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LA ESPERANZA Y EL ESPEJO
VII. DE CÓMO NOS GUSTA MIRARNOS EN EL ESPEJO > Interrogantes acerca del desarrollo en Guambía
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ALGUNOS INTERROGANTES ACERCA DEL DESARROLLO EN GUAMBÍA
A modo de reflexiones finales, hagamos unas cuantas preguntas que condensen el análisis sobre el Plan Integral de Vida del Pueblo Guambiano.
¿Cómo surge y en qué consiste el Plan Integral de Vida del Pueblo Guambiano?
La entrada del Desarrollo en Guambía, no coincide con la elaboración de su Plan de Vida. El Plan de Vida es resultado de dos procesos antagónicos y con diferente poder, que por efecto de la conveniencia de los intereses internacionales en dirigir las movilizaciones indígenas desde finales de la década del setenta, confluyen y lo permiten.
Por esta suerte de convergencia, los antecedentes del Plan de Vida indican la manera en que comenzaban a ser absorbidas por los aparatos del Desarrollo (Estado, mecanismos de Planificación —Censo Estudio (1989-1991) y Diagnóstico (1993-1994) realizados por CENCOA y por el equipo multidisciplinario—, en una época decisiva para los pueblos indígenas, a causa de su reconocimiento como sujetos políticos y sociales, obtenido por la participación en la Constituyente y la Constitución misma), las exigencias indígenas propias, plasmadas en el Manifiesto Guambiano, de una sociedad indígena que, aunque ya cargaba con una vasta historia de dominación y contacto con los centros mercantiles y urbanos, no estaba imbuida en la modernidad occidental.
El afán por encontrarse en mejores condiciones de trabajo y de vida como guambianos, hizo que en plena lucha se comenzaran a operar cambios subjetivos muy delicados. Taita Segundo Tombé, funcionario de la CVC, impulsa con colaboración de otros taitas y mayores guambianos la iniciativa de considerar lo único que él concebía —en su calidad de joven guambiano que había vivido, estudiado y trabajado gran parte de su vida entre los mestizos, con los conocimientos de ellos y con sus instituciones—, para llegar a ese estar bien: Un Plan de Desarrollo; figura en la que se encarnaron tanto los deseos por la supervivencia indígena como la mejor manera de no lograrla.
Pero no era sólo él el único líder interesado en llevar a su comunidad por el camino del Progreso y del Desarrollo, aunque fue uno de los directamente involucrados en la elaboración del Plan y su manejo durante los tres años posteriores al término de su gobernación (casi cinco años, de ocho en total). Él hacía parte de una dinámica conocida por los guambianos, que por esa época contó con inusitada fuerza y naturalmente comenzaron a utilizar, como habían hecho durante siglos, para sobrevivir a pesar de todo. Sin darse cuenta, se les salió de las manos.
La dinámica consistía en la presencia de instituciones privadas o estatales que fomentaban eso que los guambianos tanto querían: vivir bien. Hacer proyectos para el vivir bien en las zonas indígenas era su labor, pero lo hacían desde su punto de vista, como occidentales, y de acuerdo a unos intereses que les trascendían y que les daban vida y forma: la eliminación de la diferencia y más aún si estaban de por medio grandes extensiones de tierra.
En esta época, tampoco eran frecuentes los guambianos que estudiaban. Eran más bien pocos los que podían hacerlo, así que taita Segundo Tombé era fácilmente identificado y, aunque también contaba con detractores, era respetado. Cuando de la mano con CENCOA se propone hacer un Plan Preliminar de Desarrollo, cuenta con varios seguidores, entre ellos taitas y mayores, así como con gran parte de comuneros que sin tener estudios muy amplios, ya estaban interesados en fomentar o hacer parte de empresas comunitarias, por las cooperativas impulsadas por el INCORA o proyectos productivos ligados a la comercialización.
En 1984, taita Mario Calambás como gobernador, se interesó mucho por las capacitaciones, por las empresas y por las cooperativas. En 1985 se realiza, bajo la gobernación de taita Lorenzo Muelas, el primer Planeamiento Educativo Guambiano, pionero en Colombia y una de sus exigencias como Pueblo (tener una educación bilingüe y de acuerdo a su cultura), pero también fue la primera reivindicación en ser mediatizada por el Desarrollo. En 1986, taita Eduardo Tunubalá se interesó por mejorar “la calidad de vida” del hombre guambiano por medio de la organización de la producción.
En 1989, taita Álvaro Morales plantea con los amigos de CENCOA elaborar un Censo estudio. En 1991, taita Manuel Jesús Aranda elimina por decreto el consejo de tatas o de mayores, que por su experiencia estaban encargados de ser la guía de los cabildos año tras año. Comienza a realizarse el Censo estudio.
Además de esto, estaban las juntas de acción comunal y las cooperativas, gestionando aquí y allá sin el aval del Cabildo proyectos particulares de infraestructura (puentes, centros de salud, escuelitas, acueductos, electricidad), generalmente con políticos y todo tipo de entidades. Situación que no ha cesado.
