Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

SEMINARIO PERMANENTE INTERDISCIPLINARIO DE ETNOEDUCACION
Ministerio de Educación Nacional
Universidad Nacional de Colombia

4. PREPARACIÓN

La preparación del Laboratorio se inició con 9 estudiantes inscritos. Pero la decisión del Comité de Educación de recibir sólo 7 llevó a que dos de ellos siguieran en el curso, pero con la idea de trabajar con los Kankuamo de la misma Sierra Nevada de Santa Marta, región de Atánquez y Chemesquemena, previa aceptación escrita de las autoridades de estas comunidades.

Durante las semanas preparatorias, se realizaron sesiones diarias de por lo menos tres horas cada una, en las cuales los estudiantes presentaron reseñas escritas y orales sobre las lecturas y discutieron sobre las mismas en relación con las siguientes temáticas, que fueron introducidas por nosotros:

a) Los Iku
1. Características generales
2. Los procesos de lucha y recuperación
3. Socialización propia y etnoeducación
b) Etnoeducación
1. Lineamientos generales
2. Características
3. Ley 115 y su reglamentación para grupos étnicos
4. Escuela, parentesco, familia y comunidad
5. Educación escolar y socialización propia
6. Educación, conocimiento y cultura propios
7. Escolaridad y choque cultural
8. Problemas de lengua y currículo en la enseñanza
9. Educación y producción

Además, se incluyeron la reflexión y la orientación sobre los siguientes aspectos, necesarios para el buen desarrollo del Laboratorio:

a) Proceso de acompañamiento (sus propósitos y características)
b) Guía de trabajo de terreno
1. Observación de la situación en la escuela
2. Definición de áreas de trabajo
3. Proceso de conocimiento y trabajo conjunto con maestros
4. Participación en otras actividades
c) Trabajo sobre distintos mapas de la región
d) Trabajo con diapositivas y fotografías

Todo este trabajo se centró sobre un amplio grupo de lecturas de textos concernientes a las diversas temáticas generales. Así, se trabajaron 17 textos generales sobre los Iku, 10 más se tuvieron como referencia adicional; sobre etnoeducación, se leyeron y reseñaron 8 textos y otros 5 ampliaron el marco de referencia; respecto a la educación propia Iku, 7 textos, casi todos ellos monografías de grado, fueron el eje de la reflexión, además de una serie de documentos que fueron suministrados por el Ministerio de Educación.

Después de una exposición introductoria del tema por parte de uno o los dos orientadores del curso, la bibliografía se repartió entre los estudiantes, individualmente o por grupos, según el caso, y fue reseñada por éstos. Luego, en las distintas sesiones, expusieron sus puntos de vista para someterlos a discusión, además de entregar las reseñas por escrito.

En algunas sesiones se estudiaron los distintos mapas que fue posible obtener sobre la región y se seleccionaron aquellos que se debían llevar al viaje para guiarse sobre el terreno y recoger en ellos una parte de la información.

Las últimas sesiones se dedicaron a la metodología del trabajo de campo, las indicaciones sobre la obtención y registro de la información y un conjunto de recomendaciones prácticas respecto de la experiencia que se iba a vivir y sobre las condiciones de la misma.

Es de anotar que estas actividades se vieron seriamente perturbadas e interferidas en las últimas semanas por los engorrosos e insoportables trámites burocráticos no sólo para que la Universidad diera el dinero que le correspondía, cosa que finalmente no ocurrió en forma completa, debiendo dar el Ministerio de Educación una parte mayor de la que se había propuesto del auxilio de viaje de los estudiantes, sino aún para que la Universidad nos entregara el dinero que aportó el Ministerio.

De esta manera, la administración de la Universidad, en lugar de facilitar el trabajo académico, como debía ser, se convirtió en una traba y un obstáculo para el mismo.

5. DIFICULTADES EN SU DESARROLLO

La víspera de viajar a Valledupar, se presentó Leonor Zalabata, representante de Lorenzo Muelas en la Comisión de Reordenamiento Territorial, con una carta escrita por ella pero firmada por el Cabildo Gobernador, que planteaba que se debía aplazar el trabajo en la Sierra. De la conversación con ella, concluimos que el problema principal consistía en que no se había consultado con ella (no teníamos por qué, pues no es ninguna autoridad en su sociedad) y en que se iba a ir a “su comunidad” sin que ella diera permiso (no era seguro que se fuera a Seinimin y la propuesta era del Comité de Educación).

