Antiguamente, los inviernos eran mucho más fuertes de lo que son ahora, las aguas, en luna Creciente, subían a las alturas y los luceros, al salir o al llegar al cerro que visitaban, producían rayos que atacaban alguna piedra de los Mojanes, "desfondando" o "derramando" la laguna encantada, que salía como río, inundando todo a su paso.1 En esas Crecientes, junto con muchos encantos, viajaba el “muñeco de oro" (Mono de oro o Tunjo), que es, al tiempo, el "hijo" y el Moján mismo. También había crecientes por explotación minera en zona de Mojanes (recebo, esmeraldas, carbón, etc.) o por obras de infraestructura en esos mismos lugares (represas, puentes, carreteras, etc.), en lo que consideramos una oposición frente a la "modernización".
En las más fuertes, rondaba la muerte, especialmente de niños, mientras en las actuales solo nombran daños materiales. Las Crecientes son consideradas parte de los ciclos y las fuerzas naturales inevitables y como signo de la permanencia de la riqueza en los cerros, de estabilidad y fortaleza de la Tierra. Pero se les teme por su fuerza, ya que consideran que, en un futuro, sus infracciones serán castigadas por los encantados, inundando toda la tierra seca.2 Además de esta afirmación, para las Crecientes no relatan ni historias de "origen", ni un cuerpo único de causas míticas. Según sus ciclos naturales, tienen distinta territorialidad, espacio recorrido y acciones de sus personajes, características que seguí para hacer su análisis.
Territorio
Las crecientes se originan en sitios de Mojanes, lugares que bien pueden haber sido también asentamientos indígenas prehispánicos o coloniales.3
La Creciente va abriendo un "camino" que aumenta los cañones de las quebradas o, al horadar las capas de tierra, hace caminos de piedra. Su recorrido y tamaño puede ser:
- Sobre la superficie de la tierra, a la que llaman "Creciente" a secas y que puede ocupar solo las quebradas (las más pequeñas) o tomarse los ríos hasta el Bogotá y su salto (las grandes).
- O por debajo de tierra, a la que llaman "volcán", pues el movimiento del agua produce una "erupción" de tierra que se va movilizando y arrastra todo a su paso.
- O en una combinación de ambas formas, turnándose por superficie o subterránea a medida que baja.
Las Crecientes más pequeñas pueden ser relatadas sin incluir lo que podía estar ocurriendo en el mismo momento en otros lugares. Aunque, generalmente, comparten con el resto de la Sabana una gran lluvia, pueden ocurrir sin lluvia alguna y hasta en verano. Las grandes, en cambio, no solo dependían de esa gran lluvia inicial, sino que se desprendían muchas en distintos lugares a la vez, uniéndose a los grandes ríos y finalmente con el Bogotá, formando una gran Creciente única. Su contextualidad territorial (el patrón del ciclo de las aguas) es muy semejante a la de los Mojanes, pues, en general, hay un arquetipo que aumenta en tamaño y en territorio recorrido a medida que se fusionan los arquetipos pequeños.4 Es probable que el tamaño, que depende de su capacidad para unirse con otras y recorrer más territorio, se debiera a ciclos específicos.
Además de esas diferencias, las Crecientes de la época Antigua y la Nueva tienen diferencias territoriales. Las antiguas podían ser un "paseo" de los encantados al valle, que bien se iban hasta el río Bogotá y regresaban por el mismo cauce o se "metían" o "depositaban" en "ventanas", como pantanos o lagunas, y regresaban por túneles, o bien se "hundían" en cualquier sitio seco.5
El arquetipo más grande de creciente es la del Tunjo, que va hasta el Salto de Tequendama, se regresa o se sintetiza con ese Moján. Las nuevas repiten la ruta, pero caen del Salto a tierra caliente, pues los Mojanes, al cansarse de la escasez y sequía de la modernización, buscan el mar. Con su viaje, agudizan la sequía al llevarse las riquezas de los cerros. Por eso, el viaje definitivo está ligado a unos tipos de infracción semejantes a los que producen las guacas (desconocimiento de las normas de parentesco), que provocan como sanción la pérdida del manejo de la Tierra. El sentimiento es de melancolía frente a un pasado de bonanza y de resignación frente a las nuevas normas de lo "nuevo" (modernidad). Las Crecientes son la cara territorial de la división entre las épocas, un mito que, en la reflexión, tienen dos caras, resultado del acontecer histórico de las comunidades.
Los Ciclos
En Cota, el tiempo entre las dos Crecientes grandes de 1900 y 1950 es de 50 años. Entre las de mediano poder hay 20, 20, 10, 15, 11, 10, 11 años. El ciclo de las pequeñas es en los inviernos (Abril o Octubre) y están relacionadas con el viaje del "lucero". Pero, en un testimonio recogido por Vengoechea a un "antiguano", en Nemocón, las crecientes también ocurrían en el verano (Julio-Agosto), lo que abre un marco más amplio de "tipos" de Creciente, tal vez asociadas a visitas en ésta época.
"(¿Época de la creciente de 1985?) Eso sí no me acuerdo, no me acuerdo… que, para nosotros, tener un maíz que estaba como pa’ echar mazorca tenía que ser por hay en eso de Julio o Agosto. Sí, sí, porque en esa parte en Julio o Agosto siempre da, en Julio o en Agosto ya hay mazorca. Ya hay zuquita, todavía no había mazorca para recoger, pero ya, ya empezaba a tener zuca el maíz." Campo Elías Ospina, Nemocón (Vengoechea, 1992: 88).
En conclusión, había Crecientes de grandes ciclos al Salto, con o sin regreso. Creciente de invierno. Creciente de "visitan en el verano (entre Mojanes que en invierno son opuestos), creciente por comida. Creciente de "ataque", de "trasteo" (a otra laguna) o de "ida" definitiva (al Tequendama o al mar), ante la sequía por deforestación o entrada de la Modernidad.
6.1 Tres tipos de Creciente
6.1.1 Crecientes de invierno
En este sistema, todas las acciones de los Mojanes se sintetizan o amplían en distintos arquetipos, por eso es muy factible que haya ciclos para las Crecientes mayores (según su capacidad para "sumar" más crecientes en todo el territorio), aunque no los hayamos localizado.6 De las invernales, dicen que ocurrían en ambos periodos, sin decir específicamente que en cada año hubiera dos Crecientes.
“Llueve mucho cuando se encuentran dos Mojanes (…) Llovía más en algunas épocas del año. Por ejemplo, en Marzo llovía más, todo el mes. Marzo es el Moján y había granizadas. Crecientes, todo se daba y había buena sementera." Don Macedonio Romero, Cota.
“Había Creciente en Octubre, que era cuando se iba a pescar. También en Mayo, cuando había invierno. Era en las inviernadas." Doña María Segura, Cota.
Tres personas, (Don Abraham Rute en Tenjo, de 65 años, Don Puno Cojo en Chía, de 69, y Don Leovigildo Romero, de 89) plantean la frecuencia de una al año.
