Luis Guillermo Vasco   Luis Guillermo Vasco
 

LA COMUNIDAD INDÍGENA “CHAMÍ” DE PUEBLO RICO Y MISTRATÓ. PROYECTO DE DELIMITACIÓN DE UN ÁREA DE RESERVA
Escrito con ENRIQUE SÁNCHEZ GUTIÉRREZ para el Incora, 1975

Complejo de la cerbatana

Llamamos complejo de la cerbatana al conjunto conformado por esta arma de cacería y los demás objetos relacionados directamente con ella.

La importancia de la bodoquera, como la llaman los chamí, se deriva de la cacería, de la cual constituía en el pasado el principal instrumento de producción. Hoy, no solamente la bodoquera va siendo reemplazada por la escopeta, sino que aún la propia actividad de la caza desempeña un papel económico cada vez menor como fuente de subsistencia. Los cambios ocurridos en el hábitat y en la propia cultura del grupo hacen de la cacería una actividad complementaria de la agricultura, aunque para amplios sectores sigue siendo la única fuente de carne.

Pero la cacería sigue teniendo una importancia como fuente de prestigio en relación con los hombres, y la cerbatana se beneficia de esta situación, tal como lo veremos más adelante.

La cerbatana es un tubo cuyo diámetro va disminuyendo desde la boquilla hasta el extremo opuesto y que puede llegar a mediar tres metros o más de longitud.

En la actualidad se fabrica en Santa Cecilia y en La Montaña. Los demás indígenas acuden a estos sitios para obtenerlas, a precios que varían entre los 80 y los 120 pesos. Sobre todo en La Montaña, la mayoría de los hombres saben fabricarlas y lo hacen. Es posible que esta actividad, como otras, hiciera parte originariamente de una división de tareas entre los distintos grupos embera, en la que la fabricación de la cerbatana correspondía a los grupos que habitan las dos zonas mencionadas y que, por lo tanto, esta especialización no sea reciente, como pudiera pensarse a primera vista.

La materia prima para su elaboración es la madera de macana. La vara escogida se parte en mitades, a lo largo, con un machete. Luego, se quita el corazón a ambas mitades con una lima mediacaña. Con un cuchillo se labra más el corazón hasta darle el diámetro deseado y luego se pule por frotación con arena de río o piedra molida como abrasivo y una matriz también de macana, pulida por completo, de diámetro uniforme y de unos dos metros de largo. Este pulimento da al cañón un diámetro uniforme en toda su longitud y es una tarea que puede tardar unos dos días en completarse. Luego se pegan las dos mitades entre sí empleando cera de colmena. Si no es posible obtener la cera, las dos mitades se pegan con resina del árbol “caucho”.

Una vez terminada, se labra la mira en el extremo más delgado. En otras ocasiones, la mira no es labrada en la macana misma, sino que se hace con una bolita de cera, con un pedazo de botón, etc. A continuación, dejando un espacio libre de unos 7 centímetros desde la boquilla y hasta unos 10 centímetros del extremo, toda la bodoquera se envuelve en un bejuco especial. Éste se enrolla en espiral desde la boquilla hacia la punta y siempre de izquierda a derecha.

Nos ha sido posible conocer ciertas restricciones relacionadas con las mujeres respecto a la bodoquera, la cual bien pudiera tener un carácter sexual, cosa que de todas maneras no podemos asegurar. Según algunos indígenas, las mujeres no pueden mirar cuando se está haciendo la cerbatana, actividad que, por lo demás, es exclusivamente masculina. Otros afirman que esta prohibición no existe. Pero todos están de acuerdo en que las mujeres no deben tocarlas y les está estrictamente prohibido mirar a través del cañón. La violación de esta prohibición daña la bodoquera y ésta pierde por completo la puntería.

Se disparan dardos de unos 25 centímetros de longitud, tallados con machete en madera de macana los que van a ser usados para animales grandes y con veneno, y en guadua los que van a emplearse para cazar pájaros y no se envenenan. La única herramienta que interviene en su fabricación es un machete bien afilado. El dardo o virote no tiene un diámetro uniforme, sino que es más grueso hacia la mitad delantera. La punta, de entre dos o tres centímetros, se labra con el machete en forma de espiral, aunque ésta no llega del todo hasta el extremo. Esto con el fin de retener bien el veneno y para que se quiebre por allí y el extremo envenenado quede enterrado en el animal. A veces se le hace una muesca al comienzo de la punta para que quiebre con mayor facilidad. En el extremo opuesto se le enrolla lana de balso a manera de estabilizador y se la amarra con hilos de cabuya. Cada indígena tiene dos flechas modelo que sirven de medida para el largo de las nuevas que se fabrican y también para la ubicación del estabilizador.

La lana de balso tiene un proceso de elaboración que es el siguiente: cuando se caen las hojas del árbol, nacen y comienzan a desarrollarse las vainas que contiene la lana. A los tres meses, las hojas están brotando de nuevo y es el momento de recoger las vainas, en cuyo interior está la lana que protege las semillas. Se abre la vaina y se saca la lana, y se pone al calor del fogón durante unos segundos para que se esponje, pues si queda apelmazada no sirve. En esta tarea participan el hombre, la mujer y los niños mayorcitos. La lana, preparada así, se guarda en un canasto y de allí se sacan las cantidades necesarias.

Cuando se va a poner la lana en la flecha, se hace girar rápidamente el virote y la fuerza centrífuga arroja lejos las semillas. Este giro se imprime con el pulgar y el índice. La lana debe quedar formando un cono con el vértice hacia la punta y la base hacia el otro extremo.

La porción de lana que va a ser utilizada se carga bien en un pequeño calabazo redondo o en una bolsa de tela impermeabilizada con látex de caucho.

Estas bolsas se elaboran de esta manera: se coge una media de tela de algodón vieja y se rellena la punta con ceniza seca bien apretada, para darle forma. Se cuelga y se untan varas capas de una resina, extraída del caucho, hasta que quede bien entrapada. Y se pone a secar tres días al sol. Al secarse, el caucho toma un color negro y la media queda impermeabilizada. La ceniza se va saliendo sola en el curso de los tres días. Algunas veces la media se rellena con granos de maíz.

El equipo de la bodoquera comprende también un carcaj, que es un tubo de guadua con tapa de los mismo, la cual entra ajustada para que no se salga cuando el cazador corres tras su presa. Poco más arriba de la mitad, en la parte exterior, se le hace una ranura en redondo para pasar por ella un bejuco o pita fuerte que les permite colgárselo al cuello o a través, en bandolera.

Otro objeto se asocia al empleo de la cerbatana: un limpiador para el cañón, que consiste en un bejuco muy elástico de longitud un poco mayor que la de aquella. En uno de sus extremos se ha tallado una punta para facilitar su introducción en la espiga del arma; en el otro extremo lleva atada una porción de lana envuelta en una tela. Se carga enrollado y amarrado al carcaj o tarro. También se usa, a veces, un pequeño aparato en forma de arco, con el cual se sacan la semillas de la lana.
 
 
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