Con pocas excepciones, la materia prima de la
cestería embera-chamí está constituída
por los que ellos llaman hongara, bejucos.
Entre los más gruesos se encuentran: cucharo de tierra
fría, más
delgado y flexible, y de río grande o tierra caliente, de menor resistencia
y duración, sintar (amarillo y blanco, este llamado también
uña
de gato, por la forma de las púas que lo recubren, y sangre, pues al cortarlo “chorrea
un agua roja que parece sangre”), kisa (cuya hoja se usa
para colorear),
deedé, l porre (su corteza se usa para envolver bodoqueras),
itute, carretillo (blanco y colorado), uta, santanás y otros.
Más delgados son: bodre (blanco y negro), ironda y llaga (llamado así porque
sus hojas curan las llagas). También se emplean: sinsu o chusque y buey.
De otras plantas, como: iraca, conga, joro, palma amarga (cuya hoja se usa para
techar viviendas) guadua y caña brava muy biches, se usa la corteza.
Cuando un grupo se traslada a un sitio nuevo de residencia, exploran minuciosamente
el monte en búsqueda de los bejucos que conocen y usan, pero, si no los
encuentran, experimentan con otros hasta dar con alguno o algunos que presenten
la resistencia y elasticidad necesarias.
También puede ocurrir que combinen distintos tipos de bejucos para obtener
las cualidades que hacen un buen canasto; así, la base, el cuerpo y el
remate o borde pueden estar hechos con tres clases de fibras diferentes.
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