a su origen las cuales lo hacen diferente del resto de grupos indígenas ubicados actualmente en la zona". Y el lector se queda esperando que entre a exponer, al menos, esas particularidades. Sobre todo porque, se supone, son ellas las que van a explicar porqué ciertos historiadores y otras personas, como usted, se quiebran la cabeza tratando de confundir lo que está bien claro desde la llegada de los españoles: el origen de los guambianos.

Las dichosas particularidades no aparecen por ninguna parte en su trabajo y la expectativa del lector queda insatisfecha. Pero su afirmación sí la dota a usted de una coartada para desarrollar el tema; creando, además, en quien la lee, la duda, la inquietud sobre la "rareza" de los guambianos.

Luego, dice que "existen básicamente tres hipótesis sobre la procedencia de los guambianos". Es decir, que afirma, sin afirmarlo y, por eso, de mala fe, que los guambianos proceden, es decir, que no son del lugar en donde habitan actualmente, que son, entonces, procedentes, venideros. Es claro que se trata de que el lector quede desde el principio con la idea de que han llegado de afuera, a pesar de que usted hace esfuerzos por disimularlo al considerar, más adelante, la posibilidad de que sean originarios de la zona que habitan.

Respecto de la primera hipótesis, usted concluye: "hasta el momento no se ha probado la relación del guambiano con el quechua o con otras lenguas del Ecuador". Dicho así, es verdad. Pero usted como lingüista sabe que esta es sólo la mitad de la verdad, que hay otra mitad que calla y, al callarla, falsea la realidad. Usted sabe que no sólo no se probado la relación del guambiano con el quechua, sino que se sabe con certeza que no la hay, excepto algunos quechuismos. Otra vez, su manera de decir las cosas deja flotando la duda, cuando ya hay una certeza en contrario.

La segunda hipótesis contempla la posibilidad de que los guambianos sean originarios de la zona en donde se encuentran actualmente. Pero, a renglón seguido y sin todavía argumentar nada, nos dice que "este planteamiento se ve afectado al analizarse la documentación histórica española de la época", tendiendo así una sombra de duda sobre la hipótesis. Y esto sin que el análisis de tal documentación sea hecho, ni se diga cuáles son los argumentos en contra de la hipótesis.

Para acabar de desecharla, en el párrafo siguiente usted remata con una mentira total y que contradice todas las evidencias: "en ninguno de los informes de los españoles figura un grupo como el guambiano". Falsedad palmaria si se tiene en cuenta que desde pocos años después de la entrada española a la región, los cronistas mencionan que éstos encontraron allí a los guambianos. Muestras de tales menciones aparecen en nuestra cartilla, por eso me excuso de repetirlas aquí. Además, son tan conocidas que no tenerlas en cuenta no puede ser sólo cuestión de ignorancia.

Las otras "pruebas" que aduce a continuación para demostrar que el origen local de los guambianos no puede sustentarse, no son argumentos de validez científica, sino simples prejuicios, juicios de valor que hacen parte de las mentiras que sobre los guambianos, y para tratar de desmoralizarlos, han venido propalando ciertos sectores, especialmente aquellos vinculados al Comité Ejecutivo del CRIC.

La intensa transculturación no prueba que se sea o no originario de una región; grupos que sí lo eran llegaron, incluso, a integrarse y desaparecer. Y menos aún prueba nada "la fama" que tenga o haya tenido algún grupo indígena. Si de esta índole son las categorías y argumentos que maneja en su análisis lingüístico, bien pobres han de ser sus resultados.

También es falso que los guambianos no hayan tenido fama como guerreros, como se desprende de múltiples documentos de la conquista; hasta llegan a decir que los paeces, guerreros "famosos", temían más a los guambianos que a los mismos españoles.

Sobre la tercera hipótesis, la del historiador Barona, ya he presentado mis argumentos en contra en la carta mencionada más arriba. Sólo quiero resaltar que, presentándola de última, exponiéndola en extenso, incluyendo toda su argumentación, no haciéndole ningún comentario que la afecte, no dando argumentos en su contra, como sí lo hace con las anteriores, usted toma partido por ella y deja la idea de que es la más posiblemente cierta. Y, citándola sin comillas, la hace suya.

En cuanto a la cuarta de las "tres hipótesis" que usted nos expone, la de Schwarz, refutada por usted y por Pineda, sería bueno conocer las características del "rito caníbal" con el que, según usted, los guambianos caracterizan su conflicto inter-étnico con los pijaos y que se encuentra, según nos dice, en sus leyendas y en su tradición.