“Cuentan los Antiguos que en ese hoyo, en esa cueva, vivía el Moján y que una vez al año salía en su balsa de oro por el río o quebradita y que salía todo él de oro." (…)
“Era un invierno muy terrible, la imaginación de las personas… decían que había una riqueza en el cerro pequeño que está más abajo del nacimiento del Moján y que, en una tormenta, le cayó un rayo y se abrió. La montaña se abrió por la mitad en dos partes iguales. Entonces, salió una quebrada y por ahí salió toda la riqueza. Dicen que vivía una serpiente de oro, pero se fue en e! Agua. Otra riqueza se salió a internarse (sobre el arco iris) al cerro Pan de Azúcar." Don Puno Cojo, Chía.
“Doña… dice que vio bajar una culecaíta de pollos amarillos y que bajó al río Bogotá. ¡No creo! (que se haya ido el Moján), alguna apariencia (visita) a donde la Majuya." Don Leovigildo Romero, Cota
“¿Qué mes fue eso?
No me acuerdo, sería abril. Una vez al año pasaba Primero, va de la Peña al cerro y, al otro año, es al contrario." Don Abraham Rute, Tenjo.
Tanto la propuesta7 de Don Puno, del ciclo de un año, la de él y Don Leovigildo, de estar algunas Crecientes unidas por tierra y "visita" por cielo, como la de Don Abraham, de los cerros amantes “turnarse" la creciente en cada valle cada año, diversifican muchísimo la territorialidad. Siguiendo este esquema, las Crecientes de cada invierno ocurren una cada año "turnándose" los cerros, pero desconocemos el ciclo de esos "turnos", a qué invierno corresponde cada uno y qué avisos hay. Descarté el que correspondieran con el viaje de luceros, como el que fueran por sexos.8 Otra posibilidad es que sean por cordilleras, intercaladas en toda la Sabana: un año (o un invierno) un matrimonio y al siguiente año otro. Pero, definitivamente, los "modelos" se deben verificar investigando en la tradición oral de cada valle, comparando las grandes Crecientes, tanto las muy antiguas, como las de 1900 y 1950, donde se especifique: ciclos, tamaños, orígenes, recorridos, personajes y finalmente sentidos de cada una de ellas. Tal verificación es muy compleja, pues no son los signos ni los símbolos que en la actualidad los Raizales resaltan en sus relatos.
6.1.2. Crecientes por comida
El segundo ciclo propuesto es bastante popular; ocurría en los inviernos sin especificar necesariamente que eran dos crecientes por año. Don Macedonio Romero, en Cota, (93 años) propone que el Moján baja en creciente por comida.9 Estas Crecientes eran de ir y volver, las que el Moján hace como recorriendo su pequeña cuenca de aguas hasta el Bogotá o "Río Grande" y volviendo a su morada con cerdo (personaje horadador).10
Pero hay otras Crecientes, donde los encantados en familia arrojan oro en lagunas "visibles" (Tíquiza en Chía) o se arrojan oro al bajar en Crecientes hasta el río Bogotá y volver a la cueva. Como el oro es maíz para los encantados, podemos pensar en una explicación simbólica global para las Crecientes, que implicaría: infracción de las normas de parentesco y, por ello, destrucción de la redistribución, esta última entendida como "flujo" de riqueza-alimento. Podemos plantear que en al menos dos tipos de relato se mencionan Crecientes en las cuales, o el Moján toma o recibe riqueza-comida de los hombres, o se “dan” comida a sí mismos.
“Cuentan los Antiguos que en ese hoyo, en esa cueva, vivía el Moján y que, una vez al año, salía en su balsa de oro por el riíto o quebradita y que salía todo él de oro. Los monos a lado y lado, en el camino le iban tirando oro en polvo y, cuando él llegaba al río Bogotá, se regresaba y entraba a la cueva y se cerraba todo.
¿Y quienes son los monos?
“Los hijos del Moján.
(…) Y por donde bajaba la quebrada, decían en un tiempo que eso era una laguna grandísima... creo que sí, porque eso uno mira el cauce y eso era como un río. Y ahí dicen que se bañaba el Moján con toda la familia en una balsa y veían que sacaban bultos de oro y los botaban si agua…, y todo eso era, mejor dicho, la parte recreativa del Moján. Hasta ahí, esa historia la contaban los antiguos, nuestros papases." Don Puno Cojo, Chía.11
En el segundo invierno, en cambio, se insiste en las crecidas de los ríos, especialmente los que desembocan en el río Bogotá12, por el paso nocturno de un personaje (Moján negro, al que, para diferenciarlo, llamo el "señor de los pescados", que aumentaba el caudal de peces y de río en un día específico, para beneficio de los pescadores. Puede plantearse como hipótesis que, en la época antigua, había múltiples formas de intercambio de energías, alimentos y otras especies entre la gente del agua y la de lo seco que quizás, junto con otras formas de relacionarse, garantizaban una "alternancia territorial". Este intercambio estaría incluido en las formas de redistribución o reciprocidad que vienen implícitas en las normas de parentesco. Las crecientes de este siglo se desencadenarían por la ruptura de esas normas, que producirían una falta (de energía, pobreza o hambre) y una ruptura de la "alternancia", al punto de que la gente diga que los Mojanes se van al mar porque allá sí tienen "por donde nadar y qué comer". Para vislumbrar esa hipótesis, es indispensable analizar el arquetipo más amplio de creciente.
El viaje al Salto de Tequendama y al mar
Los testimonios de la gente anciana recalcan la riqueza de Mojanes en el mar como un proceso, conflictivo pero antiguo y natural. Este camino del agua al mar (que quizás tenga su homólogo en el ciclo anual) es tan poco relatado como el segundo verano y la tierra caliente más allá del Salto.12 Lo representan también al darle el nombre de Juan Díaz a los Mojanes medios locales que ya han hecho el viaje al Salto de Tequendama o a otras salidas (saltos) de aguas a tierra caliente pues terminan sintetizándose en él, cerrando la "puerta” de la tierra fría. Quizás en un proceso así (conflictivo, antiguo y natural) se explique el por qué la gente considera que su Moján local en la última gran Creciente se marchó al Salto pero que a su vez continúa en su cerro. Solo con la destrucción total de las aguas especialmente con tecnología moderna, es que el aspecto conflictivo entre lo seco y las aguas se agudiza en el relato, al punto de predecir el hundimiento del primero por acción del segundo.
¿Cómo se llama el Moján del Majuy?
“Se llama Juan Díaz Pero ese ya no está. Se bajó en 1930 y cuando bajó se llevó el pueblo. El pueblo quedaba donde hoy llaman 'Pueblo Viejo'. Todo eso se lo llevó para el río y fue a templar al Salto”.
¿Por qué se fue?
“Porque cuando se aburre se cansa y se arrancó y fue a dar al Salto. De ahí es que iba a hacer mercado a la Mesa Pero él no cobraba en trueque, sino que pagaba con monedas de oro. Un Moján sí había pero de allí se arrancó para otro lado. Don Seferino, Cota.
(…) Cuando bajó, era un río ese camino. Se fue, lo vieron pasar por la Creciente con gallinas y pollitos pequeñitos.”
¿Cuánto se demoraba una Creciente en pasar?