Todos estos eran pasos pequeños, particulares y muy seguros hacia la transformación de sus exigencias. Pero ante todo, estos pasos seguían las huellas marcadas por las instituciones presentes en Guambía.1 Sin embargo, por esta época todavía el Estado y sus instrumentos eran identificados como potenciales obstáculos a sus intereses étnicos. Por esta razón, los mayores guambianos se plantaron ante CENCOA y ante taita Segundo Tombé y decidieron que si se trataba de hacer algo para mejorar, no fuera “tan occidental” como un Plan de Desarrollo. Que ellos querían algo de ellos, con su pensamiento. Si ya no era posible dejar de hacer un Plan, entonces que se hiciera un Plan de Vida, el primer Plan de Vida indígena en Colombia. Es aquí donde la participación de CENCOA y de su equipo de expertos jugará un papel fundamental.
CENCOA maneja un conocimiento que no poseen los guambianos, pero que éstos respetan porque pertenece a la sociedad reconocida como dominante. Con ese conocimiento llega la “necesidad de ordenar y sistematizar” la vida guambiana y la idea de que para lograr lo que siempre han querido —vivir bien—, la única alternativa es el trabajo con las herramientas técnicas generadas en ese espacio y con la coordinación de los especialistas en ese conocimiento. Son, entonces, indispensables.
Sin embargo, es clara la intención de los mayores guambianos de cerrarle el paso a una dominación que sospechaban por medio del conocimiento. Por eso ellos proponen un Plan de Vida; pero no es suficiente y durante la elaboración del Diagnóstico la resistencia de su pensamiento cedía y cedía en las comisiones coordinadas por expertos.2
Los guambianos, durante todo este proceso de Planificación, contribuyeron con su experiencia entre unos modos de vida unidos al trabajo en la tierra, de acuerdo a un pensamiento propio —que por ser propio había resistido—, y los fuertes anhelos dibujados hacia su futuro por el Desarrollo. Esa fue su Participación. Una participación luego traducida a cuadros estadísticos, programas y proyectos en los que sus experiencias —su participación—, ya no fueron necesarias.3
La segregación, primero abierta, después velada, de los modos de vida y pensamiento de los indígenas, hace que para buscar respeto y dignidad estas sociedades se amparen en dos fenómenos incontrovertibles: el conocimiento occidental y la institucionalidad que generalmente lo acompaña; los mecanismos con los que se implantó subrepticiamente el Desarrollo convencional en el Tercer Mundo. Contra esa imposición se erige el Desarrollo Propio, pero ambos están dentro del mismo juego de ocultamiento, homogenización y mercado; solo que el Desarrollo Propio tiene unas fichas más rápidas y discretas.
Por eso el Plan Integral de Vida del Pueblo Guambiano tiene dentro de sí tendencias que se neutralizan. Por una parte, el deseo de vivir dignamente —exigencia que movilizó a la comunidad para recuperar tierras y la vida en ellas a partir del derecho Mayor—, y por otro lado, la lenta anulación de esta exigencia por las categorías que el Diagnóstico utiliza para identificar problemas y, a partir de ellas, soluciones. A su vez, las categorías con las que se determinan tales problemas y las soluciones4 son creadas y delimitadas, sobre la base de la desorganización, el caos y la miseria reinantes en el Tercer Mundo, por los máximos representantes del poder mundial, de la segregación y del Desarrollo: el Banco Mundial.
La forma en que los mecanismos actúan es avalada por la dirigencia indígena y la comunidad en pleno; aceptan la penetración y asimilan ideológica y discursivamente, hacia el interior de su territorio, así como hacia el exterior de él —porque es lo que todos quieren oír—, los argumentos del Desarrollo Propio. De manera que mientras el discurso de la comunidad internacional, del Estado y de los indígenas sobre sí mismos los elogia sin pausa, ontológicamente son percibidos y reproducidos como cargados de fallas y carencias, de obstáculos y desaciertos precisos de enmendar mediante los instrumentos del Desarrollo. En este sentido, contactar a la dirigencia indígena es la mejor forma de hacerlo.
Si se trata de pensar en la supervivencia de su Pueblo y de vivir mejor, entonces Plan de Vida siempre ha habido y no solo en Guambía. Esa idea fija sacudió a la comunidad guambiana en torno a ella porque era muy concreta y cercana la necesidad de poseer una tierra para vivir en ella como guambianos; pero condujo a unas estrategias que, por ser igualmente concretas y cercanas, se prestaron fácilmente para su identificación y la identificación de agentes claves, como los líderes, que permitieron la manipulación del movimiento indígena. Si bien esa lucha tenía que evolucionar, se suponía que sería hacia el fortalecimiento interno como Pueblo, no hacia el fortalecimiento de la capacidad para integrarse.
Contrario a lo que piensan los taitas o los “Asesores”, el situar lado a lado el pensamiento de los mayores “mas no su conocimiento” (Lata—lata, Mayaelo, Linchap, Autoridad, Autonomía, territorio y el futuro atrás), con el pensamiento de los blancos (censos, diagnósticos y proyectos) no garantiza el cambio en las relaciones de poder que envuelven a los indígenas, ni hace que el Plan de Vida no sea ni se convierta en un Plan de Desarrollo, unánimemente rechazado porque es reconocido como poder e intención de segregación hacia ellos;5 como símbolo del sistema al que los planes de vida (el Desarrollo Propio), quieren oponerse.
