Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

EN GUERRA CONTRA LA ENFERMEDAD: LAS COMUNIDADES EMBERA CHAMÍ DE HONDURAS Y MALVINAS (DEPARTAMENTO DEL CAQUETÁ)
Escrito con AÍDA MARÍA PALACIOS SANTAMARÍA
Informe de Investigación presentado a la Dirección de Asuntos Indígenas, Bogotá, 1995

IGLESIA CATÓLICA

En primer lugar, a través de su cacique Rosendo Aizama, luego con su hijo, el dirigente Marceliano Aizama, se inicia la etapa de relaciones entre el grupo embera chamí de esta parte del Caquetá con diferentes estamentos de la vida de la región.

Al parecer, una de las primeras relaciones que establecieron fue con la Iglesia Católica y con el Comité de Pastoral Indigenista. Fue el Obispo de la ciudad quien les cedió el terreno del barrio la Consolata —hoy uno de los sectores de mayor valorización y desarrollo de la ciudad— para que construyeran una “maloca” con la condición de que usaran elementos naturales de la región. El padre Iván y otros sacerdotes visitaron ocasionalmente el lugar en donde vivían los indígenas en el campo y fueron ellos quienes le pusieron el nombre de Honduras, cuando vieron lo escarpado del terreno y lo profundo del cañón en donde vivían.

El Vicariato Apostólico les dio $300.000 por la maloca en 1984 y con ese dinero y los recursos que cada uno de ellos tenía, emigraron hacia Bogotá y posteriormente al cañón del Garrapatas.

Algunos vecinos de este barrio coinciden en decir que el Obispo y los curas cedieron a los indígenas el terreno para la construcción de la maloca, en calidad de préstamo, en vista de que no tenían un lugar en Florencia a donde poder llegar cuando bajaban a vender sus artesanías y huyendo del campo por la violencia. Los indígenas no habrían cumplido con lo pactado con el Obispo y al poco tiempo comenzaron la construcción y adecuación de la maloca con materiales no pactados, como tejas, zinc, ladrillo y cemento.

Los vecinos cuentan que en vista de los numerosos escándalos que hacían los indígenas, con sus permanentes borracheras y peleas entre hombres y mujeres, y a que pasaban la mayor parte del tiempo en Florencia y ya no iban a trabajar al campo, el Obispo les pidió en varias ocasiones el terreno y les ofreció otro más grande hacia la salida a Curillo; ellos no lo aceptaron, a pesar de que era más grande y estaba regado por una quebrada. Por eso, cuando, a raíz de la muerte de Marceliano, decidieron salir de allí hacia el cañón del Garrapatas, el Obispo les pagó y, en la mañana, cuando salieron los indígenas hacia Bogotá, tumbaron la maloca y cercaron el terreno; poco después lo vendieron a la fábrica de gaseosas La Florenciana.

CENTRO INDIGENISTA

Esta entidad depende de la diócesis de Florencia. En la actualidad se encarga de todo lo concerniente al manejo de la educación contratada o programa de etnoeducación para las comunidades indígenas.

En su sede hay un museo etnográfico que funciona desde hace más de 25 años. Allí se exhiben objetos de la cultura material de las diferentes etnias del departamento, lo mismo que algunas fotos antiguas de misioneros e indígenas. Posee una amplia colección de elementos de los embera, los cuales fueron regalados y vendidos especialmente por Rosendo y Marceliano Aizama.

Cuenta doña Alicia Perdomo que los embera siempre han estado muy cerca de esta oficina, pues cada vez que hay un problema en la comunidad acuden allí. Ella recuerda que “en 1974, en Honduras todavía se celebraban las fiestas tradicionales, los padres de familia organizaban las ceremonias de iniciación de sus hijas y celebraban los matrimonios”.

“A comienzos de la década de los 80, en la vereda de Honduras, hubo una escuela mixta para indígenas y colonos. Los indígenas no mandaron a sus mujeres, sólo a los hombres. Posteriormente, de 1984 a l988, la escuela debió permanecer cerrada por los problemas conocidos”.

“A comienzos de l990 se construyó la escuela de la comunidad de Honduras, en la parte alta cerca a la casa de doña Inés, la viuda de Marceliano. El acople de los maestros en la comunidad es difícil; ellos no se amañan con los indígenas y se van. Desde hace tres años tienen una maestra, Luz Estela Mosquera, es chocoana y ha trabajado con embera en su departamento. El año pasado no pudo trabajar casi porque las muchachas se enfermaron y la mayoría de la comunidad se vino a Florencia”.