“Se demoraba más de una hora la Creciente en bajar. Desembocaba en el río y el Moján no volvía.”
¿Para qué se iba?
“Se iba para el Salto de Tequendama. y no volvía. Él vive en una cueva que existe allá.”
¿Por qué no regresaba?
“Porque de una vez, al desembocarse en esa cueva, iba a dar al mar y, si no, se volvía al cerro, ‘La Vieja’, sino se ha ido por la neblina que se forma. Allá, cuando llueve, se forma truenos y ¡llueva!; ella no sale a dar paseos. Si se va al Salto, no vuelve”.
¿Y Juan Díaz?
“Ese Moján existía en este cerro. El Majuy es visible hasta por allá, por La Mesa. Se ve el cerro por lo alto, se ve hasta la Mesa. Él se salió a pasear y del paseo se quedó por allá. Como las personas encartadas, se lo llevó la Creciente. ¿No volvió a fregar!, pero no era que fregara (…)
La vez que se llevó a los muchachitos fue por haber ido a mirarlo a la Creciente en burros y, pues, se los llevó la corriente”.
¿Cuándo fue eso?
“Fue cuando yo nacía, en 1901." Don Macedonio Romero, Cota.
Los Mojanes pueden ascender o descender a tierra caliente, pero como el último eslabón de una cadena de "visitas" invernales en NUBE (en verano van a los mercados limítrofes de la Sabana, sin descender) pero ninguno puede bajar en Creciente y volver a ascender. Para los Raizales, la cuenca del Salto de Tequendama es una especie de "Cachivera" por la cual, si el Tunjo cae, no puede volver a regresar, como una puerta que se cierra o un camino de las aguas sin regreso. En cambio, el Moján Juan Díaz (que es el mismo de La Mesa, Monserrate y Ubaté) sí puede remontarlo o descenderlo, tanto en creciente o río como en nube (yendo de Ubaté al Salto o de Monserrate al Salto, de ahí a la Mesa y regreso).
Una hipótesis parcial (por falta de información suficiente) considera que los sitios por donde Juan Díaz puede "bajar" y "subir" libremente en río y Creciente entre las tierras caliente y fría, son aquellas cuencas importantes que dan salida a todos los ríos: el Salto de Tequendama, el río Chicamocha, el río Suárez y el Garagoa. Quizás todos estos Saltos o salidas únicas de agua sean redes de machos, como ocurre con la red Bóchica (Chipaque) - Monserrate (Bogotá) - Tequendama (Salto) y La Mesa. Habría que estudiar el cañón de Chicamocha y los ríos Suárez y Garagoa para ver si también tienen puntos, como el salto, y si los custodian redes de machos.14
Además, según los grupos de cuenca, estos ríos tienen el mismo comportamiento, pues sus aguas dependen de las mismas lluvias y, por lo tanto, tienen la misma posibilidad de Crecientes y de ciclos en el mito; un ejemplo es que el Chicamocha sufrió la misma Creciente que el Bogotá, en 1972, según el HIMAT. En esa Creciente "se inundaron 1.500 hectáreas por desbordamiento del río” y, a partir de ella, se construyó la represa del río Chulo.15 También sobre Arcabuco (Boyacá), al referirse al Moján de Fúquene, Javier Ocampo López comenta que no solo hubo el mismo fenómeno en 1972, sino la misma explicación mítica de seres del agua.16
Por último, la tierra fría del Sur es, para los Raizales, una especie de caja que colecta todas sus aguas en el río Bogotá y cuya única salida es el Salto de Tequendama. En las Crecientes antiguas, los encantos podían llegar hasta él y se regresaban a sus cuevas; en la época nueva, caen en Creciente los Tunjos que no desean seguir en sus cerros (por falta de comida y agua) y se van a tierra caliente y, luego, al mar, para no volver.
6.2 La procesión de las aguas
Una Creciente siempre tiene un número definido de personajes; a veces hace falta alguno o uno suple a otro, pero siempre hay un mismo orden, por eso la he llamado "procesión". En solo un relato, el Tunjo va adelante y atrás la Creciente, semejando en mucho al viaje con las muías o a San Isidro Labrador.17
Pero la forma común es la de que el Moján niño o adulto (con forma de Tunjo) conduce un arado de oro (o dos becerritos o una res sola o un burro), arrastrando con todo lo que le detiene: piedras árboles, tierra, etc. (representado en la Ceiba o en cepas de árbol). Detrás del arado y junto a él van los encantos de nube, los de todo tiempo, los de viaje y los de Creciente. El arado no solo mantiene la estructura de la "procesión", sino que, además, implica un "trabajo" del Moján niño o adulto. En algunos casos, el Tunjo va acompañado por alguien que toca música, sea por una sirena o por sus "padres", con los que va bailando "el tres".
“Fue hace como 10 años que el Moján bajó por esta quebrada. Cayó un aguaceronón bien pesado, durísimo, ¡Virgen santísima!, y se cayó de allá, y se vino echando agua la Creciente y cayó al río Ubaté. Si ustedes suben, ahí se ve por donde venía el Moján, a veces por arriba y otras se mete por debajo de la tierra, así mismo quedó arriba el camino de piedra que dejó el Moján. Venía tocando tiple y música antigua; era como torbellino. Y detrás iba echando un aceite y, cuando ya pasó, dejó todo untado, el agua, las piedras. Mucha gente lo vio, como nosotros, pero solo lo puede ver la gente raizal." Doña Rosa, Ubaté.18
“Hace muchos años… yo no vi, esto me lo contó mi mamá, dicen que había una laguna arriba del cerro Majuy y que esa laguna un día se desfondó y se salió más abajo del cerro y arrastró con todo, como un río inmenso. Se vino como derrumbe, piedras, tierra… fuertísimo. Y pues que adelante iba una yunta de bueyes blancos con arado de oro y que detrás iba el Moján. Por eso dicen que el Moján se fue esa vez; fue un invierno muy fuerte y toda esa agua fue a dar al río Bogotá y que, desde que se fue, ya no ha vuelto más (…) Por aquí, por El Abra, pasó una Creciente. La casa quedaba en ese plancito, era de bahareque. Bajó la Creciente y se llevó media casa. Se llevó también a una niñita de un añito, que estaba adentro. La encontraron más abajo, en una zanja, ya muerta, ¡pobrecita!
¿Era tan fuerte?
Es que, cuando bajaban esas Crecientes, era con mucho palo, por eso se podían llevar las casas. Antes no era así, de pelada la montaña había más bosque, más patos. Pero como se ha levantado tanta tierra para recebar, para sembrar. Antes había mucha mata, árboles, zarzamora cerezos, todo”. Doña Sixta, Cota.19
Los que van adelante son personajes (refuncionalizados de lo español) que "trabajan" horadando (abren camino para que pase la Creciente), ocupando el lugar de antiguos animales nativos de los cuales no se recuerda el nombre. Abren una "era” (surco para sembrar) y por eso es más común oír sobre el arado de bueyes. Insisten en el color blanco o en el color oro, haciendo a los dos intercambiables o sustituíbles. Doña Vicenta en Cota dice que los animales nativos originales eran de "pelo" (animales de monte), blancos y más pequeños que un perro; los únicos que parecen corresponder son la zarigüeya y la chucha. Otros dicen que lo que horadaba era el árbol "Ceiba", lo que también coordina con otras historias de Crecientes en la Sabana, donde lo que horada son árboles o sus "cepas" (raíz y parte del tronco).