Esta caprichosa asociación entre dos “reveses”, produjo que el planteamiento general del Plan de Vida guambiano como concepto proveniente de los mayores, pretendiera justamente que las categorías que conformaban el Plan Estratégico fueran las encargadas de “acompañar” al Pueblo guambiano hacia sus metas (Reconstrucción, Fortalecimiento y Recuperación de todos los sentidos en el territorio guambiano, a partir de “tener todo completo”).6
Este acompañar es una forma de vivir y de relacionarse en el territorio guambiano y es una de las tres leyes. Es Linchap. Es Acompañar. Pero acompañar siempre debe estar unido con Latá—Latá. Igual. Y a Máyaelo, que significa juntos, todos.
Es decir, que cuando los mayores plantearon hacer un Plan de Vida en lugar de un Plan de Desarrollo para que su comunidad “esté mejor”, lo hicieron desde las tres leyes de la vida y pensamiento guambiano en equilibrio. Los mayores guambianos actuaron de acuerdo al pensamiento de los antiguos para vivir bien. Y si se acompañaban juntos como iguales sería posible vivir.
La imposibilidad del “acompañamiento” entre dos poderes no iguales —porque uno aplasta al otro—, nos lleva a una peculiar situación entendible dentro de todo. En Guambía existen opiniones importantes entre los que están o han estado en el Cabildo o cerca de él, acerca del contenido, manejo y elaboración del Plan de Vida. Las críticas vienen de distintos sectores, incluso de aquellos que coordinaron su elaboración. No obstante es claro para mí que las categorías problema y las soluciones o estrategias planteadas en ese Plan de Vida que se critica, siguen estando a la espera de esfuerzos, tiempo y recursos por parte del Cabildo.
Esta situación comprueba la interiorización del Desarrollo como única forma de vida posible; si siguen siendo consideradas las soluciones del Plan Estratégico como tales, es porque aún se sigue midiendo la realidad guambiana por las falencias que identificó el Diagnóstico.7 Y aunque es común escuchar que el Plan de Vida es demasiado economicista y que lo hicieron los “Asesores del Cabildo con taita Segundo Tombé” como una noción, esto más bien significa que es necesario dar más importancia a la cuestión cultural, por medio de proyectos por supuesto, que en desmontar o controvertir el conocimiento occidental implantado en el Plan de Vida y a él mismo —el proceso de elaboración y el texto— como tal.
Si el interés es ahondar en cómo se legitima el Desarrollo, debemos unir sus mecanismos: los conocimientos expertos y la Institucionalidad.8 Hablemos entonces un poco de La Planificación.
La Planificación es el ejercicio mental y práctico de pensar a largo plazo; pensar en las futuras generaciones.9 Se trata de imaginar lo que sucederá en un tiempo y un espacio intangibles. Como La Planificación —orden y sistematización— se encuentra dentro del racionalismo occidental, es representativa del Progreso, de la cientificidad y del “conocimiento estructurado”. Es absolutamente confiable y sólo posible de ser controvertida y rectificada por estudios del mismo carácter. (En ello estaban interesados importantes líderes guambianos, a diferencia de otros que plantearon algo diferente, así también hayan sido atrapados).
La implantación del Desarrollo no significa únicamente llevar a cabo actividades o construir obras. Es necesario también implantar “el pensamiento moderno”. Por este motivo, los procesos de identificación de los problemas y la identificación misma, las soluciones transformadas en proyectos, los tiempos, espacios y conocimientos que requieren, las instancias ante las que se deben presentar, las condiciones para la construcción y su impacto socio-cultural, debilitan, ignoran y subordinan procesos de reproducción y fortalecimiento cultural y epistemológico propios. Por esto la cosmovisión que acompaña al Diagnóstico resulta inoperante frente a las inversiones.
Pensar en lo intangible no hacía parte del pensamiento propio guambiano. Si lo hiciera, no hubiera sido imperiosa la necesidad de contratar a CENCOA y después a los asesores y por tanto, no existiría la dependencia de los conocimientos y las instituciones que trae consigo la Planificación y que define la forma y los movimientos del Plan de Vida. Planificar en Guambía tenía que ver más con las tareas diarias a nivel familiar o veredal.10
En el pensamiento de los antiguos guambianos hay tres niveles de manejar el tiempo, marcados por el movimiento del agua y de los astros. De largo plazo, que abarca temporadas de ocho, setenta y cien años, al cabo de las cuales se dan fenómenos relacionados todos con la creciente de los ríos y con las estrellas. Es un tiempo ya muy difuso y en la cabeza de pocos. El tiempo anual tiene que ver con las temporadas de lluvia o de sequía con las que se manejan las estaciones.11 Y el tiempo diario, marcado por el sol y que señala el tiempo entre el trabajo y las comidas. De un día a otro. (Dagua, Aranda, Vasco; 1998: 71).
