Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

NOTAS SOBRE ISHIPONSREIK (FIESTA DE LAS OFRENDAS)
Notas de la base de datos sobre Guambía. 1988

Noviembre es el mes de las ánimas y las ofrendas, de la cosecha de papas y de la siembra de trigo. El 1o. de noviembre eran las ofrendas, ishiponsreik. En una pieza separada ponían: maíz desgranado, papas, plátanos fritos, papa cruda, gallina, pavo y mote. Si son varios finados, para cada uno se pone una gallina. Pasaban toda la noche en vela y al amanecer iban a la iglesia con jigradas de maíz, ullucu y a cada una le ponían una vela. En la casa, en noviembre, bailaban disfrazados.

A la iglesia, los jóvenes llevaban leña; en la noche bailaban con un guanguito de leña y al amanecer la llevaban a la iglesia.

El tiempo de las máscaras es noviembre. Es el baile del Taita Puru, en las ofrendas. Se bailaba todo el mes, de casa en casa, repartiendo ofrendas. Todas las noches iban por todas las veredas. El casero les repartía las ofrendas que había hecho a los difuntos. La música era especial.

Luego seguía el baile del aguinaldo, en diciembre.

Eran máscaras hechas con lienzo o pañuelos de seda. Se vestían de jóvenes, de matrimonio, de ancianos, de cojito. Trataban de remedar a la gente de la comunidad. Pero era como un agradecimiento y no como una burla. Era una enseñanza del respeto de los jóvenes a los mayores y así.

Había mayores que no podían salir al baile; la gente se disfrazaba de ellos y los demás los acogían como si fueran ellos.

Los disfraces eran exhibir ropas: se ponían 4 ó 5 anacos o ruanas. Las mujeres no tienen derecho a ponerse máscaras.

Para la chicha de maíz, éste se molía en piedras. Primero se muele tajiao y tajiao, mitad y mitad. Luego pasa a otra piedra en que se desmenuza más. Y luego a otra. Daban chicha antes de dar el mote; no tomaban café. Era chicha sin panela, pero no tomaban tanto como ahora.

La chicha masticada fuertea muy rápido, da buen sabor y emborracha muy ligero. La chicha de arracacha y la de maíz son las mejores. Si no es con saliva, se daña, es babosa, no fuertea bien, se vuelve mazamorra. Gustaba la chicha espesa; sin saliva se vuelve clarita a los dos días, se asienta el cuncho. Una vez un viejito encontró una chicha clarita, agarró a la nuera que la preparó por el pelo y la bañó con la chicha.

Con el Taita Puru, las fiestas se van acabando y se leen documentos.

Taita Puru está mal, es una traducción del año viejo. En realidad se llamaba namuy kellik misak chakopen kotromarsrapken, que nos va a dejar cualquier cosita. Era la fiesta del anciano, como una herencia que nos deja. Los hijos y las hijas es la mojiganga en que los hombres se ponen los vestidos de las mujeres; en la mochila llevan la media de tomar trago. Según le dan, no lo toma sino que lo va guardando en la botella. Es un consejo de los anteriores de cómo hay que manejar el trago.

Participaban los que les gusta bailar o les gusta mostrar una organización. Se hace desde el día de las ofrendas hasta el 30 de noviembre.

Se van por parejas, seis hombres y seis mujeres (12 hombres, seis de ellos vestidos de mujeres). O cualquier número, pero siempre por parejas. Llegan a una casa y llaman al dueño: kuakié. Y el que sale: kepamé, que entre; unkuá, dice el que llegó. Las mujeres están atrás y su hombre comienza a hablar con el dueño de la casa. Le dicen: venimos a acompañar un rato, no fuimos al trabajo, supimos que hay baile, venimos a levantar el polvo y matar las pulgas y tomemos este trago. Los recibe y les dice que entren a bailar (hagan una voltiadita hasta que amanezca).

En noviembre hay distintas clases de mingas, alik: rocerías, desyerbar, tumbar montaña.

Primero bailan una pieza y se van arrimando a los músicos y les dan aguardiente y guarapo, diciendo: venimos a bailar, ¿me regala una música para bailar con esta novia?.

Comienzan a tocar y cada pareja va a bailar. Es un baile muy organizado, en una fila, en 4 vueltas con 4 puntas y como son de a dos hacen 8. Cuando terminan, acaba la música. Es un organismo.