“Mi papá era que contaba de una Creciente de agua. Una inundación que bajó hace como 90 años. Fue hace mucho, porque yo tengo 87 y mi papá murió hace 40 años de 90 años. Decía que la Creciente pasó por allá y bajó (de la cima del cerro a las cascadas y a la avenida 'Los libertadores’). Y adelante iba una Ceiba, luego lo cambiaron y dijeron que eran reses. Es un animalito blanco con poquito pelo. Es más chiquito que un perro, como un gato. Fue fuertísimo.
¿Todavía hay en el monte?
No, de ese ya no hay, como se acabó todas las matas de donde comen. Pero, cuando mi papá sí había de ese animalito.” Doña Vicenta Ramón, Cota.
"¿No ve?, ¡esos son unos enredos! Doña Vicenta dice que es un animalito el que baja y a mí me contaron ¡que era un árbol. Una ceiba, que es árbol. Por eso, yo no entiendo. Dicen que bajó la ceiba, arrastrando todo el mugre y detrás venían los pollitos, los patos, todo… y fue a dar al río." Don José Segura, Cota.
Los árboles son representantes del "mugre", "empalizada", "arrastradero" o "derrumbe" que, además de abrir camino, a veces son instrumento del Moján para atacar, como en La Candelaria, donde el Diablo-Moján los usa para atacar un templo Cristiano que se construyó sobre una puerta de aguas (Moreno,1994).
En las más grandes crecientes, acompañando o "llevando" al Tunjo, van sirenas de quienes se dice que son "novias" del Moján. Estas van llevando al niño de oro o sentadas sobre una montaña de oro o sobre una caja de oro. Solo en algunas historias se nombra un toro negro que va detrás de ella o empujando la caja, animal al que en Fómeque llaman "Carbunco". Generalmente, los relatos se refieren a una sola sirena, pero hay historias de varias, como lo relatan en Mosquera para referirse al río Bogotá.20
6.2.1 El Moján va trabajando
¿Por qué adelante de la Creciente vienen reses?
“El Encanto se vino trabajando cuando se iba a ir. Es el Moján que venía en busca del mar. En ese tiempo lo hacían para salirse al mar. No hay forma de volver, ya el propio se está allí, en el mar. Le gusta por la visibilidad y todo en el mar. Y en río y en mar topa qué comer, tiene por donde nadar. Como en la cueva que tiene, ¡había Laguna! (la Laguna encantada)”.
¿Es que ellos nadan?
“Como ellos no andan solos sino con la tormenta, con el agua, la Creciente. En Creciente se van hasta donde dicen existía el Moján en el salto. Ahí se quedan en esas cuevas. Pero, ¡como ya" se desembocó del río al mar! Por eso el mar es rico, tiene Mojanes." Don Macedonio Romero, Cota.
La yunta y las reses son las que mejor señalan la idea de "trabajo" y van en la misma posición delantera que el arado común. Lo interesante de este "trabajo" es que lo hacen sobre el agua (tal y como los campesinos lo hacen en los sembrados) y tanto en las Crecientes, como en sus lagunas y en luna llena. Estar arando en luna llena es acorde con el movimiento cíclico del agua, pues estas están en el nivel más alto de los arcos y la atmósfera, preparándose para la luna menguante, que la hace "caer" en lluvia y en Creciente de río.21
6.2.2 San Isidro arando el río Bogotá
¿Quién hizo los ríos?
“El Moján.”
¿Cómo hizo los ríos?
“Fue San Isidro bendito. Le decían ‘Mande su agüita’ y él formó los ríos.”
¿Pero, el Moján no formó los ríos?
“Sí, pero cuando eso el Moján estaría pequeño.”
¿Cómo se formó el río Bogotá?
“El río Bogotá lo formo la misma Creciente. Llovía duro y bajaban esas crecientononas con pescado.”
¿De dónde venían las Crecientes?
“Venían del cerro. Pero eso hace mucho tiempo, traspasa ya." Don Macedonio Romero, Cota.
En las historias más antiguas de la Sabana se habla de una inundación que se formó de Crecientes "con pescado" (Octubre). También, que fue un Santo que trabajaba mucho como un Moján que baja en creciente. Ese Santo también fue el que "inventó" el arco iris, para arrojar el "santo riego" (que es probablemente el agua "fértil" de cada invierno) y para que en él subieran Mojanes y encantos. En otra historia, en Chía, el Moján viaja sobre el arco iris para comunicarse con su hembra en Fusca.
¿No se llama es el Arca de Noé?
“No, es el Arco.”
¿Y por qué al Arco iris lo llaman Arco de Noé?
El Arco de Noé se hizo para que el Moján se subiera arriba a mirar el territorio, por eso es que el arco lo inventó San Isidro para subir, para que cada vez que subiera el agua por la Creciente, él iba subiendo los animales. En el Arco se monta San Isidro a echar su santo riego." Don Macedonio Romero, Cota.
¿Y cómo viajó (la riqueza de Chía a Fusca)?
“Cayó un rayo y se abrió la montaña en dos y de ahí salió la serpiente de oro con la Creciente de agua y se fue al río. Después salió el mono de oro en el arco iris y cayó donde la Mojana." Don Puno Cojo, Chía.
Aunque no hay testimonios explícitos en este sentido, con estas similitudes podemos considerar a San Isidro una especie de Tunjo-Moján que, luego de formar la Creciente, abrió el surco del río Bogotá con sus reses, tal y como el Tunjo común produce inundación y, a su paso, todo se va secando a medida que pasa.
De este Santo cuentan dos historias muy populares de origen español, que explican por qué las reses lo acompañan. La primera, que San Isidro es el personaje del trabajo permanente y ni siquiera los consejos de Dios lo hacen descansar en domingo; solo su amenaza de sacrificarle sus bueyes o (por ser el santo de los linderos) de castigarlo con un "mal vecino".
"La historia de San Isidro es que era un trabajador campesino. Pero él no era creyente, hasta que se le apareció Jesús y veía que él trabajaba los domingos y festivos con los bueyes. Jesús le dijo que, si seguía trabajando, no le iba a dar la sementera. ¡Eso le dijo varias vainas!, pero San Isidro no le creía hasta que le dijo que, si no iba a misa, le mataba los bueyes. Fue cuando se le apareció el ángel. Entonces comenzó a respetar los domingos y a creer en Dios. Se convirtió en el protector de los cultivos y las siembras. Muy devoto él En una parte donde haya verano, lo llevan en procesión para que llueva”.
¿Pero el dicho no es que quita el agua y pone el sol?
“Le piden para que llueva y, cuando no hay sol, para que lo ponga.”
¿San Isidro se pasea como las vírgenes o se aparece?
“Se apareció en Tenjo, pero hecho oro. La yunta de oro, el ángel y todo él de oro. Se lo encontraron en ‘El Hornillo’ en Carrasquilla (vereda), donde los Correas.”
