Para este momento, Doña Natividad está muy lejos, concentrada debajo de su ruana, bajo tierra; hay que irse con ella bastante lejos, con los encantos, de los que me prevenía en vida a cada pregunta sobre Mojanes "¡Caaállese ...! ¡cáallese... !, ¡que se nos van a venir las brujas esta noche!".
Su temor no era infundado, cada palabra mía o de otro podía atraer fuerzas que no podrían ser controladas. Aunque mirar el pasado es mirar para el presente y por eso hasta nombrarlo puede ser peligroso, tampoco está lo suficientemente cerca como para detallarlo tal cual era para los abuelos.
"Es que nosotros estamos muy lejos y ya no alcanzamos a ver”. Bertilda de Cuenca, Suba.
Para acercarse al pasado, que "ya no se ve", hay que volver a observarlo en la Tierra; empezar por ella es verificar los caminos de la historia. La concepción que de "la Tierra" tienen los Raizales es semejante a un organismo vivo, que más que por "mundos" o "niveles" está conformado por órganos como un cuerpo: el cielo, la tierra seca y las aguas, que en círculo se adentran en las entrañas de uno y de otro. La gente, animales y plantas de cualquiera de los "miembros" tienen también agua en sus cuerpos y participan de todo el movimiento, el que impone la luna con sus caras. Dentro de esas gentes están los Mojanes.
En el cielo lejano, junto con los otros astros, el sol, las estrellas y la luna, parece encontrarse el cielo cristiano. En los relatos recogidos, los astros no fueron personificados ni habitados, pero son los que provocan los movimientos y ciclos del resto de la Tierra.
Para los Raizales, que pertenecen a la superficie de lo seco, los otros caminos del agua se están moviendo a su alrededor (también lo hacen adentro de sus cuerpos) y por eso hablan de "arriba" o "abajo", sin que necesariamente implique el lugar estático de un personaje acuático, sino, al contrario, su movimiento. Estos personajes son los antepasados "encantados", que son guardianes de la riqueza que genera agua. Estos reúnen a distintos personajes como Santos, Mojanes, Diablos, hombres negros, guacas y ánimas. Algunos son personajes de origen cristiano, pero en general casi todos estos símbolos son cascarones de huevo ocupados o refuncionalizados por los raizales con seres indios del agua.
Dentro de la categoría de "Mojanes" reconocen varios tipos, pero en general se distingue un Moján de otro por que tienen apariencias y comportamientos distintos: los blancos están asociados al invierno y los negros son seres castigadores de los humanos infractores de las normas sociales. A su vez, cada Moján blanco o negro tiene su doble en un Diablo, Fraile o animales del mismo color.1
Las aguas profundas se equiparan con el “infierno", mientras las que están junto a la superficie de la tierra seca, con "ventanas" de salida (lagunas, nacimientos, pozos), son "purgatorios". La franja de tierra seca entre las aguas profundas y los astros es una zona de permanente conflicto entre todos los personajes. Está habitada permanentemente por los Raizales e intermitentemente por los seres del agua (ciclos estacionales). Por ello, esta zona de frontera entre astros y tierra profunda es un permanente intercambio, guerra, suplantación, etc. Con sus cuerpos, dirigidos por la luna, transforman el territorio haciendo los caminos de aguas de cada "tiempo" (estación de invierno, verano de aguas o verano seco).
2.1 Mojanes blancos o de oro2
Un encantado puede tener un origen no indio, es decir haber sido un español, un explorador mestizo, un guaquero colombiano, etc. En general, puede ser cualquier humano que, por tener una excesiva riqueza reunida, se entierra voluntariamente o es anegado forzosamente por otro Moján, transformándose enteramente en indio.
La causa mítica se encuentra en que cualquier acumulación excesiva de oro genera una descompensación entre los grupos de lo seco y lo acuático, haciendo que estos últimos se apropien forzadamente del infractor. Para los Raizales, el encantamiento puede entonces ser provocado conscientemente por brujos o Caciques o resultado de un castigo.
El entierro voluntario del brujo indígena, como encantamiento provocado, ocurre en las montañas especiales donde antiguamente se conseguían las riquezas.
“Todas las riquezas, las esmeraldas, el oro, la misma sal o el carbón, esas cuatro están relacionadas con el agua porque las montañas de donde las sacan son montanas de agua.” Teodomiro Rivas, Tenjo.
Del agua vienen las riquezas vivas y cualquier vertiente o "asentamiento", como nacimientos, pozos, pantanos, lagunas, etc., es puerta de salida de esos seres vivos. Las riquezas vivas son de varios tipos: esmeraldas, oro, sal bija y carbón. Para los Raizales, el oro es vivo desde su origen y al estar en lo seco se inmoviliza. Los indios lo moldeaban en "muñecos", que al regresar al agua tomaban de nuevo vida, movimiento, en gente, animales, cosas o vegetales, pues el oro forma los seres que pueblan este "mundo" acuático.
"Esos tesoros de los Mojanes son oro con vida. El Moján tiene vida y es el que se traslada. Los otros tienen vida, pero es de otra manera." Pablo Tauta, Cota.
"Pero lo que es misterioso es por que eso cogía, cogía vida y eso es que mejor dicho se volvía, vivía esa vaina, ezque se vuelve vivo, coge vida eso." Campo Elías Ospina, Nemocón (Vengoechea, 1992: 69).
Esos seres llamados "encantos" habitan las "ventanas" (lagunas, pozos, nacimientos) o las "puertas" (lagunas en las cuevas inaccesibles de las montañas), por donde permiten la entrada y salida de gente sin encantarla. Los indios moldeaban estos "muñecos" de oro con las manos, es más, como en los mitos paeces y guambianos, dicen que lo amasaban con ayuda de plantas.
”Traían el oro de muchas partes y lo traían en polvito. Aquí los Antiguos tenían plantas con las que hacían líquidos y con eso se fundía el oro. Después se amasaba y le daban forma a las caritas, el cuerpo, con las manos. Ese brujo iba reuniendo todas las cosas de oro y, cuando era tiempo, se enterraba vivo en las cuevas, con todas esas figuritas en la montaña". Teodomiro Rivas, Tenjo.
Miguel Triana, en su libro sobre los Muiscas (1921), relata estas mismas tradiciones orales en Sogamoso y Saboyá, escuchadas en su viaje por la tierra fría.3 En Nemocón, la antropóloga Consuelo Vengoechea recopiló testimonios de campesinos antiguos de la región, que tratan sobre el origen del oro en zumos de plantas ("hoja de monte"). O también zumos que fundían el oro permitiendo "amasarlo" y moldear los "Tunjos" (una variedad de "muñecos" de oro).4 Para darles vida, se los recubría con varias capas de oro; la vida del Encanto dependía de la cantidad exacta de capas de oro (Vengoechea, 1992: 70).
Los cerros y sus cuevas son importantes como sitios donde los indios "vivían" (caseríos) y lo enterraban (guacas). En la Candelaria estas cuevas fueron luego fueron ocupadas por personajes españoles (frailes y emítanos).5
Estos lugares de cuevas de donde se extrae, se moldea, se vive y se entierra, son los mismos cerros ocupados por Mojanes brujos, donde se relata que se hacían los entierros voluntarios. Todos los Mojanes son gente antigua que se "encantaron" (especialmente en épocas prehispánicas o durante la Conquista) y que asumen costumbres antiguas, especialmente su poder para controlar las aguas.