El primero de noviembre hay que hacer un programa porque llevan un kau. Era una educación para que vean los niños. El flautero lleva la cuenta de las vueltas para acabar.

Cada que terminan las vueltas, el dueño de la casa reparte el trago: esta santa noche que acompañen y bailen, el baile es para ustedes que acompañan y no muestren algunos errores.

Descansado un ratico, los musiqueros tocan otra vez con más ánimo y otros bailan. La gente baila según le toquen. A media noche hacen otra fila y bailan pasacalle.

Al amanecer están borrachos y se habla del abuelo anciano. El mayor va a dejar un recuento histórico en sus casas y sus fincas y que la mujer y la esposa que permanezcan. Es un testamento del mayor.

A las 5 ó 6 dan café y fritos, rosquillas y plátano y papa fritos. Cuando acaban el desayuno doble, ella recibe para guardar y dice que voy a llevar para mis hijos, porque ellos van a preguntar: ¿qué me trajo? Guarda las fritas en una jigrita.

A las 8 ó 9 dan comida de sal. Acaban de comer, sacan el documento y lo leen, a qué parte le toca ir a bailar qué día. Al terminar noviembre, dan la lectura de la vida del anciano. Cómo es que hay que vivir.

Al fin de noviembre, llevan a ese mayor a un sitio especial y lo queman y se termina el documento. Las hijas, las mojigangas, lloran. Y se van a la casa o a un baile y después de bailar 4 veces se van y se acaban.

En las ofrendas se comía mucho cerdo: carne, rellenas. Al acabar de bailar, entregan su plato al bailador. Recibe el principal y reparte a los demás de a dos tajaditas y el resto da a las mujeres que guarden y después a los músicos. Y les dice que le regalen música para bailar con esta novia.

Los domingos se puede hacer de día; entre semana se hace de noche. Juan Tunubalá y Domingo Yalanda eran dos compañeros de mojiganga. Los reyes mayores. Llevaban el cabo del baile y hacían el programa. Los demás participantes los encargaban. Ellos le dan boleta al dueño de la casa para que sepa cuándo van a ir. Y llevaban a los músicos. Había varias mojigangas. Dos personas organizaban una mojiganga.

En el baile de noviembre con el kollik (año viejo), el muñeco lo llevaban en un muleto que todos los años lo llevaban y estaba enseñado en cualquier camino. En el año lo tenían mangando por el camino real y nadie lo podía molestar.

En el documento se hablaba de las comidas que se producían en cada temperatura. El kollik hablaba de que no quemaran los montes, que no mezquinaran el agua que es para todos, hablaba que las cabeceras de las sabanas eran de todos y que esa mulita había enmangado en las sabanas (mayelé = para todos). Todo esto es el testamento que se leía a las 7 u 8 de la mañana, después de terminar el baile.

Los que iban bailando imitaban como peleando, pero era para llamar la atención de que no había que pelear, para eso el viejito había sido el papá de todos.

El vestido del kollik era vestido con ruana blanca de lana de ovejo; abajo le ponían otra ruana. En una mochila guardaba los documentos y los que iban bailando se los pedían para leer. No tenía zapatos y llevaba sombrero de caña y una peinilla; le entregaba a los hijos mayores, a uno, pala, a otro, machete y a otro, el hacha.

A la mula le ponían rebozo rojo; éste, con la ruana blanca del kollik significaba como de novios. El mayor usaba un chumbe atravesado sobre el pecho y en la silla un rejo de los de manejar el ganado en las sabanas.

Cuando Vicente Yalanda y Juancho Tunubalá se casaron, esta fiesta se fue acabando poco a poco, pese a que podían participar tanto solteros como casados.

Algunos eran los propios dueños de los vestidos que usaban, otros eran prestados. Los guardaban donde Vicente y se iban a vestir allí. Y siempre les servían algo, aunque fuera agüepanela. Una vez que se casaron, las mujeres pusieron problema y se desunieron.

