Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

EN GUERRA CONTRA LA ENFERMEDAD: LAS COMUNIDADES EMBERA CHAMÍ DE HONDURAS Y MALVINAS (DEPARTAMENTO DEL CAQUETÁ)
Escrito con AÍDA MARÍA PALACIOS SANTAMARÍA
Informe de Investigación presentado a la Dirección de Asuntos Indígenas, Bogotá, 1995

En nuestro largo recorrido en búsqueda de información para la realización de este trabajo, encontramos que en los archivos del Ministerio del Interior, correspondientes a 1983-84, se hace referencia a otros asentamientos embera chamí en el departamento del Caquetá, así como a sus problemas. Así se conoció también en conversaciones que se sostuvieron con personas de otras comunidades de Risaralda y Valle y con los mismos indígenas de Honduras y Malvinas.

El año pasado, cuando bajaron a los enfermos a la sede de Sindeagro, llamaron a los jaibanás de las otras comunidades, quienes fueron los primeros en acudir en apoyo de sus “hermanos”, aunque su trabajo no tuvo éxito curativo.

Del mismo modo como, a comienzos de los años sesenta, llegaron al Caquetá los Aizama, fueron llegando otras familias embera que salieron de sus lugares de origen, muchos escapando a la violencia que había en el interior de sus grupos y de la cual, la mayor parte de las veces, habían sido protagonistas ellos mismos. Así, poco a poco, se fueron asentando en territorios “baldíos” del departamento, y creciendo, hasta conformar comunidades.

Hoy, la mayoría de ellos trabaja a jornal en las haciendas y dedica poco tiempo para sus propios cultivos en las escasas tierras que poseen. Las comunidades embera chamí del Caquetá sobre las cuales se obtuvo información son las siguientes:

COMUNIDAD DE PARÁ

Está comunidad, que se encuentra en el municipio de Florencia, esta conformada por los miembros de la familia Gutiérrez y Piedrahita y algunos de la familia González, estos últimos llegados del municipio de Obando, departamento del Valle. Su población es de cerca de 35 personas entre adultos y niños. Poseen una pequeña finca que les fue adjudicada en mayo de 1984.

En la programación para 1984 de la Comisión de Asuntos Indígenas del Caquetá, se dice: “Realizar adjudicaciones individuales constituyendo patrimonio familiar. Los embera de Pará vendieron sus posesiones y ahora no tienen nada. Es necesario ubicarlos en algún sitio porque en todo el tiempo están dando la imagen de que el gobierno no hace nada por los indígenas, casi siempre están en la zona urbana de Florencia quejándose de su situación, pero no hacen nada por conseguir una finca que les guste para poder entrar de cualquier manera a solucionarles el problema”.

Los embera chamí de Pará viven de la agricultura y de la venta de artesanías en la capital de república, recorrido que hacen tres veces por año.

Una de las hermanas de los Aizama de Malvinas, Abelina, está casada con Miguel Gutiérrez y vive en Pará con los hijos de su matrimonio. Abelina Aizama es la mamá de Mirto.

El jaibaná de la comunidad, Misael Gutiérrez, participó en los trabajos de curación que se realizaron en la sede de Sindeagro en 1994, y estuvo allí por una semana en compañía de seis miembros de la comunidad.

A este jaibaná lo acusan de haber continuado con el maleficio de las muchachas de Honduras, “porque tienen envidia de la organización y de los proyectos que allí se realizan”. Para enfrentar esta situación, ya se realizó una reunión con los cabildos para aclarar la situación y evitar enfrentamientos mayores.

COMUNIDAD DE MONTAÑITA

En la zona rural del municipio de Montañita viven 6 familias, integradas por 32 personas que llegaron de Belén de Umbría, en Risaralda, y de San José de Palmar, en el Chocó. Últimamente han llegado transitoriamente algunos miembros de la familia González procedentes de La Victoria, Valle, y de la comunidad del Alambrado, en el Quindío, a raspar hoja de coca; después de un tiempo, con el producido de su trabajo, regresan nuevamente a sus comunidades de origen.