A este poder lo llaman los Raizales "brujería blanca" o "brujería buena".6 Esta brujería incluía el aviso, desde los cerros, de los sitios donde se podía sembrar, siguiendo luces que señalaban aguas"7 y los sitios donde se podía sembrar.8
Según los Raizales, se les llama "encantados” porque siendo gente de lo seco entraron en los canales de agua con las riquezas llamadas "encantos" (muñecos de oro) y se volvieron de oro vivo.
Al entrar en esos canales adquieren poderes que les da la riqueza, como manipular las aguas para viajar por los cielos en caminos creados y jamás envejecer por vivir a una velocidad temporal mucho más lenta que la de la gente de lo seco.
Ya después de la Conquista, y hasta la actualidad, los Raizales establecen que la causa del encantamiento ya no es el enterramiento provocado, sino que es el secuestro de gente por estos seres, ya sea porque tenían poderes de brujería blanca o demasiada riqueza acumulada, y no ya el encantamiento provocado.9 Sean de una u otra época, a partir de su transformación quedaron como guardianes de esos tesoros, de las cuevas, montañas, etc. Cada nuevo brujo enterrado se une o sintetiza con el Moján antiguo de cada cerro.
Aunque para los Raizales estas acciones son ya poco comunes en la modernidad, conozco de un personaje que luego de su muerte natural fue convertido en Moján, con nombre propio real por la tradición oral de una comunidad.
Esto no es tan común, pues el fallecido debe cumplir algunos requisitos, como haber reunido un exceso de oro o haber sido un viajero o habitante habitual del monte y, en él, haber localizado los canales de la riqueza oculta sin encantarse (brujería). Por esto los candidatos a Mojanes necesitaban de las costumbres antiguas para poder sobrevivir allí como leñadores, pastores, agricultores en pequeño, yerbateros, curanderos, cazadores, etc. Los "nuevos", por su dependencia de la sociedad industrializada, están incapacitados para vivir en el monte.
Con estos ejemplos se hace claro que, aunque la Antigüedad es una época donde las comunidades en total seguían un tipo de estrategia cultural, puede haber personas "antiguas" en la modernidad, con una estrategia individual, por la que, después de fallecidos, podrían ser transformados colectivamente en Mojanes por la tradición.
Es por ello que la comunidad los hace poseedores de poderes indios especiales y pueden existir o haber existido en cualquier época. Un Moján, entonces, en el relato puede tener vestimentas y hasta características modernas sin perder su característica más importante, que es la capacidad de controlar los ciclos de La Tierra.
Estos Mojanes mantienen el nivel de autonomía prehispánica, es decir, se mantienen lejos de la sociedad de la superficie (especialmente de la bautizada), pero deben interrelacionarse “normativamente” con ella para convivir en los territorios compartidos.
Los Raizales no comentan que los Mojanes tengan entre ellos redes de reciprocidad, como el compadrazgo o el Convite, pero sí que en la Antigüedad participaban en redes de redistribución y reciprocidad con gente de lo seco en un intercambio de riquezas; por ejemplo, los Raizales entregaban periódicamente a los encantados sal bija, tabaco o animales para que se alimentaran y estos, riquezas a las personas que las necesitaban (como lo hacen las guacas con los pobres, huérfanos y viudas). Además, continuamente bajan a los mercados a hacer trueque, o pagan con morrocotas de oro.
Lo hacen así porque ellos "no saben trabajar" como se hace en la sociedad actual y, por eso, no conocen el dinero ni el valor "real" del oro (el valor actual). Estos intercambios garantizaban la permanencia de los ciclos anuales del agua y por eso los he llamado relaciones de "alternancia territorial".
En cambio a los secuestros, los robos, e invasiones mutuas de territorio y, en tiempos presentes, la invasión de la modernidad, los he llamado relaciones de "conflicto".
El entierro de muñecos de oro dados por la comunidad tiene, en el mito, distintos significados y temporalidades. Unos se relatan como parte de una celebración para el Cacique y otro, pequeños, en el entierro (en "vida") de Brujos.
En Tenjo se cuenta que los indios le entregaban primero los muñecos moldeados al Brujo del pueblo (brujería "buena" o "blanca") y que luego se "encantaban", enterrándose con la riqueza en las cuevas que tienen ocultas lagunas encantadas.
Estas lagunas, junto con pantanos, pozos y nacimientos, son lugares "fronterizos" porque están en el límite entre la superficie seca y las profundidades. Por su ubicación y comportamiento las clasifiqué en dos grupos: Las "visibles", que están a la vista de los Raizales todo el año (Fúquene, Tota, Guatavita, Iguaque, etc.) y que solo permiten entrar al mundo acuático, pero no salir, por lo que he dado en nombrarlas "ventanas" (junto con pantanos, pozos y nacimientos); y las "ocultas", que están cerradas en los cerros casi todo el año y las llamé "puertas", pues un Raizal puede entrar y salir sin "encantarse" (volverse permanentemente de oro). Estas últimas son el inicio del ciclo del agua en general y son, contextualmente, las preponderantes en la zona inter-montañosa del curso alto y medio de la mayoría de ríos. En cambio, en la zona plana del curso bajo de los ríos Blanco, Subachoque, Chicú, Checua, Bogotá, etc., son más preponderantes los pantanos. En esas lagunas, ocultas y visibles, conectadas entre sí por túneles, viven lo Mojanes custodiando sus Encantos.
En las cuevas encantadas de las lagunas ocultas, una "laja" o piedra hace de puerta, que solo se abre dos veces al año, en los inviernos, para dejar ver sus lagunas, y permiten que algún Raizal elegido pueda entrar y salir.10Esto no se puede hacer en las lagunas "visibles", pues éstas virtualmente se "tragan" todo lo calórico que se les acerque, encantándolo de inmediato.
Señalando el lugar de estas piedras-puertas se encuentran palmas (Vengoechea, 1992: 87) y, en otros relatos, chusque (Cota); con su sonido, al agitarse con el viento (o en Domingo de Ramos en los pueblos), tienen la facultad de atraer a los Mojanes y, a su vez, controlarlos para que no ataquen con fiereza los cultivos.11
En Nemocón, los seres moldeados por la gente eran animales (culebras, gatos, gallinas, perros, pollos etc.) y en el cumpleaños "del Zipa” hacían fiesta de tres días en el cerro "del Tunjo"; comían, bailaban, tocaban música y enterraban los muñecos en el cerro. Un ofrecimiento muy semejante lo relatan también en Chipaque.
"Hubo un rito que hacían ellos, esque era que llevaban un muñeco... un muñeco, un becerro, o un muñeco de oro y lo enterraban en el cerro, lo enterraban (...) lo hacían en la hoguera y baile ... y lo bueno esque era que pasaba toda la noche... cuando ya el pacto era toda la noche, con la hoguera bailando y tocando tambor y chuu." Campo Elías Ospina, Nemocón (Vengoechea, 1992: 74).
"(...) nos mostró a la luz de la luna el alto del Ramo - Miren Uds.: Chipaque estuvo primitivamente en el sitio llamado hoy Puebloviejo. Pues según me lo contaban mis abuelos, desde la ranchería hasta el alo del Ramo es fama que los indios celebraban sus procesiones detrás de un venado de oro que llevaban en andas." Chipaque (León Rey, 1942: 206).
"(..) los indios enterraban venados de oro y esos son los que ahora salen por el páramo. Claro que ya no se ven." Agustín Villalobos, Chipaque.