Había fiestas obligadas por el padre de la iglesia; las propias eran las ofrendas, el Taita Puru y el matrimonio.
Misael: la propia ofrenda va siendo utilizada; antes era ofrecer a los difuntos y se fue volviendo ofrecer en el altar de la iglesia. Mi abuelo colocaba un tsikal (mesa con varas) en la sala y allí se ponían las ofrendas. Y como no van bailadores, lo reparten en la familia. Antes invitaban a los vecinos, pero ya no porque los muchachos se burlaban. La colocaban el 31 de octubre en la noche. A las 3 ó 4 de la tarde comenzaban a fritar y a las 8 ó 9 colocaban.
Hasta las 6 de la mañana del lo. de noviembre duraban los difuntos. A las 11 ó 12 del día llegaban los vecinos. No se si era un caso particular o era un caso general, pero así era con mi abuela. Ella iba al otro día a otras casas y le daban fritos, pero no eran amanecidos. Junto al tsikal colocaban bultos de papa y de harina; si la ofrenda se acababa, seguían fritando para dar a los que venían.

La gente creía que las ánimas venían a comer. A la muerte van para el kansro por el kansromay, para el otro mundo.

Un hombre se fue a trabajar al otro mundo porque era muy pobre. Por el camino encontró a uno de a caballo que lo llevó; tenía un caucho grande, le prohibió que mirara y se tapó con el caucho. Pero miró y vio que volaban por encima de los pueblos. A los 10 días volvió y encontró a la mujer casada con otro. Preguntó por qué y le dijeron que aquí pasaron 10 años. Se lo llevó el demonio; el diablo y el demonio son distintos. El demonio es el kuemantsik; el diablo es el demonio mayor, el nukuemantsik. Se dice kansromay yendo de aquí para allá y kansrokurrí si es de allá para acá.

La gente se muere y la sombra se queda 4 días; al hacer la limpieza se va; si no se hace, se queda. Kuei = muerto. El espíritu del muerto es el kueimantsik. A la cuarta noche viene un médico y hace soplones y lo despide. El buen médico ve donde está el espíritu o sombra. Existen la sombra del sol y la de la luna. El lo. de noviembre no viene la sombra de la noche que, cuando la despiden, dice que es para siempre; viene la del sol, la del día.

Los ancianos cuentan que hay un mundo en el que la gente de allá no come sino que huele la comida; las ofrendas eran para que la gente de allá viniera y oliera la comida. Por eso la ofrenda queda en la mesa.

Las ofrendas se llevan a la iglesia en jigras muy pequeñas en donde sólo caben 7 u 8 papas gruesas. Y para los muchachos son más pequeñas y únicamente caben 3 ó 4. En el pueblo compran pan y velas y colocan en la iglesia. Por ahí a las 10 u 11 de la mañana del 2 de noviembre, levantan las velas y el pan y traen para la casa. Lo restante, lo dejan, y el cura lo recoge y lo vende.
En la casa, ponen monedas que antes eran de 5 centavos y ahora son de más valor, y van dando el nombre de cada difunto con cada moneda. Las ponen en la mesa del lo. de noviembre; al otro días, las llevan y las dan al cura que recoge hasta dos arrobas de peso.

En la iglesia estaba el Cabildo con todos sus alguaciles, desde el 80 ya no van más. Y nombran un anciano que va diciendo: por las ánimas benditas. Y cada persona pasa y echa las monedas, y pasa otro y echa y dice lo mismo..

Si apenas recoge una arroba de monedas, el padre se enoja y regaña porque es poquito. Si recoge 1 y 1/2 ó 2 arrobas, está contento: "ah, dios les ayude, siga señor gobernador a tomar un cafecito". Y se vienen. Y allá queda el padre bien rico, sentado encima de su plata.
Esta vez (en 1987), el cura dijo que iba a aplazar para el otro lunes, el 9. Le dijeron que las ánimas vienen en día fijo y no se les puede pedir un plazo, como a un preso en la cárcel, si le dan un permiso es hasta tal hora y no dan plazo; la gente de todos modos va a ir el dos.

Cuando terminan de dar la limosna, los alguaciles cuentan la plata y anotan en un papelito.

También se lleva cebolla. Hay gente del pueblo que llega a comprar y el Cabildo les vende y da la plata al cura. El gobernador y el Cabildo llegaban temprano para arreglar la iglesia y, al final, los alguaciles tienen que barrerla. Desde el 80 el Cabildo no volvió a organizar y nadie bajó ni llevó ofrendas durante cinco años. Desde el año pasado, volvió a organizar el profesor Tumiñá.