“Luz Estela dice que entre los negros del Chocó se da este fenómeno de la enfermedad, para ella no es raro. Allá los curan los yerbateros y los jaibanás. En el resguardo estuvieron buscando un entierro y encontraron una ollita recién enterrada a orillas de una quebrada, pero cuando regresaron al otro día, el agua se la había llevado.”

“Luz Estela no quiso seguir trabajando en la escuela de arriba porque le daba miedo. Dice que allá asustan; además quedó muy sola desde que se cayó la casa de Inés y ella se pasó a vivir donde Libardo”

“Cuando bajaron a las muchachas enfermas de Honduras hacia el hospital y la gente de Malvinas comenzó a convulsionar, Norbey y Jorge estuvieron acá, pidiendo ayuda y consejo para saber qué hacían. Con Rafael Gallo, de Asuntos Indígenas, comenzamos a trabajar para organizar a los indígenas para que recibieran el tratamiento adecuado. Yo estuve todos los días, primero en las Malvinas y luego en Sindeagro, coordinando el trabajo con todas las entidades y estuve en todas las reuniones en la sede de la Asociación y con las entidades y los distintos líderes indígenas embera del departamento, para pedirle cuentas a Misael Tanúgama”.

“Jaime vino a hablar conmigo porque estaba desesperado porque Amparo era la más enferma de todos. Las convulsiones eran más fuertes y le duraban más tiempo. Hablé con una hermana espiritista muy conocida en Florencia, y decidimos llevar a Amparo. Rafael Gallo me acompañó y le hicieron varios exorcismos en el patio de la casa de la hermana, con altamisa y otras hierbas que yo conseguí y pagué. La hermana pidió aislarla del grupo y se comprometió a curarla. Entonces hubo problemas con la comida para Jaime y su familia, pues Norbey e Ignacio les dijeron que la comida que habían dado el ICBF y el IDEMA era para el grupo y no la podían dividir. “Yo asumí la alimentación de Jaime y Amparo y ella iba mejorando; un día llegué a buscarlos y se habían ido para la escuela de Malvinas”.

“Norbey no permitió el aislamiento de Amparo; yo pienso que la hermana hubiera podido curar de a uno, pero todos juntos no se curan, porque cuando uno empieza a convulsionar, los demás lo siguen. Otro fenómeno perturbador del proceso de la enfermedad fueron los medios de comunicación y, en especial, la actuación de un periodista de Ondas del Orteguaza, quien participó en una reunión cerrada que tenían los indígenas con los líderes de todas las comunidades embera y luego divulgó al público lo que se había planteado y discutido en la reunión”.

“Misael Tanugama vino varias veces a mi oficina y llorando me dijo que él no tenía nada que ver con la enfermedad de las muchachas y que él sabía que lo iban a matar, pero que en la CAI nadie le había puesto cuidado”.

“El día en que lo mataron, los líderes indígenas estaban reunidos en la Universidad, me dio tristeza porque todos sabíamos que eso iba a suceder. Esa muerte se hubiera podido evitar”.

“Hubo un rumor de la gente de Honduras que decía que Aníbal Aizama había pagado $40.000 a Tanúgama para que enfermara la gente, porque a él no se le enfermó ningún hijo. Hubo un careo en Malvinas y Aníbal no aceptó la acusación. Ahora, la gente dice que sueña con Misael Gutiérrez y la gente de Pará”.

PARROQUIA DEL TORASSO

Localizada en un barrio popular de la parte alta de Florencia, el padre que la dirige, Juan Carlos Uasotte, está gestionando la ejecución de un proyecto económico amplio para la comunidad de Honduras.

El proyecto incluye 4 mulas con sus respectivos aperos, ganado vacuno (no pudimos verificar cuántas cabezas, pues la información que recibimos de varias fuentes no coincide), siembra de pastos, siembra de caña de azúcar, construcción de un trapiche para la elaboración de panela, construcción de corrales para el ganado, construcción de un establo y cercado de los potreros. Este proyecto está siendo coordinado por el señor Álvaro Meneses, vecino del resguardo. Los mulares y parte del material para la construcción de corrales y cercos ya se encuentran en el resguardo.