Esta manera de pensar y ubicarse en el tiempo se basa en el trabajo en la tierra, dicta cómo trabajarla o dejarla descansar; es necesario observar y analizar fenómenos naturales como por ejemplo Páramo12 y Aguacero, dos seres: Kosrokollimisak y Srekollimisak respectivamente, que en la historia guambiana se enfrentan constantemente.
Este manejo del tiempo guambiano, no tiene que ver con la planificación de la salud o de la educación o la infraestructura. Para ninguno de estos casos se dan fenómenos naturales que expliquen cómo trabajar en ellos a largo, mediano o corto plazo. Esta relación material entre el pensamiento y la vida nos explica también, por qué fueron tan importantes y poderosas las luchas guambianas por la tierra, una relación que no está contenida en los métodos, ni en los objetivos y áreas de la Planificación occidental:
Las luchas [...] se dieron al nivel local, contra sus enemigos inmediatos [...] que eran fácilmente identificados por todos los indígenas miembros de las comunidades. Sus reivindicaciones eran las nacionalitarias, las comunitarias, que todos sentían vivamente, pues eran directamente, como tantas veces lo expresaron, cuestión de su propia supervivencia (Vasco; 1992: 2).
No era algo intangible y mucho menos desconocido, como lo es la Planificación. Era perfectamente reconocido por cada uno. El terraje era una realidad material, sufrida todos los días, que hizo que la comunidad llevara a cabo actividades igualmente concretas y cercanas, que participara activamente en las luchas y determinara su alcance.
Pero las estrategias de lucha han sido suprimidas por “la nacionalización”13 del movimiento indígena y la institucionalización de sus reivindicaciones; por la entrada a la política electoral “nacional”, y por la llegada de las Transferencias (en cualquiera de los casos, la dirigencia guambiana ha sido protagonista); tanto, que ya no es necesario que ningún blanco y/o institución haga parte, o impulse directamente los procesos de integración relacionados con el Desarrollo. Los mismos guambianos se encargan.
Son los líderes indígenas quienes primero aceptan —en el Cabildo o en la política nacional, junto con los respectivos asesores—, las operaciones que se van a realizar dentro de su territorio, y son los líderes, los bachilleres o profesionales, los que “proyectan” la inversión de las transferencias. (Si le parece bien a la alcaldía)
Veamos porque es necesaria la Planificación para el Desarrollo, según el ILPES:
Se planifica porque el ritmo de expansión económica es insuficiente. Se necesita acelerar el Desarrollo, mejorar al grueso de la población, orientar el proceso de cambio, coordinar las complejas actividades del sector publico como instrumento ineludible y necesidad de superar los problemas de subdesarrollo.14
Como el futuro, de acuerdo con el pensamiento guambiano, no se ve, no se conoce y menos con relación a aspectos que no tienen que ver con el desarrollo del pensamiento ligado a la tierra, para manejar estos aspectos e imaginar cómo hacerlos en un futuro se hizo necesario acudir al conocimiento del futuro. Al único futuro que se encuentra adelante, muy conocido y sobre todo no cuestionado: el futuro moderno occidental, el del Desarrollo, el único posible y en oferta para los indios.
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¿El Plan Integral de Vida del Pueblo Guambiano es un Plan de Desarrollo?
Un Plan de Desarrollo es un conjunto de disposiciones claras, que guían la intervención de las autoridades sobre una zona, mediante la programación de la inversión coordinada y regulada, a nivel sociocultural, económico, financiero, territorial, jurídico y administrativo.
El Plan de Desarrollo ofrece el marco general de referencia para las actividades y su ejecución en cada uno de los niveles, para facilitarlas según las necesidades, exigencias, recursos disponibles y limitaciones, observadas en la población (mediante un Diagnóstico), por un grupo de especialistas. Tiene por objetivo mejorar la calidad de vida y evitar transcursos irregulares y desordenados. Requiere además que las propuestas se plasmen en actividades concretas, que se materialicen en programas y proyectos: “un esquema coherente [...], la última etapa de una larga cadena de decisiones”,15 cuyas áreas son establecidas por el BM:
[El BM interviene en] los montos y composición de la inversión pública del país, y el desarrollo institucional y política sectorial en las áreas en las que se han concentrado sus préstamos de proyectos [...], que a su vez son prioridad dentro del presupuesto nacional [...] ya que en el presupuesto se prefieren los proyectos financiados con crédito externo (Londoño, Perry; 1985: 213).
La inversión se concentra entonces en: servicios públicos de todo tipo (acueductos, alcantarillados, energía), seguridad social (salud, educación, asistencia a la niñez y a los ancianos), comercialización, asistencia técnica y tenencia de la tierra. Los Planes de Desarrollo disponen, también, el tipo de información que se requiere y la manera de agruparla, así: Diagnóstico Físico (condiciones geográficas y humanas), Diagnóstico de Servicios Públicos (calidad y cobertura), Diagnóstico Socioeconómico (naturaleza y ubicación de las actividades económicas), Diagnóstico Institucional (estructuras administrativas). Cada uno de estos, cualquiera, lo encontramos contenido dentro del Censo Estudio y dentro del Diagnóstico del Plan de Vida y “materializado en los proyectos”.