Vicente Yalanda no creía en las ánimas. Una vez que se murió Custodio Tumiñá, dijo que: qué cuento de ánimas, y se fue al pueblo y se emborrachó. No alcanzó a volver a la casa y se quedó dormido en Las Delicias en compañía de su mujer. A medianoche sintió que Custodio golpeaba la pared por fuera con su bastón (el que está en el Museo) y le decía: que estás haciendo Vicente, que te fui a buscar a Pueblito y no te encontré. Vicente se levantó y se vino y como a las dos de la mañana comenzó a fritar las ofrendas y a ponerlas en la mesa. Desde entonces, hizo ofrendas a las ánimas.

Abelino dice que cuando la gente invita a comer las ofrendas, dice que: vamos a tomar chicha; es la única palabra que se puede decir, pero uno va y le dan fritos, chocolate, sopa con carnes y todo lo que se preparó.

Hoy (2-11-1987), los buses bajan repletos, uno tras otro. Los carros, ni se diga. Hombres en el techo y colgando atrás. Las mujeres adentro, hasta paradas. Todos con sus cargas de ofrenda.

La iglesia está llena. En el lado izquierdo, centenares de velas pegadas en el suelo, prendidas. Las familias llegan, se arrodillan y prenden sus velas, pegándolas al suelo. En las bancas del centro, las mujeres están sentadas conversando, mientras los niños corren y juegan.

Al lado derecho, grupos de mujeres, la mayoría adultas y algunas niñas, velan sus ofrendas. En el suelo, colocadas sobre plásticos, están las jigras con papa, cebolla, ullucu, pan, rosquillas, paquetes de galletas y de dulces. Al lado, botellas de gaseosa litro o de vino y malta. En medio de la comida de las jigras, hay velas prendidas. Las mujeres se sientan al frente de las ofrendas y, si son muchas, se sientan a lado y lado. En cada grupo, reparten dulces a los otros grupos o a las personas que se acercan a saludar, y hasta a los curiosos, como yo.

En el centro, frente al altar, un grupo de hombres, presididos por los más ancianos, se mueven alrededor de una mesa. Sobre ella hay un crucifijo de madera y una calavera. La gente hace fila y se acerca, depositando monedas, una por una, como si estuvieran contándolas, en cajas de lata, puestas a lado y lado de la mesa. Algunos de los hombres, todos llevan ruanas negras, son como vigilantes, como una guardia frente a la mesa y están de espaldas a la gente; van contando las monedas y haciendo pilas o montones. Sentado detrás de la mesa, el más anciano dice: ánimas benditas, mientras hace sonar todo el tiempo una campanilla.

El 4, en la casa de los Muelas, la ofrenda todavía está alumbrada sobre una mesa al lado de la cocina; hay una veladora. En el almuerzo, además de la comida normal, sirvieron algunos de los productos que están en la ofrenda. Y chicha caliente con panela.

Ofrendas = ishiponseik. Seis o cuatro meses antes, comenzaba la preparación con un marrano que sólo comía maíz, pero sin tusa porque le daña los dientes y no lo deja engordar. Desgranaban el maíz, le molían cáscara de armadillo y así, revueltos, se los daban para que engordara bien y rápido. Las jigras se hacían con tiempo. Para el mosik de los niños eran pequeñas, para el de los mayores eran grandes. La chicha la hacían 15 días o una semana antes. Si se dejaba para última hora era muy "muchacha" y no tenía ningún sabor, era "mera agua de maíz".

Se hacía una jigra especial para cada difunto. Ponían plátano, carne y papa fritos. En una mochila se ponían la papa y la cebolla crudas. La comida era de fritos que se ponían en tazas.

En la wasr va lo crudo: para, cebolla, ullucu, pan, vela, bizcochuelos, para la gente mayor. También se hacían rosquillas de harina fritas.

Alrededor de la mesa se ponía la comida que sobraba, es decir, la que no se preparaba.

También se ofrendaban tazas con mote, café, agüepanela, chocolate.

Hoy día, la ofrenda es para los familiares difuntos, y también para los padrinos de bautizo o de matrimonio ya muertos.

Todo se colocaba en el tsikal, con la chicha colocada de una manera especial porque era la bebida más importante. Y una vela prendida para toda la noche, o dos o tres velas, una en el centro y otras a los lados. Algunos mayores ofrecían guiso de cebolla y carne picadas (itsik).
Algunos creían que para las sombras era como acostarse a dormir y levantarse a desayunar. El año de aquí era de una noche acostadas para ellas. Era ofrecer alguna cosita a los que vienen del kansro. Si no se ofrecía, esas sombras regresaban llorando. Otros creían que desde allá venían llorando y que por eso caía aguacero, que es el llanto de las almas.