Esta comunidad se caracteriza por la crisis de producción agrícola del grupo, a causa de la escasez de tierras para ello. No tienen escuela y el índice de analfabetismo es alto.

En carta con fecha agosto 13 de 1984, dirigida a Roque Roldán por el Jefe de la Comisión de Asuntos Indígenas del Caquetá, se dice:

“He recibido quejas del secretario de gobierno del Caquetá y de vecinos de la vereda El Cedro del municipio de Montañita de que un grupo embera está cometiendo robos en sementeras y animales. La maestra de la vereda está amenazada por los indios. Aparecieron los indígenas Efraín Novoa, Ignacio Ramos y Hugo Morales como sindicados”.

Actualmente, esta comunidad enfrenta los mismos problemas que viene planteando desde hace once años; los demás indígenas entrevistados coinciden en afirmar que la situación económica de esta comunidad es crítica.

COMUNIDAD DE PERLAS BAJAS

Esta comunidad que vive en zona rural del municipio de Puerto Rico, a nueve horas de la cabecera municipal.

Se habló con José Emilio Ogarí, de 72 años, quien cuenta: “Yo nació en Cristianía cerca de Andes, en Antioquia, y mi mujer, Carmen Zuleta de Ogarí, es de Pueblo Rico, en Caldas. “Vivimos como 40 personas y no nos hemos mezclado con blancos. Los matrimonios son con los primos. Algunos primos de mi mujer se quedaron viviendo en el pueblo y se volvieron flojos; ya no les gusta el campo”.

La finca en donde viven actualmente fue comprada por ellos y han solicitado ante el Incora que la conviertan en resguardo y que amplíen su territorio, pues tienen en el medio dos colonos “que hacen mucho perjuicio”, pues quitan el monte hasta la orilla de la quebrada y acaban con todo el monte de la zona.

El señor Ogarí vive en la casa de paso de Asuntos Indígenas, en el municipio de Pueblo Rico, mientras se recupera de una cirugía; la familia le baja productos del campo para su alimentación.

Cultivan café, caña de azúcar, plátano, maíz, fríjol, papa criolla y arracacha; tienen un trapiche, el cual obtuvieron de un colono vecino a cambio de una vaca. Consiguieron un proyecto de ganadería con Asuntos Indígenas del Caquetá, pero actualmente hay un conflicto interno por el ganado, pues Julio Ogarí, el jaibaná, quiere que el ganado se reparta por familias.

Complementan su alimentación con: hojas de isidra y de auyama, con las que hacen sopas, mafafa, cogollos de palma cachuda, chontaduro, caimos, naranjas, papaya y guanábanas. Las mujeres conocen el tejido de los canastos para la recolección del café y para el “e”, el cual elaboran en fibra de yaré. Todavía preparan harina de maíz, que tuestan en ollas que traen del Huila.

En la comunidad hay una escuela con una maestra blanca y a la cual asisten también los niños de los colonos vecinos.

En una época hicieron parte de la comunidad los hermanos Zuleta: Benito, Alberto, Otilia y Jaime Alberto, venidos con sus familias de San José del Palmar, en Chocó. “Pero pasó una vaina y se aburrieron, porque la finca era pequeñita. Alberto, cuando fue el gobernador, no dejó que el Incora les comprara las tierras que ellos habían pedido y que ya esa entidad estaba negociando y pasó una carta rechazando la tierra. Además vendió las vacas y se tomó la plata”.

COMUNIDAD DE PALESTINA

Ubicada en San Vicente del Caguán, esta comunidad posee una finca de 20 hectáreas. Allí están asentados los hijos de José Emilio Ogarí, que se fueron de la comunidad ante la escasez de tierras. Se trata aproximadamente de 27 personas entre adultos y niños. Tienen escuela propia, en donde enseña un maestro blanco.