Algunos miembros de la comunidad, consultados sobre este proyecto, mostraron su inconformidad, pues sólo saben que el padre los ayuda, pero no tienen claro cómo es el apoyo ni cuál es el papel de Meneses como coordinador, ya que él se quedó con una mula, porque eran 5 las que se iban a recibir, y él va a hacer los corrales cortando madera del resguardo y no de su finca y sembrando él la caña, cuando ellos saben hacerlo y lo único que necesitan es la semilla. Norbey responde a las preguntas diciendo que él tiene claro como es el negocio, pero que no comparte la información.

Se intentó hablar con el padre del Torasso, pero no fue posible pues se encontraba fuera de la ciudad por varios días.

INSTITUTO COLOMBIANO DE BIENESTAR FAMILIAR

“En Honduras apoyamos con bienestarina para la colada de los niños y a partir de agosto comienza a funcionar el comedor para los escolares de la comunidad. Norbey, como representante del Cabildo, presentó la solicitud; ya conformaron el comité y tienen personería jurídica; Ovidio Aizama, que es el representante, ya presentó los documentos en regla para recibir los aportes”.

Pero es posible que el desarrollo de este proyecto vaya a presentar problemas. Los citaron para que el 12 de agosto reciban los aportes. También presentaron un proyecto para una porqueriza de tres cerdas y un macho y otro para cría de pollos. El valor del proyecto es de $500.000, el cual incluye la construcción de una porqueriza para controlar los animales y la contaminación de aguas de consumo humano. Los cerdos los cotizó Norbey y presentó como vendedor a Ovidio Aizama, quien no tiene cerdos. Los únicos cerdos que había en la comunidad en el momento de la visita eran de Norbey.

“Este proyecto lo coordinan con Arquimedes Malaver. Esta oficina puede apoyar otros proyectos pequeños con los indígenas, pero falta una verdadera coordinación interinstitucional por parte de Asuntos Indígenas y una asesoría para que los indígenas presenten proyectos que sean útiles para el grupo y se puedan realizar con éxito”.

Al preguntarle si el Comité supervisaba alguna vez los proyectos, afirmó que ellos no tenían el personal para realizar esta gestión y que la supervisión de las acciones institucionales con las comunidades la debía realizar Asuntos Indígenas.

La directora de la regional del ICBF nos informó del interés que tienen por apoyar los proyectos presentados por los indígenas, según un esquema propio que ellos tienen para tal fin, y, a su vez, se quejó de que los cabildos no envían propuestas y los recursos no se pueden invertir de una manera más equitativa, apoyando varios grupos, sino a uno o dos que han enviado sus documentos en regla.

RELACIÓN CON OTROS SECTORES

Los indígenas del resguardo parecen mantener buenas relaciones con los colonos vecinos, con sus compadres del pueblo y con los funcionarios de las entidades de la ciudad de Florencia. Pero, pese a ello, es posible encontrar con ellos diversas contradicciones y frecuentes quejas de parte de los indígenas, en especial en contra de los funcionarios de las entidades oficiales, porque no hablan con verdad y no se preocupan por aclarar las cosas.

Con los colonos

Con los colonos vecinos mantienen una cierta relación de amistad y solidaridad con base en que juntos han sufrido los embates de la violencia en la zona y se dan entre ellos diversas relaciones económicas: los indígenas jornalean en sus fincas e intercambian y se compran y se venden productos. Pero, si se examina con detalle el conjunto de estas relaciones, se puede percibir que los indígenas se encuentran en una situación de inferioridad, en la cual reciben salarios muy bajos y están en desventaja en las relaciones de equivalencia para los intercambios.

En la escuela de los indígenas estudian los hijos de algunos de colonos y con alguna frecuencia se hacen visita, en especial los jóvenes, para jugar fútbol en la cancha del resguardo en horas de la tarde o en la cancha de la vereda en otros días; así mismo, han conformado un equipo veredal interétnico que participa en los campeonatos que se celebran en la región.

Las relaciones de la mujeres emberas con las esposas de los colonos son más distantes, debido a que las mujeres tienen poco tiempo para hacer visitas y, algunas veces, se han presentado algunos roces entre ellas por celos con los maridos.

Dos de las hijas de doña Inés, la viuda de Marceliano, han tenido hijos con colonos vecinos del resguardo. Una de ellas, Carlina, estuvo viviendo un tiempo con un joven vecino, tuvieron un hijo y él la abandonó y ahora vive con la maestra de una vereda vecina. Carlina trabaja como empleada doméstica en Florencia y recibe $50.000 mensuales, que le permiten comprar alimentos para su hijo, que permanece con doña Inés en el resguardo.