El espacio acuático es donde la realidad de la superficie se refleja (hay pueblos, gente, comunidad con sus animales y trabajos). Es una inversión de materia (pues están hechos de oro), de orientación y de tiempo. Los humanos deben caminar al revés cuando entran en las cuevas y así evitar ser encantados y, en algunos relatos, también los hacen los Mojanes al salir a lo seco12; las temporalidades son más lentas en el agua, en una relación de un día en lo seco es un año en las aguas, o cuatro meses en lo seco, una semana en las aguas. Por último, hay también transformaciones de encantos y encantados en animales de lo seco, a lo que he llamado "figuras-reflejo" y que son una forma de defensa de los seres del agua, para permanecer en las "fronteras" o para no ser atrapados.
El otro rasgo importante es que forman familias, es decir son hembras y machos, viviendo cada uno en un cerro de una cordillera; y de sus uniones hay hijos, que son llamados "Tunjos", "monos" o "muñecos". Cualquier Moján puede ser al mismo tiempo niño o adulto, sin que hallamos logrado definir cómo es la conversión, pero una hipótesis de trabajo es que depende de la cantidad de aguas que represente, o de la "suma" o "bifurcación" de aguas, que aumentan o disminuyen el tamaño y su edad. Es decir, como en un caleidoscopio, los Mojanes menores se reflejan en uno mayor y viceversa, según la unión de aguas, el lugar y la estación en que se encuentren. Hasta el momento no hemos encontrado relatos que hablen sobre el origen de la diferencia sexual, pero sí que en verano las que manipulan las aguas son hembras (vírgenes) o los santos que lleven un niño (San Antonio de Padua) y estas son aguas de "páramo".
"El Moján es macho y hembra.... es un matrimonio que hay encantado. Ellos viven en las cuevas, como en esa cueva que traspasa al otro lado." Macedonio Romero, Cota.
La Hembra
"La Vieja es Mojana y vive en Fusca. En Semana Santa se ven luces que viajan... en esos inviernos bajaban del cerro inundaciones y se veían totumas de plata, gallinas y pollos. A la Mojana yo no la he visto, pero cuentan que es una señora grande y gorda, vestida a lo antiguo, con enagua y sombrero. Tiene unos senos grandes y aparece sentada en las piedras, secándose al sol Cuando ve gente, desaparece." Don Constantino Segura, Cota.13
Hay Mojanes de todas las edades, pero lo corriente es que los más poderosos estén en una edad madura, entre 40 y 60 años los machos, y las hembras entre 40 y 50. Se las considera "viejas", pero gestantes y activas sexualmente. A los ojos de los Raizales, las hembras son siempre muy sensuales, mientras los machos pueden variar su aspecto de bello a desagradable o terrorífico. Pueden convertirse o mostrarse como niñas con cabellos de oro, como ocurre con la Mojana del Neusa ("cerro del Tunjo").
Las que hemos localizado son las de Chía, Juaica, Majuya, Fusca, "los Guacos" (occidente de Madrid), Fúquene, Neusa y la de Tausa. Cada una tiene sus oficios según el sitio donde vive, cosa que en ocasiones corresponde con lo que sus vecinos Raizales hacen (por ejemplo en tierra arcillosa es alfarera). También su personalidad corresponde con la meteorología del sitio. Por ejemplo, en Fusca (La Caro) la Mojana hace chicha, es fiestera, viajadora y con amantes, por el intenso movimiento meteorológico, siendo la zona de mayor confluencia de vientos, nubes, lluvia. Mientras Chía es asentada (veranera) pues su casa es "a medio lloviznar".
"La historia que yo he escuchado es que en Fusca está un Moján y que aquí en Chía hay otro. El de por aquí, pues hace como los Antiguos, tosta maíz en un tiesto y lo revuelve con una cuchara de palo. La de Fusca hace es chicha, pero no como la hacemos ahora, sino como la hacían los indios, que muelen el maíz con los dientes y después lo escupen en una artesa de palo." Doña Teodora, Chía.
"La diosa Chía también es Mojana. Ella se dedica, como las otras Mojanas, a hacer chorotes. Como su lugar de habitación es gredosa y a medio lloviznar... por eso es que todavía hay los que trabajan en artesanías ahí cerca, en el río Frío, en Fonquetá." Don José Segura, Cota.
Todas ellas tienen sus esposos y sus amantes: el esposo en la misma cordillera y los amantes en las cordilleras a lado y lado, con los que salen a amarse y de feria.
El Macho
Su apariencia es casi siempre la de un raizal viejo, con traje antiguo, preferiblemente blanco y bastante "chirositow, pues esconde su importancia y riqueza tras la apariencia de un indio pobre.14 En ocasiones se transforma en un viejo con cabellos de musgo (su carácter de monte que sostiene el agua); en otras adquiere rasgos de animal, con uñas largas, colmillos y pelo largo (su carácter animal). Según los Raizales, la transformación de la apariencia depende del lugar y fenómeno que representa y del poder de la riqueza para cambiar.
Es la representación de los antiguos, inscritos en la naturaleza, que multiplica sus significados como "reflejos" de numerosos espejos. Cuando salen a lo seco, todos los seres encantados tienen apariencias de animales, pero la de los Mojanes (niños y adultos), además de gente es la de "micos", como reflejo de la especie humana en otros caminos (el monte con aguas). En el capítulo sobre guacas amplío un poco más el sentido animal, pero por el momento solo trataremos con el hombre de oro. Los trajes de antaño, o están cubiertos de Tunjos, o no están hechos en rústicas telas sino en oro, o el mismo Moján es de oro, que es intercambiable con el color blanco.
"(...) modestamente vestido de pana, cubierto con sombrero de jipa, de abrigado bayetón, visible por el lado rojo, calzado con alpargatas y chupeteando la famosa colilla de brillante lumbre, que nunca retira de los labios." Tequendama (Pardo, 1946: 189).
"Él va vestido de blanco, con ruana blanca, un rejo amarillo colgándole del cuello y, en la mano, un palo. una vara... para asustar al que saiga. El rejo y la vara son de oro...". María de Balsero, Cota.
“Los Mojanes son muy ricos... ellos se visten con oro, no mero ordinario como nosotros." Macedonio Romero, Cota.
"El Moján es un hombre alto, alto.... todo de oro.” Doña Florina Triviño, Suba.
2.2 El nombre del cerro
Los Mojanes no solo ocupan toda el agua subterránea sino que, por distintos caminos (neblina, nubes, arco iris, nacimientos etc.), logran salir a lo seco y cubrir amplios territorios. Por eso, el raizal, al señalar el cerro invadido de humedad, parece darle a todo él la corporeidad del Moján, por ocupar su interior y su exterior (agua en vapor y en río). En la Candelaria, la nominalidad del cerro se explica porque éste es prácticamente una creación de los Mojanes mas poderosos, para esconder bajo ellos la riqueza, siempre asociada a "entierro".15
El cerro es un medio, un lugar territorial para extender su corporeidad. En muchísimos casos dicen ver tanto a un hombre en la cima del cerro como a un gigante de oro que habita dentro, siguiendo este sentido de extensión corpórea desde las profundidades. Lo mismo ocurre con los nombres, que son compartidos con el carácter del cerro (si es de misterios, temor, meteorológicamente activo, etc.) con el carácter del Moján que se ha escogido culturalmente (si es indio. Cacique, fraile o Diablo, fiestero, pasivo, hogareño, etc.).