Aunque en la Formulación del Plan se plasman los objetivos, como una historia y pensamiento particulares, ni éstos, ni los conocimientos tradicionales y propios tienen aplicabilidad frente al Diagnóstico, los proyectos y el manejo de los mismos. A pesar de que el propósito sigue siendo aparentemente el mismo —mejorar—, las expectativas acerca del futuro mutaron hacia las necesidades creadas por el sistema occidental para una sociedad de consumo, sobre las que a nivel subjetivo y colectivo actúa directamente el mercado con sus productos o indirectamente por medio de políticas oficiales.
Uno de los “Asesores del Cabildo” explicó, que el Plan de Vida guambiano son los Librillos Verdes; pero se pueden establecer fácilmente equivalencias entre las áreas de cualquier plan de desarrollo (derecha) y el Plan Estratégico del Plan de Vida (izquierda) en el que se enuncian los programas y proyectos que desarrollan los Librillos Verdes.
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Los proyectos realizados en Guambía, —que no han sido justamente todos los que se plantean en el Plan Estratégico—, se han centrado en proyectos productivos con énfasis en la comercialización, con asistencia técnica del SENA o del PLANTE; en el sector institucional con capacitaciones de la ESAP; en Educación con la construcción de las cinco concentraciones y los cinco PEG y la actual Reforma; en Salud con Mama Dominga y el PAB y los proyectos de servicios públicos.
La única Estrategia a partir de las reivindicaciones propias es la de Rescate Cultural Pensamiento Guambiano, que por su posición política frente a las otras y el peso del modelo de Planificación no ha tenido la fuerza y el impacto esperados.
Pero el Plan de Vida guambiano es también un Plan de Desarrollo por su contexto epistémico, en el que ya profundicé, y por la interiorización de los procesos y mecanismos de Desarrollo. Es un Plan de Desarrollo por su manejo, porque el Plan de Vida es la etapa previa al Plan de Inversiones, como justificación para el desembolso de recursos. Es un Plan de Desarrollo por las capacitaciones, por la Profesionalización e Institucionalización que lo obligan. El Plan de Vida condena la historia, el pensamiento y conocimientos guambianos a ser el atuendo exótico de un Plan de Desarrollo moderno.
¿Es posible situar el Plan de Vida guambiano, dentro de la lucha guambiana por la tierra y por su reconstrucción como Pueblo?
Es necesario tener en cuenta el carácter local de la “intención política” al proponer un Plan de Vida, en medio de las condiciones particulares del momento de su elaboración.
Sin duda alguna, la historia y las características del Plan de Vida dentro del contexto de la lucha indígena por la tierra y el deseo de mejorar día a día y buscar nuevos medios a partir de su conformación como Pueblo, se desvió desde la confrontación abierta hacia la sucesiva conciliación con el Estado. Las emblemáticas demandas y la confrontación con las élites eclesiásticas, sociales y políticas de la región, fueron eje y puente para las posibilidades posteriores. Con todo y esto, son evidentes y complejas las dificultades que ha tenido la dirigencia guambiana con un Plan de Vida más inquieto por el afuera del territorio, así haya sido ideado para la comunidad.
Una de las más notorias transformaciones por manipulación quedó consignada, como otras tantas, en lo que se presentaba como el culmen del Movimiento Indígena: la Constitución Política de 1991 y los recursos de Transferencias.
La propuesta de AICO16 (Vasco; 1998), de una independencia económica a la que no estaba dispuesto el Estado, se transfiguró en recursos anuales amarrados a una estricta legislación y vigilancia del Estado, por demás difundidos a territorios indígenas, como los Llanos, la Guajira y la Amazonía, sin la tradición de lucha del Cauca, y con formas de tenencia de la tierra y de autoridad distintos de los resguardos y los cabildos (Ibíd.), con base en los cuales se formuló la ley. Esto tuvo importantes consecuencias, como la gran apetencia que despertaron entre los líderes indígenas, por las facilidades dadas para su obtención y la enorme dependencia que han creado para llevar a cabo cualquier actividad.
Sí es posible establecer una línea conectora, algo ondulada y con varios afluentes, entre las poderosas reivindicaciones guambianas por la tierra y el Plan de Vida en cuanto a su elaboración y manejo, y encuentro infranqueables obstáculos para el ejercicio de la Autonomía de pensamiento y vida, para el Fortalecimiento de la Autoridad y la mejoría de la comunidad; es difícil pensar que los planes de vida, en zonas donde esta línea no se puede establecer, tenga más posibilidades de llegar al objetivo común de la Reconstrucción política y cultural que el guambiano.
¿Qué diferencias existen entre el significado del Plan Integral de Vida del Pueblo Guambiano para el pueblo Guambiano y para el Estado?