Inés viaja a Florencia una vez al mes, en compañía de su hija Isabela y su nieto, para permanecer una semana en la ciudad. A ella y a sus hijas no les gusta vivir en el resguardo “porque se aburren de comer plátano con sal”, según lo expresan. Actualmente están contemplando la posibilidad de irse nuevamente a Florencia porque allí “es más fácil conseguir comida buena”.

Nelly, la mayor de las hijas de Inés, vive desde hace tres años con el hermano de la esposa de un vecino, en una finca por las cabeceras del Batato; “tienen un niño muy bonito, ojizarco y no le falta la remesita cada semana”. Inés y sus hijas van de visita con alguna frecuencia “porque allí comen bueno”.

Con entidades

En general, los embera chamí plantean en buenos términos sus relaciones con las entidades oficiales, aunque la atención que estas les brindan no sea la mejor, ni la colaboración que les prestan no sea la adecuada, ya que en general los funcionarios no son muy cordiales hacia ellos y pocas veces manifiestan un verdadero interés por sus problemas y solicitudes; más bien parecen querer quitárselos de encima a la mayor brevedad posible. Pero los indígenas son notables por su insistencia, con la cual consiguen mucho de lo que quieren.

También tienen relaciones, no muy claras y de las cuales no desean hablar, con el Instituto Lingüístico de Verano, y ya dos grupos, que incluyen a Norbey e Ignacio, han estado por temporadas en Lomalinda

Con ONGs y sectores de la iglesia también se relacionan en términos de presentación de proyectos, a veces con éxito en su aceptación, aunque pocas veces en sus resultados, pues el apoyo que reciben resulta muchas veces orientado por un criterio asistencial o coyuntural y no hay una planeación que responda a las necesidades de la comunidad a mediano y largo plazo; además, carecen del acompañamiento necesario.

Muchas veces, este tipo de relaciones las mantienen en reserva ante los funcionarios de la Comisión de Asuntos Indígenas y solamente cuando se presentan problemas acuden allí para que los ayuden a solucionarlos.

En Malvinas, Ignacio, en su calidad de gobernador, es quién asume el liderazgo frente a las distintas entidades; pero ya es reconocido por su impaciencia y su carácter irascible.

OTRAS RELACIONES

Tres de las muchachas de Malvinas han tenido hijos de relaciones con hombres blancos, quienes las han abandonado. Alicia, Nancy y Carmenza han sido madres en edad muy temprana y han tenido que afrontar el abandono y la soledad para la crianza de sus hijos. Por ello, Nancy dejó la responsabilidad del niño en manos de Belarmina Tascón, esposa de Jorge, quien presenta al niño como a su hijo y le colocó su apellido y no el de su marido.

Alicia, Nancy y Hortencia viajan a veces a diferentes municipios del departamento en donde hay fiestas para “pasarla bueno un poco”; incluso, este año se fueron con un circo durante varios meses. Casi nunca van al resguardo y sus relaciones con la gente de allí se limitan a los momentos cuando aquellos están en la ciudad. Varias veces manifestaron que quieren ir a Honduras, pero que no tienen recursos para hacerlo, pues no cuentan con el dinero necesario para los pasajes ni para comprar la remesa. Pero también comentan que ya no quieren casarse con hombres indígenas, ni tener relaciones con ellos, pues ahora les gustan los blancos.

Los vecinos del barrio Malvinas se quejan del mal trato que dan los padres de la comunidad a los jóvenes indígenas; cuentan que los golpean y que, si el castigo es por drogas o robos, los encadenan durante varios días para que no salgan a la calle, y los dejan sin comida. La influencia que ejercen unos sobre otros no es positiva y los dos sectores se culpan mutuamente del comportamiento de sus hijos. Mientras los indígenas dicen que sus hijos reciben mal ejemplo de los muchachos y muchachas vecinos, una vecina comenta que las muchachas indígenas “dañaron a mis hijas, las enseñaron a ir a los bares y a vivir todo el tiempo maquilladas y en la calle y ahora tienen hijos sin papá, como ellas”.

Los hermanos Aizama vienen a Bogotá a vender artesanías por las calles de la ciudad, pues no hay una entidad que les compre sus productos, al no cumplir los requisitos de calidad que les exigen, pero tampoco les brindan la asesoría que pudiera permitirles mejorar para obtener buenos precios y poder elevar un poco su calidad de vida. Jorge viene con Belarmina y con los niños menores de esta, para que les ayuden en los puestos, al tiempo que piden limosna en los alrededores. Aníbal viene con dos de sus hijos hombres y con Ignacio.
 
 
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