Los cerros sexuados
En una historia de origen,16 se relata que los Mojanes vivían en un mismo cerro, pero, por una pelea, se dividieron y el Moján Oriental de cada valle fue arrojado al cerro de enfrente. Cada uno tomó su propia cordillera, lo que convierte la geografía Raizal en una larga descripción de cordilleras emparejadas. A partir de allí, el encantamiento de Mojanes es de individuos sintetizándose con los ya existentes en cada cordillera, por sexo y complementando una pareja, pues cada cordillera tiene dos Mojanes "divorciados". En todos los casos estudiados coincide que la parte norte (cerro norte) de las cordilleras sea hembra y la sur un macho.
Para los Raizales, a través de su historia, solo la crisis de la Conquista provocó encantamientos masivos de comunidades o sus líderes. Tanto Brujos (as?) como Caciques y Guerreros se convierten en Mojanes, intentando huir de la sal del bautizo y, desde entonces, la diferencia entre "encantados" y gente de lo seco, es la sal que se lleva en el cuerpo.17 Estos antiguos huyeron a las montañas intentando esconder los tesoros de las manos de los españoles y, a partir de ese acontecimiento, además de brujos, los Mojanes pueden ser alternativamente Caciques o guerreros paganos (o estar asociado a ellos). Aunque los cerros tengan solo uno de los dos personajes habitándolos, en las historias se acompañan y se explican mutuamente, pues los personajes se "suman" o se "bifurcan".
"El viejo de la azada roída os cuenta la leyenda del Mohán que andaba antaño por estas serranías custodiando el tesoro del Cacique." (Triana, 1921: 16).
"EL TESORO INDÍGENA
“Cuando llegaron los españoles, en tiempos de la conquista, los indios no conocían el verdadero valor del oro. El cacique de Fómeque tenía guardada mucha cantidad de oro y pronto supo que los españoles lo perseguían con mucha avaricia y por eso resolvió reunir a los brujos de la tribu para decidir dónde podría esconder el oro. Decidieron esconderlo en un lugar de difícil acceso y que se guardara secreto sobre el lugar escogido (...) escogió a los cargueros que condujeron el oro río arriba, con muchas dificultades hasta llegar al páramo de Chingaza, lugar en que se encuentra un cañón muy estrecho y con una sola entrada, tan difícil de encontrar que el escondite pareció muy seguro." Maribel Agudelo, Fómeque (León Rey, 1949: 146).
La resistencia a la Conquista con el ocultamiento, se repite en sociedades como la de los U'wa, en el Cocuy, que es la sociedad india culturalmente más cercana tanto a los Muiscas como a los Raizales actuales.
“Terreno de alto peligro para la salud son también los nevados, a los cuales nadie había llegado antes de principios de los años 70, cuando empezó el turismo en esta zona. Los nevados son vistos como "encantos", sitios donde los indios escondieron en otros tiempos en forma mágica sus tesoros." Cocuy (Faust, 1989: 50).
En algunas zonas también es usual la historia del suicidio colectivo. Así es en la Peña de Juaica (Tenjo), en Cerro Palacio (Sutatausa) y en el cerro "El pulpito del Diablo" (Cocuy), donde en el cañón del río "reconocen los huesos de los muertos".
Al estar las cordilleras divididas con anticipación en parejas, femenina y masculina, la historia del ocultamiento de los tesoros también es una división. Huyendo de los españoles, los Caciques y Guerreros en Cota y Tenjo, se ocultaron en las cordilleras macho con las armas de oro; los Mojanes brujos se ocultaron en las hembra con los tesoros de esos Caciques y los de sus "iglesias", fusionándose cada uno con los personajes que ya había. Con éste acontecimiento no se aumentó el número de personajes aislados sino que cada uno se diversificó, representando, según el relato, tanto la época pre-conquista como la Conquista, a un Moján cualquiera como a los Caciques y Guerreros, a un Moján macho o a uno hembra.
"Juaica es Mojana y Majuy es macho. En Juaica está la Iglesia que se abre y en Majuy están las armas." Teodomiro Rivas, Tenjo.
En conclusión, con el acontecimiento de la Conquista se diversifican las personalidades en la geografía, siendo los mismos individuos. De allí la diversidad de categorías para nombrar a los cerros y sus Mojanes.
"Se llama Furca porque una vez vivió por ahí, en eso, un Cacique, un indio que se llamaba Furca y entonces por eso, y por ahí había una lagunita, en este lado por ahí, y que él se bañaba ahí y después quizque veían salir un pato amarillo, con una camada de patos chiquitos, puros amarillos, y no sé si fue que él se encantó, como era rico, entonces creo que se encantó ahí, me parece..." Álvaro Bautista, La Candelaria (Moreno, 1994: 161).
"(...) esto no lo llamaban como lo llaman hoy en día, el cerro de la Virgen, o sea, le cambiaron el nombre, porque este es el cerro que se llamaba el cerro del diablo; sí, algo me acuerdo de esa lectura: este cerro, el dueño de esto era un señor que era muy rico, a él le gustaba traer las muchachas de la región (...).” Santiago Rodríguez, La Candelaria (Ibíd.: 164).
"(..) Después de dos horas de caminar a buen paso llegamos a la laguna de Bóchica.(...) Una serranía en forma de herradura limita a no gran distancia el horizonte por el occidente, y por el norte al oriente se alza el carro apellidado también de Bóchica, con sus rocas llenas de misterio de las pasadas edades y que parecen erguirse como un monstruo centinela de los encantos de la laguna (…) el cerro de Bóchica, cuya acentuación esdrújula es general en la tierra y que debió ser sin duda usada en los tiempos del apóstol.” Chipaque (León Rey, 1942: 203).
"Un sujeto atracó por aquellos caminos a un fraile dominicano -dueño a la sazón de la Santa Cruz- y le cortó la cabeza de un certero machetazo. Desde entonces, al filo de la media noche sale de la cueva del Moján el fraile blanco descabezado y se pasea por todas aquellas tierras hasta que amanece y lo mismo asusta los Tibabuyes que a los de Buenavista; a los de los Laureles, que a los del Espino: es el amo y señor de toda la extensa comarca que corresponde a los municipios de Tenjo, Cota y Suba." Cota (Pardo, 1946: 161).
Estos cuatro testimonios dan cuenta de la variedad de síntesis de personajes que caben en la categoría de “Mojanes” (aún en un mismo cerro, como en los dos primeros y el último ejemplo), lo que hace más evidente la refuncionalización de símbolos foráneos, aptos para ocupar los espacios de las representaciones indias. La de "Fraile" tiene la característica de que acompaña la representación de "Iglesia" o "Catedral", la música sacra y las misas cantadas en las cuevas de Mojanes. Estas cuatro son las sustituciones más comunes; en los municipios más conservadores, donde la religión católica se introdujo metódicamente, se utiliza más la del diablo.
“Que los dueños espirituales de la naturaleza viven en cerros sobresalientes por su forma y altura es tanto un motivo amazónico (ver Reichel Dolmatoff, 1968: 105), como andino (ver Gaeris, 1962: 41). En Colombia el nombre del dueño de la vida silvestre fue traducido con frecuencia con los términos de diablo o demonio, aunque no tenía ni adquirió después, las características del diablo de los católicos." (Faust, 1989: 50).