Queda claro de qué manera la estructura de su texto, la forma como plantea y muestra las distintas hipótesis, lleva claramente, así no lo afirme en forma tácita, a negar el planteamiento de los guambianos: somos de aquí.

Y en nuestra cartilla ya hemos mostrado a quienes sirven estos planteamientos, como lo he ratificado en mi carta sobre el profesor Barona: a quienes niegan a los guambianos el derecho a sus territorios. Este es el sentido que tiene lo de "investigadores de servicio", denominación que considero válida, pues ella muestra la realidad del efecto social de tales planteamientos y no depende, por tanto, de la buena o mala intención de quienes los sostienen.

Precisamente, la cartilla tiene un sentido y un objetivo políticos: afirmar el Derecho Mayor de los guambianos, cuestionado por personas como usted. No es, a todas luces, un texto académico como pretende ser el suyo, por eso el estilo es diferente.

Por eso no me parece ninguna acusación aquella de usar "el estilo panfletario propio de los marxistas ortodoxos de los años 60". Considero que debe usarse en los casos en que sea necesario y adecuado, como éste. Pero es falso que en nuestra cartilla se señale "a las personas que hemos hecho investigaciones de cualquier índole en Guambía". Allí se señala únicamente a aquellas, como usted, cuyos trabajos han buscado debilitar a los guambianos, a su lucha y a los fundamentos de ella.

Como ha ocurrido con el trabajo lingüístico que ha inventado una inexistente lengua Totoró para dividir a los guambianos y tratar de que no continúe el acercamiento entre las comunidades de Totoró y Guambía, ya iniciado, negando lo evidente: que la lengua indígena que se habla en Totoró es guambiano.

Por supuesto, prefiero el estilo panfletario al de los pasquines, que es el que usted emplea, en donde los insultos reemplazan a los argumentos ("irresponsable", "antiético", "deshonesto", "malintencionado", "tergiversar", "tendencioso", "maliciosamente", desdice de la seriedad", "manipula", "riñe con la verdad", "falta de personalidad", "mala fe", "forma vergonzosa", "abusando de la hospitalidad y buena fe de la comunidad", "enloden", "desdice de la responsabilidad profesional y de la calidad humana", "fomenta el estilo de secta", etc., etc.).

Otro aspecto que quiero recalcar es que usted, como el profesor Barona, persiste todo el tiempo en desconocer la coautoría del texto por parte de los dos compañeros guambianos miembros del Comité de Historia y con quienes realicé durante un año un trabajo conjunto de investigación y análisis. Y esto de mala fe, porque usted sabe bien cómo se hizo nuestro trabajo. Pero trata, al mismo tiempo, de clavar una cuña entre ellos y su comunidad y yo, y de no cerrarse las puertas para sus futuros trabajos en Guambía.

Entiendo, claramente, que personas como usted no pueden aceptar que los guambianos, y los indios en general, son capaces de pensar, de investigar, de conocer las cosas que les atañen. Subvaloración y prejuicio del cual pude contemplar personalmente buenas muestras durante su trabajo con el Comité de Lingüística y con los maestros de la comunidad guambiana. Ahora entiendo por qué se negaba a aceptar hasta la posibilidad de que pudieran darse los problemas que los compañeros le planteaban en busca de su análisis y discusión. Y por qué convertía la actividad de los compañeros guambianos que trabajaban con usted en motivo de chistes y burlas con sus colegas del postgrado de la Universidad de los Andes.

Por eso puede atreverse a dudar de la calidad de la investigación realizada con los compañeros del Comité de Historia, o afirmar que me he escudado en forma vergonzosa en la comunidad para lanzar mentiras.

Por eso le ratifico, aunque veo difícil que pueda ser captado por mentes como la suya, cómo ocurrió lo de mi trabajo. Fue el Cabildo del año 86 quien me invitó a colaborar con el Comité de Historia, y no a asesorarlo, como hacen usted y otros asesores profesionales de algunas organizaciones indígenas, en un trabajo iniciado por ellos desde 1982. Y todo el tiempo fue una actividad conjunta, en donde cada parte aportó sus conocimientos y capacidades.