Hablamos con Alberto Zuleta, quien comentó que llevan 5 años viviendo allí, en una finca pequeña que compraron. Inicialmente eran 56 personas, pero han tenido problemas personales por el proyecto ganadero y ha habido una división muy fuerte entre ellos; las otras familias se han ido a andar. Están haciendo gestiones ante el Incora para la creación de un resguardo en la zona y para que les entreguen más tierras para trabajar.

Alberto hace énfasis en la necesidad de realizar una gestión para traer más gente del “Chocó”, “para que haya más reunión de la comunidad y más refuerzo, porque el colono nos gana y ellos quieren la escuela para ellos porque ahora son más”. Además, anotó que va a llegar el día en que los jóvenes no van a tener con quien casarse y les pasará lo mismo que a las muchachas de Malvinas, que comienzan a mezclarse con blancos.

El jaibaná del grupo es José Benigno Zuleta. Uno de sus hijos hace pocos meses mató a cuchillo a un blanco en las fiestas patronales del pueblo y la familia del muerto tiene amenazada a toda la comunidad. Él, con su familia y su padre, se fueron de la comunidad y ahora están por los lados de Puerto Rico y quieren viajar nuevamente a San José de Palmar, pero no tienen recursos. “Los parientes de Perlas Bajas los están invitando a que vivan nuevamente con ellos, ya que José Benigno Zuleta es un jaibaná bueno”.

Alberto cuenta que por los lados de San Juan de Lozada, en un paraje denominado La Cabaña 1, viven otros embera chamí de apellido González.

Él también estuvo acompañando a los indígenas de Honduras y Malvinas en la sede de Sindeagro y junto con Julio Ogarí permaneció tres semanas en Florencia.

COMUNIDAD DE LA CERINDA

En las cabeceras del río Pescado, jurisdicción de Belén de los Andaquíes, tienen sus tierras Aníbal Tascón y su familia. Viven allí desde hace 6 años, cuando salieron del resguardo de Honduras. No se sabe qué cantidad de tierras tienen, ni el número de personas que componen el grupo y hay versiones encontradas con respecto a su situación socioeconómica.

Aníbal Tascón estuvo con tres compañeros de su comunidad durante una semana en la sede de Sindeagro, cuando fueron convocados para ayudar a los enfermos de Honduras y Malvinas.

FAMILIAS EMBERA CHAMI URBANAS

En la zona urbana de Florencia, en el barrio de Las Malvinas, además de la comunidad de los Aizama, viven la viuda y los hijos de Misael Tanúgama, asesinado en l994 luego de haber sido acusado de ser el causante de la enfermedad. En la actualidad, su viuda vive con una nieta de 6 años, quien la acompaña todos los días en sus recorridos por la ciudad en búsqueda de limosnas para poder alimentarse. Los hijos salieron de la ciudad a jornalear lejos y ya no la ayudan.

En el mismo sector de las Malvinas vive una hija suya, quien está casada con uno de los Gutiérrez de Pará, pero el marido está muy enfermo a causa de una puñalada en el pecho y no puede respirar bien.

Existen informaciones acerca de otros indígenas embera chamí que viven ambulantes en distintas ciudades, como es el caso de Ricardo Dovígama, pero no pudimos localizarlos. Según José Ogarí, en el municipio de Puerto Rico viven varias familias en el casco urbano.

Además de estas comunidades, se tienen noticias de que algunos miembros de la familia Cortina, procedentes de la vereda Cueva Loca, en La Victoria (Valle), viven en el Caquetá, aunque no pudimos ubicarlos. Pedro, Luz, Libia y Estela, con sus respectivas familias, se vinieron a esta región hace tres años. Libia está casada con un señor de raza negra y se trasladaron a raspar hoja de coca.

En Cueva Loca informaron también que Alfredo González, miembro de ese grupo, se vino al Caquetá y trabaja como conductor en el municipio (no pudimos saber en cuál).
 
 
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