Según el antropólogo Carlos Pinzón, en algunas zonas tradicionales aún se conservan los relatos de Bochica. Efectivamente, en Chipaque, Cota y Chía hay la directa relación entre Mojanes, piedras, y el personaje de Bochica. En Chipaque, el cerro encantado está acompañado en sus alturas por el rostro en piedra de Bóchica (esdrújula) quien permanece, mientras la "Virgen Belén de Bóchica" tuvo que trastearse hasta Ubaque por puro aburrimiento. Hay pues muy variadas sustituciones o refuncionalizaciones, que requieren de estudios más profundos que, por la variedad de casos, podrían definir el por qué de la elección de una representación para los seres acuáticos en cada comunidad de municipio.
Hay sustituciones en los nombres de los cerros que intentan caracterizar la meteorología: Santa Bárbara (Santa de la tormentas) o cerro "Pan de Azúcar" (cubierto de nubes), "Cerro de la Cruz" (cerro para atraer lluvias) o "San Isidro" (cerro de lluvias). Dentro de los nombres repetitivos en la meseta Cundiboyacence hay también varios considerados indígenas, cobo "el Tunjo", "Juaica" o "Juaikal", que en unos casos es hembra y en otros macho, "Majuya", "Manjui" o "Majuy", que son hembra y machos respectivamente y están relacionados de un extremo a otro de la sabana (Facatativá-Chía). Parece que el predominante es el del macho y se le coloca a sus distintas compañeras el femenino.
En conclusión, aunque Moján es el personaje que vive y manipula las aguas y a sus seres por ocupar sus caminos subterráneos y aéreos, termina por ser un símil del cuerpo del cerro, lo que no quiere decir idéntico. Tal similitud o correspondencia es una identidad territorial entre uno y otro, que se refleja en la misma indianidad, "paganismo" y nominalidad. Una tercera característica común es que el comportamiento meteorológico de la zona y las características físicas del cerro le otorgan al Moján(na) la personalidad o carácter, el trabajo y la sexualidad. Por ejemplo, en Tenjo y Tabio, "peña" es hembra y "cerro” es macho; por las características del cerro y especialmente por su sexo, se define la calidad del tesoro que custodia y el nombre de las cuevas donde se esconde (Iglesia, Catedral o Capilla, si es hembra; caserío o pueblo, si es macho). Aún entre cerros inmediatamente vecinos puede haber esa diferencia; la cueva de la hija y cerro del Moján Majuy (la Majuya) y que se encuentra a su lado (hija con su amante de La Caro), es vista como femenina y "Catedral", a diferencia de su padre que es "armas".18 En algunos municipios se combinan las representaciones de macho y hembra, como ocurre en el cerro Gachaneca de La Candelaria,19 y Choque de Chocontá.20
Superposición de "Templos"
La descripción de esos "templos" puede ir desde habitada por "hombres amarillos", con amplios salones con columnas amarillas, como en la "Iglesia del cerrito" en Nemocón (Vengoechea, 1992: 61), hasta la de una Iglesia convencional, como en los cerros "hembra" en Cota, Tenjo y Nemocón, con todos los adornos y parafernalias comunes a ésta.
"Se ve la gente de espaldas, mirando al altar y atrás está el sacerdote diciendo misa." Don José Segura, Cota.
"Lo mismo que una Iglesia, pero muy rica, los copones y candelabros de plata, el altar de oro. todo muy formal, muy rico.” Don Alejo Pulido, Tenjo.
Es probable que la superposición de templos cristianos en lugares animistas- indios sea la razón para que los Mojanes también se representen en imágenes de Frailes blancos o en sus contrarios, como Diablos fiesteros y torpes, para resaltar lo pagano. Esto es contradictorio desde el punto de vista cristiano, pero hay que contar con que la refuncionalización de las representaciones cristianas no fue uniforme y que las comunidades eligen unos u otros según sus propios canales de resistencia, diferencia muy notoria de un municipio a otro. Aunque no tengamos clara la elección cultural de las refuncionalizaciones, sí que con la superposición de templos, lo cristiano, español y bautizado se refleja en las aguas como poder de la brujería blanca india, los Frailes, el Diablo y lo no-bautizado.
Los indígenas Muiscas, ante su propia pérdida cultural, tuvieron que ocupar sus espacios míticos con parafernalia cristiana, no solo en la dirección que resaltamos antes (Iglesias en las cuevas encantadas), sino que, para el Raizal, también los templos cristianos tienen objetos indios y "puertas" al mundo acuático. Es el caso, estudiado por César Moreno, del oro21 y las maderas en los altares españoles en La Candelaria que, dicen los campesinos, fueron traídos por Diablos indígenas (Moreno, 1994: 121)." Lo mismo ocurre en Chía, donde la piedra con que tallaron el altar de la Catedral y la diosa Chía del parque (ésta en los años 40's), era la "puerta" de la cueva del Moján en la vereda de Fonquetá.
"La diosa Chía, la piedra la sacaron del nacimiento de donde estuvimos (la cueva del Moján). La pila que está en el parque Ospina estaba en el parque Central y la cambiaron por la Chibcha. El altar mayor de la Catedral también salió de la laja de la cueva del Moján." Puno Cojo. Chía.
"Contaban que arriba, en la montaña de la Cruz, habían cuevas. Yo de niño fui a recorrer mucho socavón por allá. Decían que esas cuevas llegaban hasta el parque donde está la Diosa Chía." Daniel, Chía.
Las piedras "encantadas" son puertas para entrar y salir de las cuevas y caminos del agua y están, al mismo tiempo, en las montañas y en los pueblos. Según los Raizales, con ellas se construyeron los símbolos cristianos de piedra que centralizan el espacio (como son los altares y las cruces en los parques de pueblos o en cerros) o los españoles pusieron cruces de piedra sobre sitios animistas indios.
"En el parque hay una cruz que pusieron los españoles. La piedra la venían a adorar los indios y por eso le pusieron encima la cruz. Dicen que en Semana Santa, por la noche, sale el Diablo por la piedra y baila." Venus, Fontibón.24
"(...) El Diablo se arrepintió y se fue. Y ahí cuando el Diablo dejó al padre, se colocó una cruz, le tuvo miedo y se fue y le dijo al padre que él se iba pero "los enredos y las niguas no se acabarán"; ya vino la química, algo se acabaría la plaga pero siempre ha existido". Ramón Veloza, La Candelaria (Moreno, 1994: 117). 22
Efectivamente, algunos historiadores resaltan que, en algunos municipios, los españoles construyeron cruces sobre o con piedras de adoración india.23 Para el Raizal y campesino, las piedras, en casi todos los casos estudiados, a pesar de ocupar un nuevo lugar (las iglesias) o de tener sobre sí símbolos cristianos, mantienen su antiguo papel indio. Su papel se le otorga a símbolos de piedra españoles y colombianos, pero no se ha investigado si a pilas bautismales y altares de madera y oro también heredaron ese carácter. Pero además de existir una sustitución mutua, están conectados por túneles. Un ejemplo es el atrio de la Iglesia de Nemocón.
"(...) ezque los viernes santo se abría a las doce de la noche. Pasó una persona por ahí. Vio eso abierto como en forma de capilla, se le hizo normal entrar... se sintió donde estaba, estaba en Nemocón o donde era... Entró pero al dentrar observó adentro una Iglesia pero no encontró la salida. En el momento en que fue a echar sus aguas ya vio una hendija. Entos al ver esa hendija pues él se fue al fin y salió por esa hendija pero entonces salió fue al atrio de Nemocón." Reinaldo Garzón, Nemocón (Vengoechea, 1992: 62).