Por lo anterior, unido a que todo estaba listo para el viaje y los pasajes comprados, se decidió viajar y resolver las cosas directamente en el terreno. Los dos estudiantes que iban a ir a la región de Atánquez y Chemesquemena, no salieron con nosotros por falta del antes citado acuerdo escrito de las autoridades de la zona, el cual llegó después de nuestra partida. Con esa base, viajaron posteriormente, pero desligados del grupo y con condiciones diferentes de trabajo en el campo, entre ellas la no coordinación para una tutoría directa en la región por nuestra parte.

a. En Nabusímake

Al llegar a Nabusímake, encontramos una fuerte resistencia del Comité de Educación para coordinar y autorizar nuestro trabajo sin una orden escrita firmada por el Cabildo Gobernador. Por supuesto, no había organizado la reunión previa con autoridades y maestros y ésta, finalmente, no se hizo.

Sólo tres días más tarde fue posible localizar en Valledupar, por teléfono, al Cabildo Gobernador, quien reconoció que el trabajo había sido aprobado por él hacía varios meses y dio autorización para ir organizando todo mientras llegaba, pero el Comité no quiso hacerlo sin que la orden estuviera firmada.

Pese a ello, se hicieron dos reuniones con el Comité, explicando de nuevo toda la propuesta, con énfasis en sus objetivos y en la metodología del trabajo de acompañamiento en las escuelas. Y se encontró que había un malentendido, pues el Comité pensaba que íbamos a evaluar el trabajo de Etnoeducación, sin haber participado de él antes, excepto Patricia Enciso. Además, cuestionaba la capacidad de estudiantes de antropología para aportar en el campo de la educación. Para aclararlo, cada estudiante se presentó y explicó su trayectoria y posibilidades.

También se hizo una reunión con el mamu Kuncha, encargado de todo lo que tienen que ver con educación en el Resguardo. El planteó la posición de los mamu y el sector tradicional acerca de la educación formal escolarizada, “que roba sus niños a la comunidad”. Con esa base, nos expuso cuáles eran las orientaciones que en su criterio deberían guiar nuestro trabajo para que fuera positivo para su gente.

Después de una semana, que se aprovechó para conocer directamente la situación de la región, para efectuar diversos contactos directos con personas vinculadas o no a la educación y para visitar algunos sitios importantes de los alrededores, no había sido posible que llegara el gobernador a firmar la autorización y comenzar el trabajo.

La llegada del Inspector de Nabusímake, quien había seguido y participado en todo el proceso interno de discusión y aceptación de nuestra propuesta, y quien tomó la iniciativa de respaldar con su autorización escrita nuestra actividad, permitió que el Comité de Educación diera su anuencia para definir los lugares de trabajo, viajar a ellos y comenzar.

Se acordó ubicar a los estudiantes así: Angélica Martínez en el pueblito de Nabusímake, Elkin Martínez en Gunseyteynarunmun (Prosperidad), William Avila en Jewrwa (La Caja), Isabel Jacanamejoy en Zikuta, Orlando Rodríguez y Diana Díaz en Simunurwa (Las Cuevas). Por solicitud del mismo Comité, interés del exrector del Colegio y condiciones de salud de la estudiante, se ubicó a Nancy Avilán en el CIED, colegio de bachillerato en Nabusímake, para organizar una parte del archivo de la comunidad, proveniente de los capuchinos y que tiene documentos desde 1843, pese a que ese tipo de trabajo no se conformaba del todo con los objetivos iniciales del Laboratorio.