La iniciativa de realizar un Plan de Desarrollo para Guambía obedeció a pensar en un instrumento que, a partir de la Constitución de 1991 —pues no es evidente que el proceso viniera desde antes—, acompañara, en estas nuevas condiciones, el camino hacia su bienestar, en ese entonces aun relacionado con la tierra, pero con trazos de cambio. Este deseo era el plasmado en los cinco objetivos del Plan de Vida guambiano, que proponía “un auténtico redescubrimiento de lo que somos” (Plan de Vida: 206)
Este Redescubrimiento implicaba que, como habían sido reconocidos en la nueva Constitución y habían sido eliminados los señalamientos discriminatorios anteriores, pudieran hacer uso de las relaciones con la sociedad mayoritaria y el Estado colombiano. Posibilidades que ya habían sido aprovechadas por una pequeña élite guambiana.
El Estado, por su parte, vislumbró que los planes de vida,17 equivocadamente percibidos por el movimiento indígena como propios, son grandiosos cómplices para la inserción de las sociedades indígenas a la sociedad global de mercado, que los planes de vida son la mejor aproximación hacia la integración por conciliación y el viaducto que legitima la consolidación de ideologías y sistemas de opresión. El Estado sabe que los planes de vida representan la oficialidad indígena, y por eso insiste en la necesidad de conformar cabildos.
¿Cuáles son las consecuencias del afecto del Estado hacia ellos?
Las múltiples trabas —no podría esperarse menos teniendo en cuenta los antecedentes— a que se somete el Plan de Vida guambiano, impiden los espacios y los tiempos necesarios para la recuperación y reproducción del conocimiento propio con verdadero impacto.
Las reivindicaciones indígenas se convirtieron en una instancia burocrática que centraliza actividades y decisiones y aleja a la comunidad de ellas, limitándola a ser beneficiaria o usuaria de las alternativas propuestas desde el Cabildo (usualmente acompañado de asesores). Las funciones de las autoridades han cambiado, hoy están cerca de ser administradores o gerentes. De ser modernos.
Los líderes, atomizados por conflictos personales o políticos, son inadvertidamente gobernados por la mano invisible. Muchos nuevos gobernadores no están enterados de que hay un Plan de Vida más allá de las oficinas. Y aunque recuerdan muy bien qué propone, porque hace parte de una historia aún reciente, de la que se habla a menudo, no saben cómo manejarlo en momentos en que esa historia ya no es vital para gobernar. De hecho, una vista amplia es poco probable, más allá de algunos pocos taitas y “Asesores”, porque la permanencia en el Cabildo es corta y no hay continuidad ni seguimiento entre los propósitos de un Cabildo y el siguiente. Sin embargo, la institucionalidad y los conocimientos de los que requiere el Plan de Vida para gestionarse han hecho que hoy, muchos taitas hagan carrera como cabildantes, una rotación que aleja a importantes líderes de la vida del común de la gente: los agricultores.
Hoy, los mayores son apartados cada vez más. Hoy, los profesionales indígenas son cada vez más necesarios y la comunidad depende cada vez más ellos y de los asesores. Hoy, las reivindicaciones indígenas exigen la incorporación.
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Hace varias páginas me vengo refiriendo a planes de vida en plural y minúscula. Eso tiene una razón de ser: La Nacionalización de los planes de vida indígenas.
Aunque la obligatoriedad de la elaboración de planes de vida no es manifiesta en la ley colombiana, sí se establecen criterios que los plantean como tales: primero, que el Diseñar programas y planes de desarrollo es una de las funciones que el Estado ha impuesto a las autoridades indígenas dentro de sus territorios, según el artículo 330, sujeto al artículo 56 transitorio de la Constitución Política. Y segundo, el Derecho de los Pueblos indígenas a definir sus propias prioridades de Desarrollo, en el artículo 7 de la ley 21 de 1991; lo que a mi modo de ver conduce inevitablemente a hablar de Desarrollo Propio.
Pero aunque no se aceptan abiertamente, si existen explícitas reglamentaciones para los planes de vida. ¿De qué otra forma se pueden considerar las recomendaciones, talleres, guías y cartillas que insisten sobre la necesidad imperiosa de hacer planes de vida, diciendo por qué, dónde, cuándo, cómo hacerlo y con quién? Y, más aún, observando las facilidades provistas por las entidades del Estado y su interés ciertamente reciente por incluirse en ellos, como el MEN, el ICBF, DPN y gobernaciones y alcaldías que con sus respectivas secretarías se encargan de impulsarlos.18
La nacionalización de los planes de vida hace parte del proceso de absorción de las iniciativas étnicas indígenas, so pretexto de facilitar sus reclamaciones y ceder ante ellas; con el objetivo de que el sistema hegemónico sea invitado a participar de la defensa del pensamiento indígena y así intervenir e impedir posibles agitaciones del statu quo, no sólo en los territorios indígenas en los que impulsan la elaboración de planes de vida por primera vez, sino entre los que, equivocados, los han elaborado sin contar con él.
Esto me hace pensar que el Estado ha determinado que el que una comunidad indígena tenga o no plan de vida, paradójicamente, se ha convertido en un marcador esencial de Progreso, a lo que se agrega que esta situación ha sido ya interiorizada como natural en el adentro y hacia afuera de las comunidades indígenas. Los líderes vuelven aquí a ser importantes, porque son ellos los que negocian con el Estado y manejan los conceptos y recursos con los que se mueven los planes de vida. Y también son ellos los que los piden y los defienden como iniciativa propia.