Pero no solo entre piedras, sino entre lagunas "visibles” y Catedrales, como en Tunja.
"Un campesino contaba que el lago de Donato es profundo, que allí se podía entrar y no ahogarse, como encantada la persona (...) y puede también salir a la Iglesia de Tunja, a la Catedral. Está conectado por debajo." Isabel Rodríguez de Díaz, Fusagasugá.
Así que no solo los católicos construyeron sus templos sobre adoratorios Muiscas (y de ahí los conflictos entre Vírgenes y Diablos), sino que, al contrario, los Raizales también Mojanizaron los templos y signos católicos y civiles que centralizan el espacio cultural español y los unieron subterráneamente a los indios. Esta puede ser una explicación para que a los Mojanes de piedras cristianas los representen alternativamente como Mojanes, Frailes, Indios o Diablos.24
En conclusión, en algunos municipios las armas de Caciques son lo que diferencia un tesoro custodiado por un macho, de los tesoros de Iglesia de Brujos, custodiados por una hembra. La representación de la Iglesia es un símil o reflejo de dos vías: hay Iglesias de encantos, como hay piedras-puerta de Mojanes en las Iglesias actuales. Y, en general, el oro es reconocido como tesoro indio acaparado por los españoles en la Conquista y usado en los altares cristianos.
Además de templos, también aparecen "casitas de oro” pertenecientes a los Tunjos (Vengoechea, 1992: 60). Las iglesias y "casitas de oro", al ser perseguidas por guaqueros, explotadores de minas, sacerdotes, deforestadores, etc., se trasladan de sitio formando crecientes que caen finalmente al río. La creciente es la laguna misma que se "desfonda" y sale por las piedras-puerta o por cualquier abertura de los canales de aguas.
"En la Peña de Cáchala hay una mina de yeso, de esmeraldas. Por estar haciendo un túnel (Represa del Guavio), la iglesia que había se fue de la Peña. Era una Iglesia de oro, que pasó por el río en la creciente. Y eso sí fue cierto porque el puente se dobló al pasar la iglesia por debajo. Baja por el río y se juntan tres más25, van a dar al mar. En el mar hay mucho oro porque se va por los ríos." Bautelina Garzón vda. de Díaz, Gachetá.
2.3 Los territorios de Vírgenes y Mojanes
La territorialidad de los Mojanes transcurre entonces desde los filos de los cerros hacia los ríos y pantanos. Pero es llamativo que el comportamiento de los Santos católicos y sus "lugares" de culto y acción estén especialmente en los valles (en las comunidades, caminos, casas, nacimientos, etc.) y únicamente durante el verano tengan un protagonismo en estos filos.
Pinzón y Suárez establecen que en la Colonia la unidad social indígena y mestiza local se identificaba con un santo patrón, de donde viene la identidad con los santos en cada municipio actual (Pinzón y Suárez, 1992: 90). Moreno también establece, en algunos municipios de Boyacá, territorialidades que cubren el espacio municipal, llegando al punto de que los campesinos sienten "temor" en el paso de un valle a otro, valle en el cual hay otro santo patrón (Moreno, 1994: 90). Siguiendo los símbolos de algunos santos en la Sabana, su comportamiento y espacios (en caminos, casas, veredas, camellones) y su fuerte influencia en los filos, únicamente en verano, podemos decir que estos (especialmente las vírgenes) tienen una influencia territorial en los valles, que se expande en verano a los filos, y que representan al cuerpo de la comunidad de cada municipio. Lo católico (Vírgenes, Santas y Santos) representa la unidad de las familias extensas de la comunidad "municipal", es decir, colabora en la diferenciación de la multiplicidad de unidades sociales. Pero también puede representar, en torno a un personaje, a varias comunidades de una zona (valles adyacentes, cañones o sabanas), como ocurre con la virgen de Chiquinquirá, Bojacá o Bóchica. En oposición el espacio liminal de los filos de las montañas, coincide con el lugar de existencia de Mojanes y seres del agua, como una territorialidad prehispánica, que se basa exclusivamente en la unificación de las comunidades (adyacentes o grupos de ellas) en torno a un antepasado común, que habita y controla la geografía compartida entre valles (cerros), las profundidades (túneles) y los caminos del cielo y la tierra.
Las cruces
Esa territorialidad se refleja en que los campesinos y Raizales, al pasar por los filos, tejen o graban pequeñas cruces para contrarrestar la acción de Diablos, Mojanes, brujas, etc., que son los personajes encantados permanentes en estos lugares. Estas cruces son semejantes tanto a la de Mayo (con flores y romero) como a las de Semana Santa, que también se hacen con palitos del lugar o se graban en paredes y árboles. Considero que los Raizales hacen las cruces, no solo por temor, sino porque efectivamente con estos símbolos buscan anular o aplacar el poder atacante de los seres de las aguas, sean Mojanes-Diablos, sean brujas, frailes o "monos ". En Cocuy, estas pequeñas cruces sobre montoncitos de piedras son usadas como anuladoras o controladoras de la fuerza de los seres míticos (Faust, 1989: 50).
Las cruces españolas además de "haber sido colocadas para contrarrestar el poder sicológico que sobre los indígenas tienen los personajes de los filos, fueron colocadas como mojones.26
"La Cruz como indicativo de la presencia castellana y como elemento de demarcación territorial (...) "Los españoles utilizaron la cruz para llamar la atención de otros connacionales sobre su paso o cercanía, y particularmente como elemento de demarcación territorial." (Triana y Antoverza, 1967: 102).
Es probable que así como las cruces españolas fueron colocadas para anular a los seres naturales Muiscas, los Raizales hayan asumido la misma táctica para aplacarlos. Habría que investigar qué tanto de la "puerta" de una gran cruz española o colonial tienen estas pequeñas cruces. Independiente de esta respuesta, las cruces hacen parte de la "mitificación de doble vía", donde los Raizales conjugan la ocupación de "puertas" encantadas con símbolos cristianos y la ocupación de estos con símbolos indios.
2.4 Las piedras-puerta
Alrededor de las piedras hay muchísimos sentidos, pero resalto su rasgo más importante, que es el de ser "puertas" de caminos de aguas que pueden explotar y dejar fluir estas vidas. Las principales están cubriendo la entrada a las cuevas encantadas o en sitios estratégicos, como el Salto de Tequendama (piedra de Bochica) o el salto del Chicamocha (piedra de Gámeza). Se abren el Jueves o Viernes Santo (muerte del poder de Dios) para dejar ver el mundo interno y, en ocasiones, para permitir la entrada de humanos bautizados. Las piedras se abren muy lentamente, lo que da tiempo de entrar y salir rápido, caminando siempre al revés (o entrar sentado al revés en una mula), tomar algún tesoro y volver a salir. Al ser piedras-puerta a Iglesias o catedrales indias, en ellas se oye el sonido de las campanas o de cantos sacros, como lo vimos para las cuevas. Escuchar es, en Semana Santa, una de las formas para localizar una piedra encantada.27
Con la información recogida podemos decir que, además de haber un traslapo de símbolos y espacios cristianos a indios, hay una inversión de sus servicios y sentidos de cristianos a indios.
