Pregunta de unos de los asistentes a Chindío Peña, compañero de la Orewa: ¿Gente preparada para qué?
CHINDÍO PEÑA:
Con la mirada hacia el futuro. Allá la necesidad más sentida fue la educación para que los negros y los blancos no explotaran tanto a los indígenas como lo venían haciendo al vender y comprar sus productos y al ir a la tienda a comprar sus cositas.
Para hacer frente a las cosas que ocurrieran, como la llegada de terratenientes. Los maestros gestionaron al INCORA la titulación de resguardos. La gente preveía lo que iba a pasar. Un maestro indígena no iba a poner problema de que no se amañara y se fuera.
MANUEL CISCO:
Parece positivo que la escuela llame a la gente y haga caseríos, pero es relativo. Si se analiza más profundo, formar caseríos es negativo porque se pierden algunos patrones culturales. Ahora en los albergues se ve un cambio total, se pierden cosas, hasta los saludos se cambian y se pierden.
CHINDÍO PEÑA:
Cuando la gente vivía dispersa en el río, la comunicación era poca. La gente se unía sólo cuando había fiestas, era como egoísta. La escuela abre los ojos a la gente, pero trata de asimilar a la gente y le muestra todas las cosas de afuera.
Cuando la gente se aglomera, comienza a trabajar en forma comunitaria. Antes de los españoles se vivía en comunidad, fueron los españoles quienes nos dispersaron.
DALIO PAPELTO:
Hay que hacer las diferencias al hablar del Chocó. La UNDICH (Unión de Indígenas del Chocó) la manejaban los Waunaan apoyados por el obispo. Los estudiantes comenzaron a rebelarse y el obispo fue echando del internado. Éramos unos 60 y sólo quedaron 3. Unos se quedaron en Istmina y los otros se fueron a Quibdó a estudiar. Se forman colonias en cada sitio y se quiere armar un bloque estudiantil y nace la OREWA, organización indígena estudiantil.
Luego las comunidades comenzaron a entender y a apoyar a la organización; la invitaban de la Coordinadora Nacional Indígena a Lomas de Hilarco como organización de estudiantes en contrapeso de la UNDICH. Algunos Waunaan apoyaron a la UNDICH hasta el tercer congreso de la OREWA, que se amplió.
El primer maestro fue José Melanio Tunay, en 1984. Era un maestro voluntario que entendió lo que hacía la organización. Luego murió.
Antes de 1986, un grupo comenzó a trabajar no muy claro; hubo problemas con el ejército que los confundía con guerrilleros y se suspendió el trabajo.
Se comenzó en el 86 en tres zonas. Se daba información y concientización y metodología para los maestros que tenían tercero a cuarto de primaria y manejaban poco el castellano. Los asesores eran todos no indígenas y no les entendían. La organización dijo que tenía que desaparecer porque no daba resultado.
Hoy, el eje central del trabajo es la profesionalización conjunta (Emberá, Waunaan y Catíos). La educación propia se construye a partir de los niños y del maestro que trabaja con ellos en su medio. Hay un currículo de básica primaria en borrador que se hace en la profesionalización con base en investigación de los 66 maestros que están vinculados como docentes ya nombrados.
MARCOS YULE:
La cuestión de los asesores es un poco complicada. El nuestro es un movimiento social que atrae a otros que quieren ayudar, pero que tienen sus propios intereses: unos quieren experimentar, otros quieren dirigir, otros contribuir a la maduración. Se buscan asesores en campos técnicos específicos.
Se trabaja en varios niveles: capacitación (un primer nivel), para aspirantes a ser profesores; actualización, con una continuidad permanente; profesionalización, para maestros en ejercicio; licenciaturas.
FELICIANO ULLUNÉ:
No desconocemos las asesorías, pero ha habido encontrones con lo que no es propio. Hay que verlas, pero si no funcionan, "hasta aquí llegamos".
Hablamos todas las cosas, pensamos todo entre todos, ¿por qué habría peleas? El mundo indígena no es de ahora. El mundo exterior llegó hace 500 años y es una pelea, uno por abarcar y otro por no dejar abarcar. Los asesores no saben todo lo que se piensa en las comunidades. Uno mismo tiene errores y se contradice, pues recibió la educación de afuera, que se contrapone con la educación propia que recibió. De todos modos, mal que bien, sin la asesoría no hubiéramos podido llegar hasta acá.
Pero hoy, dentro de la comunidad ya hay quienes pueden dar una profesionalización, porque hay padres de familia que no han perdido sus valores. Nuestros antepasados vivían mejor, eran más sabios y más inteligentes aunque no sabían leer y escribir. Uno ya sabe, pero no sabe qué educar ni qué decir a sus hijos e hijas.
PATRICIA ENCISO:
De lo que se ha dicho hasta ahora, se observa que existen ciertas preocupaciones comunes a las tres experiencias. Éstas se pueden concretar en los siguientes puntos que podemos tener en cuenta para la discusión:
1. Relación escuela-comunidad.
2. Relación con las autoridades educativas estatales.
3. El tipo de maestros que existe y sus problemas (maestros de fuera, abandonos continuos del cargo, coordinación y capacitación de maestros).