La nacionalización de los planes de vida indígenas ha creado conocimientos expertos, como las especializaciones en Desarrollo Comunitario y las asesorías, privadas o no. La antropología no escapa, por supuesto. Hace sólo un par de semestres eran frecuentes los avisos en el Departamento de Antropología de la Universidad Nacional solicitando estudiantes monógrafos, que estuvieran interesados en elaborar planes de vida indígenas en resguardos de la sabana de Bogotá o en el Cauca. También hay antropólogos que en dependencias oficiales, como la ONIC o Asuntos Indígenas, realizan talleres de capacitación para líderes indígenas sobre Planes de Vida, o que directamente los elaboran —los asesoran—.
¿Y entonces, cómo se puede hablar de Autonomía y Autoridad en el Plan de Vida del Pueblo Guambiano?
La Autonomía indígena en 1993, es definida por el Plan de Vida guambiano, y en 1998, por la ONIC, fundamentalmente como la capacidad de decidir sobre su futuro. “Ser protagonistas de su propia historia” (Plan de Vida: 204).
La Autonomía era uno de las más importantes exigencias de los guambianos a partir de las luchas por la tierra. Era poder en su territorio, el poder del Derecho Mayor. Por esto, cuando se habla de Autonomía, también se habla de Autoridad, de recuperarla, pues durante muchos años estuvo obedeciendo a los terratenientes, en contra de su misma gente, como sucedió con los terrajeros del Chimán. No hay autoridad sin autonomía y autonomía sin autoridad. Y no hay ninguna de las dos sin tierra.
En 1993, la Autonomía y la Autoridad se convirtieron en parte de los objetivos del Plan de Vida para la Reconstrucción. Allí, además de ser el “poder local” (Plan de Vida: 205), son principios que parten del pensamiento de los mayores, aún dominado por la lucha por la tierra y la conformación como Pueblo. Autoridad, entonces, se relacionaba con el adentro de Guambía. Y lo más adentro de Guambía que se puede ir es al fogón. La Autoridad nace de allí porque es allí donde se recibe el consejo —korosrop— y se aprende para la vida.
Hay una peculiaridad a lo largo de todo el Plan de Vida, especialmente llamativa en la página, que define la Autonomía; es la ruptura estilística. Es como si el segmento que sigue al del fogón hubiera sido escrito por otra persona, o por lo menos por alguien con un pensamiento radicalmente diferente. En este segmento hay una “complementación” a la definición de Autonomía y Autoridad alrededor del fogón que es, si se quiere, más actual, veamos:
Capacidad de gestionar con independencia en relación a otros pueblos, de captar recursos propios para la acción administrativa y ejecución de las propuestas de solución a la crisis del resguardo. Por desgracia esto se ha visto siempre interrumpido en las comunidades indígenas, por la estrechez territorial, la falta de asistencia por parte del Estado en programas y proyectos que dignifiquen la vida y reconozcan la diferencia (Plan de Vida: 205).
Para ser más actual, entonces ya no se puede hablar del fogón, ni es necesario “citar” a aquellos que aún lo consideraban como el centro de la Reconstrucción.
De la misma manera, dentro de la Constitución, la Autonomía de las Autoridades propias en los territorios indígenas también es un contrasentido, porque la Autonomía no tiene por qué estar regida por las disposiciones del Ejecutivo sobre ella “y las que señale la Constitución y la ley”.
La institucionalización de las autonomías locales —por lo visto muy bien entendidas según se deduce del último segmento, seguramente a cargo de alguno de los expertos que participó en la elaboración del Plan, o por algún líder o asesor, no se sabe— sólo puede situarse dentro de dos fenómenos—políticas que se anulan entre sí y cuya combinación es sólo un eufemismo para la mercantilización de las sociedades indígenas: el Neoliberalismo y la Democracia participativa.
La Autonomía, como fundamento del Plan de Vida guambiano, no existe. No existen control ni poder de decisión de acuerdo a un pensamiento propio sobre las actividades en el interior del Resguardo. No existe Participación sino la Adhesión permanente a iniciativas que ni siquiera dependen del Estado Nacional, sino de La Comunidad Internacional. Pero la Participación tampoco podría existir puesto que las exigencias técnicas y narrativas a las que tienen que obedecer los proyectos, presuponen el llamado permanente y la supeditación a asesores, capacitaciones o a la élite de profesionales indígenas en Guambía, que reproducen e implantan legalmente la dominación política mediante el conocimiento
¿Cuáles han sido los logros y fracasos en términos de objetivos planteados en el Plan integral de Vida del pueblo Guambiano?
Creo que sobre los fracasos del Plan de Vida guambiano ya me detenido bastante. Hablemos de los logros.
En términos de objetivos planteados, los logros han sido nulos. Los proyectos de recuperación del pensamiento y de los conocimientos propios han sido aislados y no han logrado —a pesar de ser impulsados por líderes muy respetados— generar procesos amplios de fortalecimiento, que se constituyan en una alternativa de resistencia frente a sí mismos.