Este carácter de puerta o parada de los túneles, se repite en las distintas piedras grandes o grupos de ellas que descendiendo hay en las faldas y en el valle; para los Raizales señalan el paso de ríos subterráneos y túneles; se abren en Semana Santa (especialmente la piedra principal de la cueva encantada) y, en ciclos de meses, años o décadas, sale por alguna de ellas la creciente con encantos que viene de la laguna oculta y va a dar a los ríos.
"Aquí en esta piedra (falda de la cordillera entre Majuy y Chía), cuanta mi mamá que se abre y se ve como una Iglesia entrando uno. La gente sentada, el altar... También dicen que hay tesoros y por eso han abierto muchísimos huecos de arriba a abajo y no han encontrado nada. También dicen que pasa un río subterráneo, que viene de arriba y va a dar a la piedra; por eso se partió la tierra en verano y se ve la grieta. Es profundísima. Un niño le metió un pato y se hundió todo y se fue por el hueco." Don José Segura, Cota.
Las piedras en sí mismas tienen "vida” o la vitalidad de lo encantado, por una parte, porque pueden ser indios o raizales infractores, que han transgredido las normas de parentesco básicas28 y se han petrificado. Por otra, son infractores de normas (que aún no he podido definir), como ir en contravía del curso normal de las aguas.29
"En la región de Machetá (Cundinamarca) se cuenta que, hace muchos años, un indio se dirigió al mercado de tierrafría, con su pequeño hijo a cuestas. Sorprendido por la noche, no quiso esperar la aurora para atravesar el río y, seguro de su valor, exclamó impíamente:
"Amanezca o no amanezca,
me voy a tocar a Suesca."
“Inmediatamente, él y su tierna carga quedaron convertidos en las piedras que con el nombre de "El Cacique y su hijo" se ven en el centro del río Salitre (..)” Machetá (Pineros Corpas, 1966: 141).
Parece que el ir en "contra" de los ciclos normales de las aguas hace que los encantados se "desencanten", es decir, que se salgan de sus canales, tanto por opción propia (lo que explicaría también el mito Muisca de Huzanhúa), como por acción de los humanos de lo seco.
"También los Mojanes se definen como pequeños seres encantados, que se convierten en piedras o serpientes cuando son tocados por manos humanas". Saucío, Chocontá (Fals Borda, 1955: 233).
Por otra parte, se cuenta en Engativá y Suba que, en la época antigua, cada persona tenía, en la laguna de Tibabuyes, una piedra compañera durante toda su vida, que la podía curar de enfermedades. A esta piedra iba el ánima provisionalmente mientras pasaba al cielo, como cumpliendo un "purgatorio". Las piedras en aguas (ríos y quebradas) pueden ser corporalmente ánimas de muertos en transición, que permanecen en ellas a corto o largo plazo según su infracción.30
Me planteo como hipótesis general que las piedras-puerta pueden ser, o un Raizal infractor (o su ánima), o un ser de las aguas, que fue "desencantado"; ambos por ir en contravía de las normas y orientación del ciclo del agua. Estos seres quedan entonces comunicando los canales de lo seco y las aguas, como puertas. Esta cualidad la mantienen tanto en los cerros como en los monumentos de piedra que centralizan el espacio español (esculturas, pilas y piedras coloniales de azote en los parques de pueblo, cruces, atrios, altares, pilas bautismales, columnas, etc.). Por ser seres del agua, siempre se espera que estas piedras tengan tesoros ocultos en su interior. Un ejemplo es la piedra "de Gámeza" (según Miguel Triana es la que inicia la caída del río Chicamocha), que el "alcalde indio" estaba explorando para encontrar tesoros en su interior (Triana: 1921).
La movilidad
Estas piedras tienen la vitalidad de lo encantado y por eso "andan" solas o, como dicen los relatos, son Manejadas por los Mojanes, que las transportan o las empujan, lo que causa verdadero escándalo. Hay dos ejemplos de la movilidad de las piedras, en Juaica y Majuy.
"(...) Escuché que pasó una avioneta y aI ratico se escuchó el totazo. Yo pensé: "se cayó la avioneta", pero ¡que va! ahí iba volando. Toda la gente en Santa Cruz salió a ver qué había pasado. Algunos pensaron que la avioneta había echado una bomba. Siguieron sonando los totazos y cuando se acabó fuimos a ver qué pasaba. Arriba, donde están esos pinos, antes de entrar al Majuy, en donde se ve esa hoyita, de ese peñasco se desprendió la piedra. Había hecho camino entre la borrasca. Inmensa la piedra, decían que era el Moján el que había hecho eso." Teodomiro Rivas, Tenjo.
"Allí, ¡cómo hicieron escándalo con esa piedra! El (...) decía que había visto una persona en la piedra. Que era un viejecito que era el Moján y, con ese cuento, subió hartísima gente a mirar. ¡Qué!, más cuentero... Un día, una piedra se desprendió de allá arriba y se vino dando tumbos hasta bien abajo. Y la piedra grandota que parecía que iba a parar y nada, seguía andando, como encantada. Se fue por esta cañada y se subió a una lomita y se volvió a bajar. ¡Hizo un ruido! y por allá la paró un sauce (...) Como encantada la piedra." Abraham Rute, Tenjo.
Cuando son grupos grandes de piedras (como las de Tunja), la historia de su reunión se remonta a tiempos muy antiguos. Los Mojanes y Diablos las trasladaron para jugar tejo, para construir (generalmente puentes, en historias ocurridas en la República, la Colonia o aún más atrás), o para transportar sus tesoros. Al canto del primer gallo, las dejaron tiradas en sitios que visitan cíclicamente (invierno), para hacer ferias y fiestas con juegos de tejo 31
“Es como lo que te pasó a Roberto, que sale a caminar. El subía todos los días a trotar y pasó un día por la piedra grandísima que hay (señala al cerro) que parece un tejo inmenso. Dicen que con esa piedra juega tejo el Diablo. Cuando es que ve una silueta sin nada adentro. El agarró un palo, pero cuando se acercó, la silueta se desapareció y apareció una gallina con pollitos. Allá arriba, las piedras vuelven locas, las brújulas, los teodolitos se vuelven locos." Don Rafael Forero, Tenjo.
"Estas son tres piedras, una de ellas con una profunda ranura que corre paralela al suelo, y las otras dos de forma análoga a la de los discos de tejo. Se cree que el diablo estaba transportando con un "cuan" o cordel la piedra de la ranura de Guateque, para construir un puente. Por el camino se puso a jugar al tejo, con tal interés, que la aurora lo sorprendió en Puebloviejo. El diablo dejó caer las piedras mientras corría precipitadamente hacia su antro. Puebloviejo, Chocontá (Fals Borda, 1955: 235).
El "cuan" es un cordel hecho de "Inea", tejida en trenza, que es una planta característica de los pantanos; en la época antigua, eran los "hilos" y "clavos" con que se tejían los costales, los colchones, y las estructuras de la casa (techos, paredes de bahareque, durmientes, etc.). Este cuan del Diablo es equivalente a los cordeles, rejos, rosarios, cadenas... con los que las Vírgenes y los Raizales atrapan encantos, como un instrumento fulminante en esa cacería, después de la sal.
Además de estos lugares individuales, hay lugares de reunión de varios Mojanes o Diablos para jugar tejo: el más famoso es las "Piedras de Tunja" que. en la orilla del territorio, recibe Mojanes que vienen en Octubre desde el Oriente (Sopó, Fusca, Subachoque) para hacer ferias y fiestas.