b. En las parcialidades

Como era de esperar en un trabajo de esta naturaleza, los estudiantes tuvieron algunos problemas de diverso tipo al ubicarse en sus respectivas parcialidades: de alojamiento, pues no siempre los maestros aceptaron que los estudiantes vivieran con ellos, aunque en ese caso se quedaron en casas de otras personas de la comunidad; de que se entendiera en qué consistía el acompañamiento, con su modalidad de trabajo conjunto, pues la forma conocida consiste en que quienes llegan de afuera lo hacen imponiendo sus criterios y dando órdenes; de alimentación, que se superaron con rapidez; de comprender que el trabajo propuesto se concentraba en la educación propia, por lo cual a algunos estudiantes se les asignaron trabajos mecánicos de ordenar archivos y otros semejantes por fuera de las escuelas, lo cual hizo dispersar muchos esfuerzos; de prevención frente a la antropología y, en especial, frente a los estudiantes que van a hacer sus trabajos de grado; de falta de confianza en los estudiantes, pues en algunas parcialidades el Comité de Educación previno a los maestros contra ellos; de exceso de trabajo, pues algunos maestros tenían demasiadas expectativas en el trabajo de los estudiantes y muchas necesidades acumuladas de colaboración; de dudas de los estudiantes sobre sus propias capacidades.

Es preciso resaltar aquí que con los niños de las escuelas no se presentaron problemas, temores, resistencias o desconfianzas, al contrario, de su apertura, calidez y aceptación dependieron en muchos casos la calidad del trabajo y la solución de algunos problemas, así como la estrecha inserción que consiguieron los estudiantes en las escuelas.

Cabe anotar que uno de los estudiantes ubicado en Simunurwa, Orlando Rodríguez, él mismo indígena Cubeo, se retiró del trabajo y regresó a Bogotá antes de cumplir un mes de estadía. Además de algunos problemas familiares en Bogotá, su decisión estuvo motivada por diversos factores: la espera de ocho días antes de iniciar el trabajo por la reticencia del Comité de Educación, lo desmoralizó mucho; fue criticado al llegar a la parcialidad por ser estudiante de antropología y más por ser indio, algún maestro lo acusó de “explotador de su propio pueblo”; en esta parcialidad había muchas expectativas y se le planteó un gran número de actividades, algunas de las cuales no estaba preparado para desarrollar, situación que él no supo manejar; finalmente, tuvo problemas personales de convivencia diaria con su compañera de trabajo.

c. En las actividades

El atraso de una semana en comenzar, afectó el proceso de tutoría directa. Patricia Enciso debió regresar a Bogotá sin alcanzar a ir a ninguna parcialidad. Luis Guillermo Vasco debió prolongar su primera estadía hasta el 28 de septiembre, y adelantar el comienzo de la segunda para el 8 de octubre, como única manera de poder estar presente en la totalidad de las escuelas y seguir directamente el trabajo de cada estudiante; aún así, no fue posible hacerlo con Angélica Martínez en la escuela del pueblito de Nabusímake, pues las dos visitas coincidieron con la participación de los miembros de la escuela y de la estudiante en trabajos tradicionales de la comunidad.

Por razones que decían apoyarse en el conocimiento de las fechas de terminación del calendario escolar en las diferentes escuelas, el Comité de Educación propuso los días 20 y 21 de octubre para la reunión de evaluación, pese a que todavía no era el momento de la terminación de nuestro trabajo. Cuando llegamos para ella, el día 19, el Comité no había coordinado la asistencia de las autoridades ni maestros, ni tenía dispuesta nuestra estadía. Por eso la reunión no pudo ser amplia, y hubo de efectuarse únicamente con la asistencia de los dos miembros del Comité y de dos de los maestros (la maestra de Gunseyteynarunmun y uno de los maestros de Jewrwa), pues en la mayoría de las escuelas aún había actividades que se cruzaban con los días de la evaluación.

Durante estos días, cada estudiante expuso el trabajo que había efectuado durante su estadía y, si era el caso, aquellas actividades programadas que todavía debía terminar en la semana restante hasta el regreso. Y presentó una primera visión de la metodología, actividades y circunstancias de su trabajo en la escuela y de los resultados que obtuvo. De todos modos, no se presentó mayor discusión, aunque el Comité opinó favorablemente sobre el resultado global y planteó que en una posible posterior ocasión, sobre las bases de este primer trabajo y sin los recelos que hubo con él, se podrían obtener resultados mucho mejores.

Aunque quedó nuestro compromiso, planteado como parte del trabajo desde el comienzo, de hacer llegar informes parciales a cada escuela y uno general al Comité, éste propuso que se estudiara la posibilidad de realizar un seminario taller, en donde los resultados pudieran discutirse con los maestros y autoridades participantes, además de con el Comité, y se lograra obtener propuestas específicas para mejorar el trabajo educativo en el Resguardo Iku.
 
 
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