Hace mucho tiempo, no era un día específico sino que estaba ligado al trabajo comunitario y al período de las últimas mingas.
El día de levantar la sombra, los médicos dicen que se va llorando porque amaba a su familia. Vuelven de la otra vida llorando, por eso, aunque no sea época de lluvia, llovía que era su llanto. Si no llovía el 24 de septiembre, la gente esperaba el día de las ánimas para que lloviera.

Era en la época de las siembras tardías cuando la gente estaba unida, mingando y preparando comida, por eso daban también ofrendas a las ánimas. La gente llevaba la cuenta, cuando pasaban las doce lunas. Era una fecha propia de aquí. El lloro de las ánimas está relacionado con el trueno y con el aguacero.

En los primeros días de la época de lluvias, la gente todavía está en minga, sembrando. Le daban ofrenda a los difuntos, les invitaban a comer y beber, así como en las mingas se da comida y bebida a quienes ayudan en el trabajo. Hoy se pone en mesa, antes era en el tsikal.

Algunos la dejan en la mesa por varios días, hasta que se acabe.

Con el caparazón del armadillo, el puerco criado para las ofrendas sacaba más manteca.

En una época, si se tenían niños muertos, había que poner pan "guagua", un pan comprado que tenía forma de niño.

Las monedas se ponen en la mesa y por la mañana se llevan a la iglesia. Para los niños era de l centavo, para los adultos era de 2 centavos. El conjunto de las monedas forma lo que se llama un patacón. Antiguamente enterraban a la gente con sus joyas; era un regalo. A la hora de las ánimas, se le ofrecen de la misma manera esas monedas. Las guardaban y, si alguien moría, lo enterraban con ellas.

Hubo un tiempo en que, por estos meses, la gente vendía las tierras para hacer la fiesta de las ofrendas, aguinaldo, nochebuena y se quedaban sin nada.

En Guambía se hacía mucha ofrenda y familiares y vecinos se invitaban a tomar aguardiente. Se ponía todo un mercado: papa sancochada, gallina, huevos, talegos de harina, etc. Los que tenían, mataban oveja, vaca. Carnes fritas, chocolate, sopa de arroz. Al otro día, convidaban a la gente; daban sólo 1 ó 2 copas de aguardiente y después repartían la comida en platos llenos: carne, chicharrón, plátano frito. Ya tarde, el mismo lunes se iban a ofrecer limosna. Las mujeres iban adelante para ofrecer la vela y la limosna. Los hombres duraban lunes y martes en pura bebeta. El mosik es el que viene a tomar las ofrendas. Los ojos de la chucha son como espejos que brillan y así es el espíritu de nosotros. Han dicho que tenemos 7 vidas como la chucha. El ojo de la chucha es eléctrico y mira lejos; así es la sombra de uno.

Ofrendas: los mayores trabajaron mucho y se han cansado de tanto trabajar y se han muerto. Los de ahora trabajan igual y deben ofrecer ese trabajo a los que trabajaron antes. Era en jigritas pequeñas, en las casas, a todos los difuntos que tuvieran entre la casa. El mosik o sombra llega a visitar. Una vez unos mayores ensayaron y pusieron mesa con el ishi, y regaron ceniza al pie de la mesa. Al otro día se veían las huellas allí. Vienen así como uno los puede soñar, así como andaban. Si no encuentran la ofrenda , se vuelven llorando, maldiciendo. Se ofrecía chicha, también, y frito. Como antes no tomaban café, a esos difuntos de muchos años hay que ofrecer chicha. Se recomendaba pelar un puerco.

También invitaban a baile de chucha en tiempo de ofrendas.

En las ofrendas, aunque no haya con qué, hay que preparar el avío, pagar responsos y dar limosna para ellos. En los sueños se aclara, faltando tres meses o un mes, mi papá y mi mamá ya están voltiando en casas para acá y el mosik necesitaba comer y beber. Ellos dan sueño de que están con hambre o con sed, que quieren tomar chicha o agua. Se les ofrece lo que toman: chicha con panela, aguardiente con copa, gaseosas, porque tienen mucha sed. Los más pobres no ofrecen, pero una familia tiene que ofrecer por igual. Y poner la moneda, nombrándolo.