¿Y qué se hizo?
“Parece que está en el Museo del Oro en Bogotá. No hubo plata para comprar eso. Tocó venderlo al Museo.”
¿Pero tenía la forma de la escultura de la Iglesia o otra forma?
“Parece que era la misma forma actual. En base a eso hicieron la imagen que hay en la iglesia." Teodomiro Rivas, Tenjo.
“Mi dios lo puso a trabajar pero él, de tanto darle, no se acordaba de ir a misa. Jesucristo dijo: -¿Como hago para que descanse? Lo que voy a hacer es castigarlo. ¡Isidro!, me hace caso de ir a misa.
Y él, que no, que el trabajo de los bueyes se le retrasaba.
- Si usted no me hace caso, le mando un mal vecino.
-¡No!, con todo iré y vendré menos con mala vecindad, pensó San Isidro. Bueno, le haré caso, pero no me ponga mal vecino. Y así fue que empezó a respetar los Domingos y la misa." Don Puno Cojo, Chía.
Tenemos, entonces, cuatro características comunes entre los Tunjos y San Isidro: son de oro, provocan el invierno, arrojan un agua especial, viajan con su yunta de bueyes y suben a los arcos.22 Y específico de San Isidro es ser el santo protector de las cosechas y los linderos. Pero, escuchemos ahora cómo se formó el río Bogotá. La Sabana era un lago y los españoles (o San Isidro) trajeron dos reses de oro gigantes para "trabajar".
“La historia del río Bogotá es que, cuando los españoles llegaron, trajeron dos reses grandes de oro y las soltaron en Ubaté para que ayudaran a trabajar, porque esto era un lago grande y no había por dónde trabajar. Pero las reses se soltaron y empezaron a dar vueltas hasta el Salto. Iban abriendo una era (surco para sembrar) grande y por ahí se fue el agua. Por eso es que el río Bogotá no es recto, sino con puras curvas. Pero también dice que fue San Isidro el que vino con las reses y desaguó la Sabana." Don José Segura, Cota.
En la mitología del pueblo Guambiano (Cauca), en la Creciente del parto del niño del agua, la empalizada, rocas y lodo que viene adelante de ella es el "sucio" o sangre de parto de la tierra. Para irla empujando, va adelante un cerdo gigante, para que el agua no se quede represada y deje pasar al "Piuné". En la Sabana, el arado no va "empujando" sino abriendo un surco en la tierra, por donde corra la creciente y así encausarla. Es probable que el arado cumpla un mismo papel que el cerdo del mito Guambiano,23 pero tiene una particularidad y es que está asociado al "trabajo" del mismo Tunjo (sembrador) y, por el orden en el arado (animales, arado y trabajador), los personajes mantienen una misma posición.
Después, comentando con una señora ya mayor la misma historia de las reses españolas y San Isidro, me afirma que San Isidro "no se manda solo" y que las reses lo hicieron por orden de Dios para "proteger" a la gente.
“Dios hizo el cielo y la tierra pero, como los hombres pecaban, entonces mandó el Diluvio y se inundó todo. Dios mismo mandó a San Isidro con la yunta de bueyes y lo mandó a que protegiera la Sabana de la inundación. Los bueyes hicieron el trabajo pero, ¡por voluntad de Dios!, que fue el que los mandó después del Diluvio Universal. Mandó a San Isidro a hacer el río y, como las reses hicieron el trabajo, pues por eso quedó todo revoltiado, con recovecos." Doña María Segura, Cota.
Es un Santo de doble faz, pues se comporta como Tunjo, que inunda, pero también desagua a su paso, cosa común en las Crecientes, que pasan sin dejar huella. Podríamos considerar como hipótesis territorial que, en los mitos, la Sabana de Bogotá tiene las mismas características de una laguna encantada y su "salida" es el Salto de Tequendama.
Siguiendo ésta hipótesis, ¿por qué las reses y San Isidro hicieron al río Bogotá desde Ubaté y no desde Villapinzón? Hay dos respuestas, ambas inconclusas: Primera, para la familia Balsero, antiguos pescadores de Cota, geográficamente el río Bogotá y su valle se "forman" junto a la serranía de Briceño, a partir de la unión de los ríos Neusa, Teusacá y Bogotá. Segunda, para los Raizales, la parte más alta del área "plana" que viene desde la Sabana de Bogotá es Fúquene (donde desagua el río Ubaté), al punto de que, para ellos, la organización india prehispánica se dividía allí. Para los geógrafos, es el punto más meridional del antiguo lago pleistocénico (Guhl). Es probable que esas dos dimensiones se unan, tanto la que se refiere a la parte más alta, como la que plantea que el río es unión de varias cuencas.
6.2.3 El Cacique de Ubaté
Hay otro relato sobre la inundación del valle del río Bogotá que debemos comparar con el anterior:
“Bochica era un hombre que mandaba en todas las tribus de Boyacá y Ubaté. El valle de Ubaté, Chiquinquirá y Bogotá, se inundó todo y no tenía por donde salir. Entonces ando por toda la cordillera Oriental hasta Monserrate y con su lucero esfondó la roca. Quedó el Salto y se salió el agua de la Sabana.
¿Conoce al Moján del Tequendama?
Es el mismo Bochica que dominaba Ubaté. Había cada tribu del Zipa para allá y, de Zipaquirá para acá, era otra, que era la del Cajicá. Mandaba un Cacique. En Funza mandaba otro Cacique." Don Puno Cojo, Chía.
Aunque esta versión se asemeja al texto de los cronistas españoles, tiene diferencias fundamentales. Las crónicas recopilaron una versión del mito Chibcha de Bochica que dice que este desapareció en Sogamoso y que, posteriormente, con la gran inundación, apareció en Monserrate y con su vara abrió el Salto de Tequendama, desaguando la Sabana.
La diferencia está en que Don Puno ubica territorial y políticamente a Bochica en los valles de Ubaté, Chiquinquirá y Bogotá (estableciendo que también lo identifican con el Moján de la Mesa, al Occidente, y de Bóchica, al Oriente, en la única cadena de solo machos), une así, en un sólo cuerpo, prácticamente todo el territorio que investigamos.
En forma independiente, en Cota ubican a San Isidro también en Ubaté, pero los dos personajes hacen recorridos diferentes: mientras el primero lo hace por la cordillera oriental (Monserrate) y abre con su "lucero" (no "varan ni "lanzadera", como dicen los cronistas), el segundo lo hace con reses, por medio del valle inundado.