También fue el Cabildo, el de 1988, quien solicitó que se escribiera la cartilla, precisamente para contrarrestar el efecto que el trabajo de zapa de ciertos investigadores, como usted, estaba produciendo al debilitar la confianza de algunos guambianos en la validez de su lucha por la recuperación de parte de su territorio ancestral.

La cartilla fue escrita y discutida en un proceso que duró más de seis meses antes de ser impresa. Luego de publicada, fue hecha conocer dentro de la comunidad, comenzando por el gobernador y el cabildo de este año, y discutida por ella durante otros cuatro meses. Y, ya a finales del mes de mayo, el gobernador, quien ya la conocía y la había discutido con miembros de la comunidad, autorizó expresamente a que se distribuyera en forma amplia dentro de la comunidad y, principalmente, por fuera, en el medio en donde se mueven los autores de las teorías que desconocen los derechos guambianos. Es más, él personalmente la entregó a los maestros de la comunidad en una reunión que tuvo con ellos por esa época. Esto demuestra fehacientemente la falsedad de sus afirmaciones.

Y esto es algo que contrasta con sus trabajos, planeados a espaldas de las comunidades, comunicados a ellas en forma solamente parcial e intentados desarrollar sin que el Cabildo y las autoridades se enteren, aunque, al menos en el caso de Guambía, se vea finalmente obligada a revelarlos y aceptar las decisiones que allí se toman, como acaba de ocurrir con el trabajo que planea comenzar.

A propósito, y aunque usted dice haber enviado copia de su carta al Cabildo guambiano y a otras entidades, mientras usted recorría tratando de vender su idea ya prefabricada para la nueva investigación, yo estaba discutiendo personalmente con el Gobernador su carta, la del profesor Barona y mi respuesta a éste, y, en general, el problema suscitado. Llevándole yo una copia de su carta, pues el Cabildo, como ocurrió con algunas de las otras entidades, no la había recibido. ¿Sería mera casualidad?.

En cuanto a la seriedad de investigadores como usted y al estilo de algunos investigadores sociales de la Universidad del Cauca, me reservo mis comentarios para no entrar a detallar algunas cosas que resultaron evidentes durante mi estancia en Guambía.

Para su información, y para que no se deje guiar por chismes sin verificar, método digno de la "seriedad" de su trabajo, no fui yo quien trabajó la cartilla con los maestros durante el curso de profesionalización de julio, aunque sí estuve presente e intervine, sino los profesores y auxiliares de la Fundación Colombia Nuestra, encabezados por la profesora María Teresa Findji, a quien pertenece la frase entrecomillada que usted me atribuye, tal como podría verificarse en las grabaciones. Además de que no se trabajó la segunda parte, de la cual sólo se hizo mención en la forma anotada.

No había, pues, ninguna razón para que, posteriormente, a raíz de su intervención en el mismo curso, tratara de conmover a algunos guambianos con sus lágrimas de cocodrilo, en lugar de haber refutado nuestros argumentos y haber tratado de mostrar la verdad de los suyos. Lo cual constituye una nueva muestra de la "seriedad" de sus formas de trabajo con las comunidades.

Le agradezco reconocer que he mantenido mis principios básicos desde hace ya mucho tiempo, en lugar de haberlos arrojado por la borda a la primera oportunidad, o con el correr del tiempo, como ha ocurrido con otros, algunos de los cuales son bien conocidos por usted. Yo me enorgullezco por haberlos conservado.

Lástima que, en este campo, como le ocurre con el de la historia, su falta de conocimientos la obligue a repetir, en forma por lo demás desteñida e insulsa, argumentos y hasta frases de segunda o tercera mano y mal comprendidos, mal asimilados y mal empleados, como aquello de "la enfermedad juvenil de un izquierdismo mal entendido".

Finalmente, me tienen sin cuidado sus apreciaciones sobre el resultado de mi trabajo con los guambianos, pues no le reconozco ninguna calidad científica ni de otra naturaleza para ellas. Es a la comunidad a quien corresponde evaluar nuestra actividad y los efectos de ésta sólo se apreciarán con el tiempo.

Sin otro interés,

LUIS GUILLERMO VASCO URIBE
Profesor Asociado
Departamento de Antropología
Universidad Nacional de Colombia


c.c. Cabildo del Pueblo Guambiano
Comité de Historia del Cabildo Guambiano
Comité de Educación del Cabildo Guambiano
Consejo Directivo Fac. Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia
Fundación Colombia Nuestra
Profesores Depto. de Antropología, Universidad del Cauca
 
 
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