"Hay leyendas. Dicen que el Diablo peleaba con Dios y le lanzaba piedras, cayendo estas en Facatativá. También cuentan que el Diablo se vino jugando al turmequé con las piedras desde Tunja hasta Facatativá. Lo cogió el día y tuvo que dejarlas abandonadas”. Ramón Ruiz, Facatativá (Merchán, Cabezas, Ramos, 1995).
Otras fueron movilizadas para grandes construcciones. Los relatos son siempre una burla a la prepotencia del "Diablo", que reta o se deja retar a construir puentes de piedra que no termina, o a prometer ayudas en batallas a las que nunca llega. Los retos son contra Dios, Santos y humanos y, las batallas, entre indios, y entre Diablos-Mojanes.
"Otra leyenda de la región se refiere a la apuesta que San Pedro y Satanás hicieron, con el fin de comprobar cuál de los dos, antes del tercer canto del gallo, construía el puente que los campesinos nunca pudieron tender, sobre una quebrada de arrebatadas aguas. El apóstol fue al monte y escogió algunas vigas para ejecutar una modesta y rápida labor; su adversario se dirigió a las altas rocas que coronan el valle, seguro de realizar un soberbio trabajo, que desafiara la furia de las crecientes. Cuando Lucifer se disponía a culminar su obra, se oyó el tercer canto del gallo, por lo cual huyó iracundo, dejando desencajado sobre el abismo un bloque enorme en forma de gigantesco púlpito." Macheta (Pineros Corpas, 1966: 141).
El enfrentamiento entre el diablo-Moján y el santo se traslapa en la diferenciación territorial entre las rocas en los altos, del primero, y el monte del cerro, del segundo. En Chía cuentan de un reto entre un humano y un Diablo-Moján.
¿La piedra de la patada es la misma del tejo?
“No, son distintas. La de la patada está más arriba.”
¿Cómo es la historia de la patada?
“(...) El puente de La Caro lo construyeron los indígenas. Fue en la independencia que los patriotas estaban en Chía y los españoles al otro lado del río. Había que construir el puente para que pasaran las tropas y ganarles. Pero pasaba que en el día adelantaban trabajo y, por la noche, los españoles lo dañaban. Nunca se avanzaba y los que dirigían no hallaban qué hacer. Era mucho esfuerzo de los pobres indios, por eso dicen que ese puente tiene sangre india, ahí se murieron muchos. Entonces el ingeniero jefe llamó al Diablo y convinieron un pacto, que si el Diablo sacaba las piedras del río Bogotá y construía el puente, el ingeniero le daría el alma. Así fue. Esa noche, el Diablo sacó el zurronao de piedras y construyó el puente. Ya amaneciendo, el diablo ya iba acabando, entonces el ingeniero, el pueblo y el cura se fueron al cerro de la Cruz y pusieron la cruz, de forma que cuando el Diablo llegara no pudiera llevárselo. Así, cuando el Diablo se vino para Chía y no encontró a nadie, se vino para el cerro y como estaba la cruz y estaban en misa, metió una patada a un poco de piedras lleno de rabia y luego se fue hacia "cielo roto" (La Caro, recorrido de Octubre). Todavía está la huella del pie en la piedra y más abajo está la piedra con que el Diablo juega tejo." Promesero de 3 de mayo, Cerro de la Cruz. Chía.
Piedras con marca de pie son comunes a varias mitologías. Es interesante anotar que Bochica, al abandonar la tierra, deja la huella de su pie en una piedra de Sogamoso. En Fosca, León Rey encontró una historia semejante pero con el Apóstol Santiago, al que compara con Bochica.
"(…) la muy afirmada tradición que existe entre los campesinos de que por allí pasó el apóstol Santiago ejerciendo su ministerio. Precisamente allí, sobre Piedrancha, acostumbraba subirse para enseñar la doctrina a los indos, y sobre ella se dice que dejó estampadas las huellas de sus pies, lo cual podría hoy comprobarse limpiándola de tierra y de los arbustos que la cubren”. Fosca (León Rey, 1942: 228).
Las pictografías de las piedras son analogadas a las "costillas" del Diablo. En la "Piedra del Diablo" en Sutatausa se conjugan la batalla, el trasteo de piedras, el juego de tejo, la burla por perder la noción del tiempo y, finalmente, las marcas, que son pictografías, petroglifos o erosiones naturales.
"Guerreaban los de allende con los de aquende el mencionado boquerón, y para ofrecer obstáculo infranqueable a la corriente invasora resolvieron éstos hacer al dios de las tinieblas un voto suplicatorio de alianza. Dormía el dios Fu durante el día en la antigua laguna de Fúquene y durante la noche andaba por los peñascos bramando por los desfiladeros. La melancólica divinidad escuchó la plegaria y resolvió trasladar a cuestas una piedra enorme para tapar con ella el boquerón de Tausa, pero el fulgor de la aurora lo sorprendió en la poderosa labor y tuvo que soltar su carga antes de llegar al sitio, a la orilla del camino, temeroso de que el sol lo iluminara con sus rayos, y emprendió la fuga. El monolito está allí todavía para comprobar la ayuda milagrosa del Diablo, con las costillas pintadas en tinta roja en una de sus caras.” Sutatausa (Miguel Triana, 1921: 209).
"Más hacia allá (norte de Ubaté) hay unas piedras grandototas. Dicen que el diablo las había alzado de quién sabe dónde y con eso jugaban Tejo y las dejó ahí. Otros dicen que las llevaba cargando y por eso están las costillas grabadas en la piedra. Se encontró con otro Diablo que venía de allá (del norte), no sé como se llamaba, y se pelearon y ahí quedaron las piedras tiradas." Luis Maldonado, Ubaté.
Para Miguel Triana, algunas de estas piedras asociadas al Diablo, a Bochica y a Santos, son zonas de "frontera". Por los testimonios y por los lugares donde se ubican la mayoría de ellas, parecen ser mojones de confluencia meteorológica, y, por lo tanto, lugares de encuentro en territorios mitológicos, para ferias o para batallas. Pero también son lugar de encuentro de las brujas cósmicas que toman de ellas su poder.
"El pacto se lleva a cabo de la siguiente manera: la aspirante debe comprar dos muñecos, hombre y mujer, hechos en arcilla; ir a una piedra en forma de martillo, donde los "campesinos" dicen que el diablo esconde su tesoro, encaramarse a las doce de la noche en la plataforma del martillo y consumir una dosis de escopolamina; colocar los muñecos frente a sí y una vez que las alucinaciones hagan presa en su cerebro, uno de los muñecos planteará el pacto. Si del muñeco sale humo de tabaco ella será bruja de aire; si sale agua, será agua; y así sucesivamente. Si salen todos los elementos, será una bruja cósmica de gran poder. (...) Si es un brujo el que quiere pactar hará el mismo procedimiento que la bruja cósmica (…) Los hombres no buscan poder para hacer hechicerías, lo que buscan es la riqueza.(...) Cuando el brujo ha tomado escopolamina, los muñecos le dicen si es "guaca de aire", "tierra", "fuego", etc. y le enseñan el conjuro adecuado." (Pinzón y Suárez, 1992: 156, subrayado mío).
“Cuando el diablo tá algo triste
se va para Turmequé
las niñas le sirven chicha
y le dicen sumercé.
Ese nú es de p’uestos lados
Es’es de Ramiriquí
y tiene el pico pelao
de tanto comer ají." (Ocampo,1977).
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