La Casa del taita Payán o el proyecto de Educación Endógena para la Mujer Guambiana no han contado con la continuidad y el interés requeridos para que se constituyan en verdaderos procesos reconstructivos del pensamiento indígena y de fortalecimiento interno. Además, estos proyectos se sitúan también en el camino para encontrar a nuestra amiga la Interculturalidad.
Estas actividades (como tuve ocasión de escuchar al asesor de la DGAI), no son la prioridad del gasto. “La nación —me decía—, no tiene porqué financiarles a los indios unas formas de vida que sencillamente deben estar ahí. Lo que se debe financiar son los proyectos productivos que generen riqueza.”
Por esta razón, las Transferencias no cubren la compra de tierras y el porcentaje para cultura, que se une a la Recreación, el Deporte y el uso del tiempo libre —o sea como actividades de descanso de una rutina— alcanza sólo al 5%.
Estas actividades son igual de aisladas que las materias sobre pensamiento y cultura guambianas, que conforman el 20% de autonomía dentro del PEG. Son actividades con mínimo poder de subversión del orden político del Desarrollo. Son actividades que están allí, sin duda, presentes, que son identificadas por la gente, alumnos y padres de familia como parte de un proyecto especial para los indígenas, pero también es sabido que su poder de acción frente a los modelos de vida de los mestizos es poco.
Sin embargo, se han logrado algunas cosas, aunque no tienen que ver con la recuperación del pensamiento y el fortalecimiento de la Autonomía, fundamento conceptual que los mayores guambianos, le dieron al Plan de Vida. Está, por ejemplo, la modernización, que denota una lenta pero segura “urbanización”19 de Guambía. También la Educación; puesto que los jóvenes guambianos, muchas veces se inclinan por carreras afines a la vida dentro de su territorio y al trabajo en la tierra y, aunque estos conocimientos no son elementos constitutivos de la recuperación del pensamiento propio, pueden ser utilizados en el día a día. Lo mismo podría decirse de Salud y los proyectos productivos.
Estos “logros” del Plan de Vida hacen entender propuestas, como la de Juan Bautista Muelas, zootecnista de la Universidad Nacional, pues él, cuando decidió querer recuperar el pensamiento de los antiguos y los mayores analizó que como requisito, debía primero comenzar por desconocer sus conocimientos académicos universitarios y subvertirlos con los propios, pero este es un proyecto de vida y aislado. (Aunque Juan ha impulsado la recuperación de la quinua y el amaranto en el Comité de Producción, no ha sido una política del Cabildo.)
¿Es posible encontrar el pensamiento propio, en los proyectos del Plan de Vida guambiano?
No. Debido a que hablar de Pensamiento Propio implica hablar de resistencia, este sólo se ubica a nivel narrativo, dentro de las justificaciones de los proyectos.
Tomemos un ejemplo: que los guambianos vean el futuro atrás y el pasado adelante no es un secreto. Es uno de los componentes del pensamiento guambiano más reconocidos:
Guambía es una de las comunidades indígenas mas representativas del suroccidente colombiano; es considerada como una de las etnias indígenas más organizadas y que conserva gran parte de su tradición cultural (Proyecto Vida y Recuperación del Pensamiento Guambiano).20
Pero que se conozca esta manera “peculiar” de entender el espacio tiempo y que sea una de las características mas “llamativas” de la comunidad guambiana, no es un móvil para que, al parecer, se tome más que como una curiosidad, incluso por aquellos mismos que declaran que es uno de los ejes del pensamiento propio, fundamental para la vida de su pueblo; ni hace que los funcionarios, asesores o los mismos líderes guambianos lo tomen en serio.
Los proyectos, desde su misma elaboración, reproducen los modelos de pensamiento y acción hegemónicos introducidos por asesorías y capacitaciones; sobra decir que por los caminos que recorre un proyecto, es aún menos posible que tenga alguna validez decir que el futuro no se ve.
En otros proyectos, como los de Recuperación del pensamiento, se propone que el único camino por seguir y el único fin para aspirar, en cualquier proceso de Fortalecimiento cultural es la Interculturalidad. Ya expuse porqué acudir a ella no hace parte de los mecanismos de Resistencia, frente a la dominación del Pensamiento Propio. Es sólo es la excusa para insertarse activamente en el trayecto hacia la descomposición política y cultural del Pueblo Guambiano.
No es uno solo. Es Latá Latá. Mayaelo. Linchap.
Acompañar todos por igual, acompañar todos juntos, todos acompañando para que los guambianos piensen y vivan.
Las tres leyes guambianas. Las de los antiguanos.
La ley que nace de nakchak —fogón— que pasa de los padres a los hijos y a los nietos y así a la comunidad.
Lata lata, Mayaelo, Linchap, siempre.
Korosrop —consejo— en el trabajo, en la cocina o en las fiestas. En los alimentos, en las mingas. En el Cabildo también.
Pero Ella no ha podido.
Máyaelo, linchap.
La ley pronuncia cómo ser guambiano, cómo andar entre la familia, entre la comunidad y con otros pueblos.21 (Ibíd.)
La vida para La Esperanza.
Ésa es la Autoridad.
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