Aunque uno tenga algo, le da sueño de no tener ni una moneda. Eso es porque no ofrecen a los familiares. Da sueño de que están llegando a las casas nuestras; otras es como la resurrección, con vestidos nuevitos; otras es con bastante sed. Son sueños muy claros de que en el kansro los finados tienen abundancia de papa, si son como ricos aquí; los medio pobres aquí, allá es lo mismo.

No se acaban nunca las sombras, siguen viviendo, viven todo el tiempo. Como han muerto en la tierra, así dan sueños de verlas sentadas, paradas, hablando... sueños muy claros. Hay que ofrecer de lo mismo que comemos, aquí y en Silvia, cocinados o crudos, en jigras. En su casa ofrecen llamando a los finados con sus nombres propios.

Todo lo que se ofrece hay que nombrarle, haciendo la cuenta: este frito de plátano es suyo, esta papa es suya, esta chicha es suya, y se va diciendo el nombre del que se murió. Aunque se ponga sólo un poquito; hasta ají. Los restos que quedan es para comer nosotros. Ellos vienen con mucha hambre y sed. Sueña con el papá y la mamá que le agradecen por su ofrenda, que van a seguir viniendo y trabajando en sus tierras. Por eso hay que preparar desde unos 3 ó 4 días antes, para tener listo.

La ofrenda es la fiesta más buenísima y la más principal. La gente consigue toda la comida necesaria. El que menos tiene, mata un puerco; el que tiene, mata dos. Había que invitar aunque fuera al muchacho más pequeñito. Todo el mes hay que estar invitando. El baile de los negros es todo el mes. Uno puede llegar a la casa de un baile sin pensar y, como le dan, tiene que invitar al despedir y se vienen todos. Es mucho gasto. Toca preparar y fritar para todos los que van a venir del kansro. Hay frito hasta para botar. Hay que arreglar una "cama" bien grande para que quepa toda esa comida. Y ofrecer.

La gente anda volteando el baile y todos invitaban a sartenadas de frito con aguardiente. Con dos botellas había para toda la semana. Se nombraba un mayor para dirigir el baile. Algunos querían aprender a bailar en esos días. Había mojigangas de hombres vestidos de mujer; también había baile particular que van todas las mujeres y todos tenían obligación de bailar. Los blancos llaman un baile de honradez, que se baila haciendo como calles.

Así, la gente de antes vivía unida. Los blancos se asustaban de ver esa unidad, pero la veían bien.

Las sombras llegaban a comer el ishi. A un familiar le dio un sueño que salieron todos los difuntos y llegaban hasta la casa en hilera, sin romperla. Comían, comían, comían. Parece que ese día los sueltan a que vengan acá a hacer el ishí. Llegaban desde la casa de Mariana Ramos hasta el lonroltarau. Era noche de ofrendas.

Después han creído que sí vienen, y ofrecen. Los que van a morir piden a sus familiares que les pongan esa ofrenda. Es en la casa y en Silvia; allí la llevan sin preparar, pero bien lavadas las papas y la cebolla.

Un señor llama: ánimas benditas, para que echen monedas hasta hacer sonar. Si no dice, no hay que echar. Las jigras se entregaban al padre por la cuenta del difunto. La iglesia se llena de ofrendas y velas encendidas.

El baile de año nuevo se hace el 31 de diciembre. Se llama srepilakualem, que quiere decir “el día primero que anuncia el rayo para llover”. El comienzo de las lluvia es a mediados de septiembre.
Ahora se ha llevado esta fiesta a las escuelas para que los niños la vuelvan a ver.
Y también para que los mayores les hablen la palabra de los antiguos, para que entiendan la importancia de la vuelta de quienes se han ido al kansro.
Otra vez se reúne toda la comunidad: están los mayores y mayoras, vienen los padres de familia y los profesores, y participan todos los niños, incluyendo aquellos del cabildo escolar.
En las fiestas de ofrenda de este año (1887), los mayores y los compañeros del Comité de Historia también han acompañado, para mostrar a toda la comunidad algunos de los trabajos que han venido haciendo en la recuperación de la historia, y pedir a la gente su opinión sobre ellos.
 
 
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