Los Raizales no establecen una fecha posible para esta Creciente en el calendario anual, pero, por el viaje del lucero (de Oriente a Occidente), correspondería a Octubre. Don Macedonio, refiriéndose al origen de los ríos hechos por San Isidro, nos da otro signo: fue en época de crecientes con pescado. Estas ocurrían en Octubre, por lo que los pescadores de la zona llana (de Cota, Suba y Engativá hacia el sur) esperaban impacientes cuando bajaba un Moján negro empujando un carro de peces, en una posición muy semejante a la del arado.24
Esta sería una segunda semejanza entre los dos personajes, y entre ellos y el mito de Bochica recogido por los españoles, pues también este disparó su lanzadera de Oriente a Occidente. Considerando la Sabana como un cerro único cuya salida es el Salto, estos personajes se estarían comportando como lo hacen un Moján (que arroja luceros con los que se abren las cuevas encantadas) y un Tunjo (ser niño que sale con la laguna "desfondada", trabajando).25 Estas relaciones entre los dos personajes nunca han sido expuestas por ningún testimonio, por lo que se trata de una hipótesis que requiere de un trabajo intenso para demostrarla, pues hay múltiples y muy complejas relaciones territoriales.26
Como conclusión de los comportamientos territoriales de San Isidro Labrador y de Bochica, podemos considerar ambas crecientes (que pueden ser la misma) como arquetipo macroterritorial de una Creciente corriente, originada en una laguna que ocuparía desde Ubaté hasta la llanura de Bogotá. Como ya lo dijimos para San Isidro, considerar esto implicaría también el que la tierra fría sea para los Raizales como un gran cerro encantado, donde su parte sur tendría como la frontera mas "alta" a los Mojanes de Ubaté y Fúquene, y a Juan Díaz como la frontera de "salida" en el salto de Tequendama.27
6.2.4. Juan Díaz de la Mesa
En el Moján del Tequendama se fusiona todo Moján que haya viajado al Salto y que esté asociado con grandes Crecientes arrasadoras. Pero también es una de las "personalidades" del Moján que hace la única cadena de solo machos que he localizado: Bóchica - Monserrate - Tequendama -La Mesa, en los inviernos, y Ubaté/Monserrate – Tequendama, en las Crecientes. Para los Raizales de Cota, este Moján se encuentra en las cuevas que hay en el Salto que, para los habitantes de la misma zona están en los "acantilados" de Canoas.
"(…) gusta, en las noches serenas, de sentarse a espaldas de la casona, dejando balancearse los pies sobre el Tajo del Muña, en tanto que chupa su eterno chicote. Pero no es extraño tampoco tropezarse con él, especialmente en las noches obscuras y nubladas, en la recta de Tequendama (...) La leyenda dice que, mientras el sol alumbra la tierra, permanece escondido en su cueva, que se abre en los acantilados de Canoas". (Pardo,1946).
"Cuando en la región del Tequendama la niebla cubre valles y montañas y el grajo y el currucucú lanzan su triste canto, la gente dice que es Juan Díaz, que todo lo cubre de tristeza." (Ariza, 1992: 10).
Estas descripciones refieren un indio viejo, de cotizas, bayetón y chicote, que le huye a la modernización (carros, fábricas y represas) y asociado a la meteorología del lugar, mientras el elemento más común entre los Raizales del resto de la Sabana lo constituyen sus viajes al mercado de la Mesa y el interés por cosas "frescas".
“Cuentan que en el salto de Tequendama vive Juan Díaz. Él es un Moján. Viaja de Tequendama a la Mesa a hacer mercado y que compra de todo por montonones." Doña Cecilia Murillo, Tenjo.
Según la historiografía colonial, Juan Díaz fue soldado de Quesada, nombrado encomendero (de Tocaima) y apodado, según algunos, "el Sevillano" (por español) o "el Rico" (por su inmensa fortuna). Su casa fue arrasada por el río Patí, que es el nombre que tiene el Bogotá en tierra caliente.28 Investigadores regionales establecen sus propiedades en distintos puntos de la Nueva Granada antes de ubicarse en la antigua La Mesa.29 Para los Raizales, Juan Díaz vivió, ya establecidos los españoles, en el antiguo pueblo de la Mesa, y era el hombre más rico de toda la zona, en haciendas, ganado, sembrados y tesoros. Las distintas versiones (de los Raizales de la Sabana y de historiadores que unieron datos históricos y tradición oral de la zona30) no resaltan su raza ni su nacionalidad, en cambio, sí que este personaje era "pecador" o infractor (avaro, asesino, ladrón, traicionero, forzó a una mestiza al matrimonio, maldijo a un cura, negó a sus padres, etc.). Pero la falta fundamental es que, aunque todas sus riquezas eran de origen natural (oro que le traían las hormigas o el río, fertilidad de la tierra) y, por tanto, de generosidad divina, él menospreciaba la bondad y voluntad de Dios:
"¡Malditas sean tus riquezas, Juan Díaz! (padre de la mestiza).
-¡Ni Dios puede quitármelas!, fue la respuesta insolente del sevillano. Apenas acababa de pronunciarse estas palabras, cuando mil saetas luminosas hirieron el firmamento, las nubes se soltaron en lluvia frenética, y el trueno empezó a reventar por la llanura Embravecióse también el Jeque o Mohán del Tequendama, y desencadenando una gigantesca Creciente del Paí, arrasó para in sécula entre las ondas a la vieja ciudad, con todo y el águila de dos cabezas de su escudo, la Casa Grande, Juan Díaz, Hernán González, Firavita, Peñalver y Doña Elvira. Y, al serenarse la tormenta, lo único que pudo atisbar el padre sol en ese piélago, fue la imagen de San Jacinto que flotaba -con resplandores de gracia- sobre la haz de las aguas." (Rodríguez, 1938: 47).
Es el Moján del Tequendama, existente con anticipación, el que desata la creciente que arrasa con el pueblo y, sobre todo, con la capa de tierra fértil de los terrenos de Juan Díaz, llevándose el oro y la tierra. La Creciente arrasadora se repite en aquella en la que los Raizales fusionan Majuy y Juan Díaz, y que también arrasó el pueblo de Cota (que tuvo que ser trasladado y quedó en el antiguo lugar la vereda de Pueblo Viejo) en lo que, en el mito, se describe como un viaje sin regreso del Moján al Salto.
Pero hay otra versión, recogida por Aristóbulo Pardo en 1947, en la zona del Nevado del Ruiz en la cordillera Central. Juan Díaz es un mestizo cualquiera y, además de ser castigado por Dios con la Creciente del río Lagunilla, se fusiona con el Moján del Tequendama en la cordillera Oriental. Parece una apropiación territorial del mito, pero siempre referido al Tequendama.
¿Y se ahogó?
“Eso qué. No señor. Se convirtió en Muán. Jmm. Lo cierto es que al otro día to'esto eran peladeros, así como los ve ahorita. Dicen que el castigo de Juan Díaz fue que lo pusieron de muán en el Salto 'el Tequendama; que, cuando el Salto buja, hace tanto ruido ‘que Juan Díaz ‘ta bravo." (Pardo, 1947: 7).
En esta versión, el personaje se corresponde con algunas características del brujo sabanero. Primero, maneja la naturaleza para que le traigan el oro (hormigas y río); segundo, tiene reunida una gran cantidad de riquezas "en la despensa", lo que hace que el oro tenga relación con alimentos; la reúne tal cual lo hace un Brujo antes de encantarse; y, por último, es el agua del río Bogotá lo que produce el encantamiento, pues así como un brujo necesita enterrarse para entrar en los corredores del agua, Juan Díaz es encantado por el río y su Moján.