4. Participación de misioneros en los procesos educativos.
5. Currículo de una educación propia.
6. ¿Cómo manejar la interculturalidad?
7. ¿Educación dentro o fuera del aula?
FELICIANO ULLUNÉ:
Respecto a los misioneros, estamos ahí. Pero la realidad del mundo indígena es todos. Yo no desconozco todo de la religión, reconozco algunas cositas que me sirvieron y me sirven hoy. Pero concientizar a todos va a ser difícil; habrá un proceso. "Hay que parar como un guambiano más", decía Taita Lorenzo Muelas. Uno siente temor de hablar las cosas, pero hay que hablar y hablando se sabe.
Si yo crecí ahí, mis años pasarán y me seguiré a mí. Eso lo pensarán y harán los venideros, y lo mismo pasa con las instituciones. Hemos tenido un resentimiento, pero nunca hemos hablado en público todo lo que hay que decir. Nos toca hablar y ver qué hay que ir a hablar dentro de las comunidades. Preparar es hacer conocer para que la gente esté conciente.
CHINDÍO PEÑA:
La historia nos dice que el hombre evoluciona. Muchos religiosos reconocen el error que cometió la iglesia católica; pero, ¿para qué ya? Lo que hicieron ya lo hicieron. Ahora hay teología de la liberación. Los primeros [religiosos] llegaron imponiendo, los de ahora piensan lo contrario. Antes no respetaban las creencias nuestras, decían que era diabólico. Los actuales plantean respetar los valores culturales. Trabajemos en educación juntos, pero no toquemos la parte religiosa. Con ellos hay unidad, compañerismo, entendimiento. Eso es lo que nos gusta con ellos. Son puente con el obispo, pero respetan las políticas de la organización.
MARCOS YULE:
La alternativa no es frente a la educación misionera sino frente a la estatal, aunque los misioneros han sido los vehículos de ella. Estamos en una etapa de diálogo y compromiso, basados en el respeto. Si no hiciéramos esto, el conflicto seguiría siendo fuerte. El diálogo implica cambio de actitudes y asumir posiciones nuevas que permitan establecer relaciones horizontales. Si son religiosos, que sean coherentes con lo que dicen. Pero se ha peleado con ellos cuando toca, en casos específicos. Que partan de los valores propios; la gente puede optar por enriquecer y complementar esos valores. Eso implica no cerrarnos, eso es la interculturalidad. Es lo mismo que le planteamos al Estado. Todo se hace más fácil a medida que las comunidades construyamos un proyecto de vida. Lo que hacemos enriquece el conocimiento universal para vivir de una manera más armónica. Toca buscar con dios o con el diablo, pero teniendo claro nuestro proyecto de vida.
Claro que la comunidad está confusa por el sincretismo y por la forma como se trabajó antes alrededor de la iglesia. Algunos hablan ya de una iglesia autóctona. Si ellos torpedearon, con ellos mismos hay que reconstruir, si toman conciencia.
MANUEL CISCO:
Tocar con Dios y con portadores es algo grande. Nos basamos en Juan Tama: "al son de campanas obedeceremos, pero nuestras autoridades son los cabildos".
Al mismo tiempo hay que ir investigando y trabajando con nuestros orígenes y nuestros dioses. Y se va cambiando. Para convivir con los seres superiores, lo propio es superior y la gente se va dando cuenta. (Especialmente en la zona Norte y Caldono; no en Tierradentro, que sigue dominada por la religión). En el Norte, los "delegados de la palabra" trabajan la organización aunque sean dirigidos por los sacerdotes. Los religiosos se van quedando solos.
JESÚS MARÍA ARANDA:
Consolidar el uso de la lengua propia va bloqueando el trabajo de los católicos, pero el manejo de la lengua por los evangélicos les da más posibilidades que dan temor.
MISAEL ARANDA:
La evangelización de los evangélicos va rechazando ciertas características culturales, como la danza. Ahora hay padres de familia que están diciendo que no quieren que sus hijos aprendan las danzas.
FELICIANO ULLUNÉ:
Las dos sectas, evangélica y católica, están manejando dos exgobernadores: ¿Cómo pelear entre ellos?
CHINDÍO PEÑA:
El primer alfabeto Waunaan fue hecho en Panamá (1950-52) por Jacob Loewen. La gente aprendió a leer en ese alfabeto. En la primera profesionalización, un colombiano quiso imponer un alfabeto que era de aquí (Mejía); hubo mucha discusión pero ahora ese profesor se perdió. En la OREWA se han querido cambiar ciertos símbolos de los Emberá. Ahora quedan varios alfabetos distintos en Colombia y Panamá.
DALIO PAPELITO:
Lo que hacemos es para Colombia, no tenemos nada que ver con los de Panamá; allá ellos. Aquí hay Embera dobida, Embera chamí, Embera catío.
MARCOS YULE:
Hay talleres sobre religión tradicional; la idea es investigarla con su cosmovisión para capacitar a los maestros en filosofía y teología propias. Si se consolida desde el corazón de la gente, se ganará mejor que si se diera pelea. Se trata de reconstruir la memoria histórica. ¿Cómo hacer que los mayores y médicos tradicionales sean educadores, ya que ellos manejan toda una comunidad en el aspecto espiritual?
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