6.3 Relaciones territoriales
Territorialmente, los personajes de lo seco y el agua tienen unos espacios específicos y son categorizados por su papel de receptores de riqueza, sus espacios y sus centros. Como ya hemos visto, los Raizales establecen dos categorías para la sociedad" antigua, cada una con un nivel de manipulación de riquezas y poderes para controlar la permanencia de un orden social.31
Debemos recordar que, en los relatos, la centralización o recepción de riqueza (que son los símbolos más resaltados) implica también un continuo flujo de riquezas y energías entre antepasados y presentes, que busca la redistribución de la riqueza dentro de la comunidad "viva". Es decir que, dentro de las "normas", la acumulación es posible solo si está acompañada de inmediato por la redistribución. Esta redistribución tanto garantiza las relaciones estables o equitativas dentro de la comunidad de lo seco, y entre esta y la de las aguas, como que la lucha por las fronteras sea alternante y no con el objetivo de destrucción, a lo qué he llamado relaciones de "alternancia territorial".
Estas son normas en las relaciones, que determinan la forma de construir territorio en las dos comunidades, pues se establece una lucha en las fronteras y en los caminos que se toman alternativamente en estaciones. Y, especialmente, cuando el desconocimiento de las normas es generalizado, los encantados ocupan el territorio con crecientes y, posteriormente, se distancian como un pasado que se marcha, se "desprende". Por tanto, los Raizales visualizan las relaciones sociales y territoriales con su pasado como un permanente conflicto en distintos niveles de conciliación o de crisis.
Siendo los receptores de las riquezas de la sociedad y la naturaleza, los encantados las redistribuyen a aquellos que por pérdida de sus familias (parentesco), por pobreza o por tener personalidades o comportamientos generosos o comunitaristas, garantizan un "flujo". La normatividad busca la continuidad del orden entre los mundos y el cumplimiento de los ciclos naturales, pero, a su vez, la continuidad de las relaciones comunitaristas. Evitar tanto la desigualdad social como la acción destructiva de los antepasados que, en revancha por su "hambre", se tomen el territorio de lo seco.
Como primera observación está la relevancia que, tanto en los mitos como en las reflexiones personales, le dan los Raizales a la crítica de las relaciones individualistas, desiguales y jerarquizadas por la riqueza, tanto entre sus miembros como con personajes de la sociedad mayoritaria. Es posible plantearnos que algunos símbolos, como la "riqueza" y el castigo a su acumulación desigual, han sido recalcados por estas comunidades que se encuentran a medias entre unas relaciones comunitarias y mutualistas y otras capitalistas, para explicarlas y resistirse a ellas.
"Las sociedades en el umbral del desarrollo capitalista, interpretan necesariamente ese desarrollo en términos de creencias y prácticas precapitalistas. En ninguna otra parte eso es tan evidente como en las creencias folclóricas de los campesinos, mineros y artesanos involucrados en el proceso de transición. Su cultura, como su trabajo, conecta orgánicamente el alma con la mano, y el mundo de los seres encantados que ellos crean parecen tan intensamente humanos como las relaciones que entran en sus productos materiales. La nueva experiencia de la producción de artículos de consumo fragmenta y desafía esa interrelación orgánica. Sin embargo, el significado de ese modo de producción y de las contradicciones que ahora plantea, inevitablemente se asimila a modelos que están preestablecidos en la cultura del grupo. Sólo cuando el nuevo espíritu, el espíritu del capitalismo, desplace las creaciones de la imaginación que en el mundo precapitalista dan significado a la vida, cuando se asimile las nuevas "reglas del juego", las fabulaciones que engendra el consumo podrán estar sujetas a tipos muy diferentes de formaciones fantasiosas." (Taussig, 1993: 74).
En nuestro caso, no serían únicamente sociedades que realizan una crítica a las relaciones capitalistas por iniciar su inserción, como lo platea Taussig, sino sociedades que ya estando en nuestro capitalismo no totalizante, se resisten a la plena proletarización, manteniendo en los relatos y en sus comportamientos normatividades comunitaristas. Así, el pensamiento construido por los Raizales construye la resistencia en la relevancia de algunos símbolos y el opacamiento de otros, de los que, con el tiempo, se va desvaneciendo, tanto parte de su información, como el reflejo que hacen de él en la naturaleza.
Los Raizales resaltan la dualidad oro-maíz y su intercambio o flujo entre "mundos", que construye una normatividad social y territorial que castiga comportamientos prohibidos, por ello su territorialidad la elaboran atravesada por esta dicotomía permanente. Aún así, el análisis económico no da explicación de los múltiples sentidos que tienen los símbolos con los que dibujan territorio, por lo cual este debe combinarse con otras interpretaciones. Más, contando con que el concepto de "redistribución", por sí solo, es insuficiente para explicar en los mitos la esencia de los objetos que fluyen entre mundos.
La esencia del flujo ha sido planteada por muchos antropólogos como energías cálidas o frías, qué son del deseo de los mundos. Franz Faust ha planteado que, en los mitos Coyaimas y Natagaimas, el deseo de los mundos acuáticos por una energía depende de la cercanía o lejanía que un "mundo" tenga respecto al sol, así, las capas más cercanas son cálidas y desean frío, mientras las más alejadas son subterráneas y frías y desean calor.
En el capítulo de "crecientes" concluimos que los fríos mundos acuáticos absorbían a los cálidos infractores del mundo seco, dejando abierta la pregunta sobre las implicaciones para el ordenamiento territorial.
Aparentemente, no todos los antepasados son infractores, pero no tenemos historias de origen del mundo acuático y solo podemos hacer suposiciones basándonos en otros pensamientos amerindios donde las primeras humanidades fueron infractoras y por ello cubiertas o enviadas a los montes. De ser así, que los más antiguos pobladores de los mundos acuáticos y subterráneos son las primeras humanidades infractoras de normas, tendríamos que partir de que las relaciones de "alternancia territorial" son solo posibles contando con relaciones de conflicto, pero que, sólo en casos extremos, estas últimas destruyen a las primeras.
Concluimos, entonces, que la "redistribución" implica, en estas comunidades, el "flujo" de objetos y personas que significan "riqueza" y "energías” y que garantizan la continuidad de las normas sociales y la alternancia territorial.
Pero si también tomamos en cuenta que gran parte de esos objetos son alimentos antes de fluir en la cadena o cuando ya son traslapados (el oro que se vuelve maíz y viceversa), debemos considerar a esos objetos como alimentarios o que, como decíamos, en "crecientes" calman el hambre de los seres del agua.
Ann Osborn resalta en su escrito "Comer y ser comido" que, en la mitología U'wa, los chamanes de los distintos "niveles" se pueden movilizar a otros mundos superiores, transformándose en otros seres (siendo siempre "gente"), y allí ver a otras gentes como alimento. Sólo en una historia recogida en la Sabana es explícito el que la gente de oro es maíz para los hombres de lo seco, pero, a mi parecer, estos mitos hacen parte de la simbología "opacada" y, por ello, hay tan pocos relatos. Aún en los mitos, el hambre es una de las causas para que los seres encantados destruyan la alternancia territorial, así que bien podemos decir que la "reciprocidad" implica, también en este caso, alimentar.
6.3.2. Relaciones de Conflicto
El robo y desplazamiento recíproco entre la gente de lo seco y de las aguas desatan mecanismos diferentes de defensa y recuperación. Cuando los Raizales se proponen invadir el territorio de las aguas para desencantar, utilizan generalmente herramientas cristianas para hacer retroceder el sistema indio y hacer imperar uno de herencia española. Este conflicto puede tener distintos caracteres: Colonial, cuando los Raizales resaltan una relación indio vs. cristiano-español, o indio vs. extranjero. O de crítica a un tipo de relación que puede estar presente en cualquier época, como lo indio vs. la avaricia. O, finalmente, representar relaciones muy actuales al enfrentar lo indio vs. la modernidad.
Los instrumentos y métodos para desencantar corresponden a cada tipo de relación, la sal, bautizo, conjuro, bendición, cacería, seca de aguas, tumba de bosques, areneras, puentes, represas, fábricas, carreteras, trenes, minas, pozos petroleros y de aguas. Los últimos son planteados por los Raizales como las obras en la época nueva, que destruyen espacios de encantados, el que consideramos un discurso explícito contra la modernidad. Tienen además un rasgo muy particular; en prácticamente la totalidad de relatos, los personajes que los realizan son extranjeros (españoles, ingleses, holandeses, gringos), como queriendo recalcar su carácter de externos.
La tala de bosques, la toma de terrenos de "encantados" para obras de infraestructura moderna, la lucha de vecinos por nacimientos de agua, el relleno de lugares, la cacería de animales, la persecución a guacas o cuevas encantadas, etc., están incluidas en la infracción a las normas de parentesco, pues su causa es la desigual redistribución de la riqueza entre presentes, y entre estos y antepasados. Ante este desconocimiento, los encantados destruyen las relaciones tradicionales de "alternancia territorial" y generan unas de ataque.
Los encantados buscan una compensación para lograr el intercambio y el equilibrio energético, y lo hacen tomándose las zonas de frontera. Pero en ocasiones se sobrepasan, tomándose, por ciclos de tiempos, espacios con distinto nivel de amplitud y recorrido, como son las crecientes. Como en muchas mitologías americanas, esta gran catástrofe se repetirá en algún momento y se subvertirá el orden establecido pero, mientras tanto, estos seres permanecen en relación distante (conflicto o conciliación) con sus descendientes de lo seco. Es como si el pasado se tomara el tiempo actual y la existencia total de lo antiguo pudiera discurrir en el presente, haciéndose una.
6.4 De Bochica y Huzanhúa
Mi intensión en este final es hacer una comparación territorial absolutamente rápida entre los mitos Muiscas recopilados por los cronistas y los investigados sobre encantados. Rápida, pues las semejanzas ya recopiladas por muchos investigadores resaltan la cercanía simbólica entre los pensamientos "campesinos" y Muiscas en numerosas facetas. Resalto el que los personajes "femeninos" sean los de más dificultad en el análisis, más que por sus símbolos, porque no fueron centro de interés por parte de los cronistas. Únicamente resalto el que se relacionan profundamente con las aguas, en su capacidad de contención y como discurridoras.
El mito de Bochica tiene movimientos territoriales que, comparándolo con los de Mojanes, tiene profundas semejanzas. Aunque no son claras las temporalidades entre los Muiscas, comparten su recorrido de sur a norte y viceversa. En el recorrido de Bochica sur-norte desde Sumapaz, viaja por la Cordillera Occidental, que es el punto cardinal desde donde, en los mitos actuales, salen todos los luceros de Mojanes en su desplazamiento hacia oriente, en Abril, para hacer el primer invierno. La llegada de Bochica al Norte (sur de Santander o territorio Guane) correspondería con el primer verano, en el cual también los Mojanes de la Sabana de Bogotá se condensan en Fúquene. Es absolutamente factible que, correspondiendo al movimiento ecuatorial de nubes, este recorrido de encantados se repita en Boyacá y que el mito de Bochica corresponda, en el pensamiento Muisca, al esquena macroterritorial de este recorrido por lo que actualmente es la Meseta Cundiboyacence.
Su aparición en Sogamoso y recorrido norte-sur, apareciendo en la Cordillera Oriental, representa el viaje inverso, asemejándose al recorrido que hacen todos los Mojanes de regreso para hacer, en Septiembre, el viaje de luceros de oriente a occidente. En el mito de Bochica, el lucero correspondería a la "lanzadera" que arroja desde Monserrate sobre un arco iris, lo que se asocia con el hecho de que los Mojanes tienen tesoros de "armas" y que, también, se presentan sobre los arcos antes de hacer invierno, igual que San Isidro Labrador. La "lanzadera" de Bochica abre y da salida, por el Salto de Tequendama, a la creciente que ha producido Chibchacum a causa de su ira con Huitaca (que considero tiene el nombre de Chía o Ybsaguy según la cara de la luna correspondiente) por inducir a la ruptura de las normas. Aquí se repite el hecho de que la causa de crecientes en ambas mitologías ocurre por el rompimiento de normas, especialmente el desconocimiento de los padres o creadores. Huitaca, comparada con la mitología Raizal, representa la luna que, por su transformación, genera el movimiento de las aguas y la afectación de enfermedades, más que la representación de la enfermedad en ella misma pues es, al mismo tiempo, positiva o negativa.
En el mito de Huzanhúa y su hermana, estos han violado las normas de parentesco, cometiendo incesto en época del segundo invierno, por su viaje al Occidente. Luego, han producido el brote de un lago por el rompimiento de una vasija de barro con chicha, lo que aún hoy es común en mitos de Cota y Tota en personajes infractores, cosa que también los convierte en discurridores. Posteriormente, como lo cuentan los cronistas, para huir del castigo han lanzado un "lucero" en dirección contraria a la que considero corresponde para la época estacional. Lo han lanzado hacia el occidente en el primer invierno, cuando correspondía a la inversa. En su viaje de huida, siguiendo la dirección del curso de las aguas hacia el Salto (tal y como ocurre con los Mojanes que se despiden en crecientes) han dejado un hijo en Tausa, convertido en piedra, y ellos misinos se convierten en ellas cuando llegan al Salto. Ya hemos visto el significado de las piedras en la mitología Raizal, como el hecho de la conversión en una cuando se viaja al contrario de la corriente normal de las aguas. Bochica cumpliría el papel que tiene un Moján macro, mientras Huzanhúa y su hermana el de los seres que, por infractores, son "encantados" por romper las reglas de parentesco, pero convertidos en piedras, es decir, en las piedras-puerta que, en los mitos actuales, permiten el paso hacia el mundo acuático sin "encantarse".
En conclusión, el movimiento territorial, el devenir de actos, flujos y creación de recorridos, en ambas mitologías tiene unos cursos y unos desenvolvimientos que se semejan, como las que tienen puntualmente que ver con esquemas de creación territorial, que tienen su "normalidad" y su "inverso". Igualmente, que se corresponden con el movimiento que durante siglos ha tenido la naturaleza en esta zona y que, por tanto, es casi el único referente real que tenemos para mirar hacia el pasado y comparar los pensamientos de rostros que miraron y siguen mirando el firmamento.
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